sábado, 25 de abril de 2015

NOTICIAS DE LA FOSA

25/Abril/2015
Laberinto
Heriberto Yépez

Han desenterrado documentos que ponen en aprietos la versión (¡oficial!) de que Octavio Paz renunció a su puesto como embajador en la India por la matanza de estudiantes de 1968.

Obviamente quienes idealizan o reciben regalías de mantener a Paz como como un semi-santo literario, defienden la versión oficial.

Como nudo del nexo de Paz con el PRI, sus olímpicos herederos son hoy intelectuales predilectos de la llamada dictadura perfecta.

Criticar a Paz en el 2015 es más o menos fácil (aunque todavía infrecuente y casi nunca en libros o medios impresos); lo que resulta todavía riesgoso es criticar al aparato paceano que ha convertido a la literatura mexicana en repartidora de canonjías plurinominales mediante Letras Libres, por ejemplo, y funcionarios-escritores que consagran a quienes colaboran pasiva o activamente con ellos y/o el gobierno.

Parece haber un apoyo preferente a escritores convenientes: espaldarazos, puestos, premios, paseos: unos a alguna feria del libro en Buenos Aires, otros a Londres, para desfogar el descontento, y en cuyas listas hay pocos escritores sólidos, mientras el resto es izquierda-market focus, paceanos mirreyes, gentlemen y condesas semi-paceanas o, de plano, Comp@s Hipsters.

La literatura mexicana contemporánea aumenta su oficialismo y todos parecen cooperar.

Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, estos mismos días, recordaba que Noticias del Imperio la escribió Fernando del Paso trabajando en la embajada en París. 

Uno lee el texto preguntándose si se lo recuerda a del Paso. O si se le sale contar escenas extrañas, como la del Paso yendo a leerle su novela terminada y recibir la felicitación.

¿Se da cuenta de lo que está diciendo justo en este momento?

¿Y no era del Paso quien poco antes criticaba al gobierno por la matanza de los estudiantes de Ayotzinapa? ¿Entonces?

En estos días, entonces, el gobierno homenajea a del Paso, y se dice que Noticias del Imperio es la mejor novela mexicana (sí, mejor que las de Fuentes, José Agustín, Montemayor y, sobre todo, Rulfo).

(La mejor novela mexicana después de Pedro Páramo es la novela mexicana que Los detectives salvajes no es).

 Y toda la incongruencia ética y toda la congruencia ideológica aumenta ante Fernando del Paso vestido de modo estrafalario (¿como Tío Sam?) para el homenaje oficial mientras el país se desmorona como un montón de flash.

Algo está podrido en el Estado de Dinamarca. Y son las élites de México.

¿Paz renunció o no a la Embajada? Qué más da El puesto del intelectual integrado a la dictadura perfecta continúa, siempre vacante y siempre ocupado.

No hay mes que no atestigüemos escenas de funcionarios y escritores mexicanos agarrados de la mano y que ante el abismo presente dan un paso al frente.

Pero no caen. Al contrario, vuelan en primera clase. Unos a Buenos Aires. Otros a Londres.

Y allá abajo en la fosa se escuchan gritos. ¿Son estudiantes? No, son 500 años.

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