domingo, 12 de abril de 2015

José Revueltas: novedades y rescates

12/Abril/2015
Confabulario
Sonia Peña

El 20 de noviembre del año pasado el escritor José Revueltas hubiera cumplido cien años. México lo agasajó junto a sus contemporáneos Octavio Paz y Efraín Huerta. Especialistas, aficionados, familiares y jóvenes se congregaron en torno a mesas redondas, congresos, programas de radio, documentales, revistas, suplementos culturales y libros. Se habló de su militancia; de sus cuentos, novelas, ensayos y poemas; de sus encarcelamientos y de su honestidad. Es por eso que este escrito pretende acercarse a algunas de las publicaciones que aparecieron en el marco de su centenario. No es un balance, pues sería imposible abarcar en estas líneas el análisis de los numerosos libros, revistas y documentales que se le dedicaron. Más bien es un recorte sobre algunas lecturas que genera el autor de Los errores (1964) a un siglo de su nacimiento y a treinta y nueve años de su muerte.

Hay libros que merecen reeditarse no sólo por la calidad de su contenido, sino por la vigencia de sus tesis, tal es el ejemplo de un clásico de la crítica, imprescindible a la hora de adentrarse en la obra de Revueltas. Me refiero a Una literatura del lado moridor del también duranguense Evodio Escalante, reeditado el año pasado. Recuerdo que cuando empecé a interesarme en la literatura de Revueltas el primer libro crítico con el que me topé fue este, pilar en mis primeros y ulteriores acercamientos. Un capítulo en especial me impactó: “La defecación universal” en el que el crítico habla de “defecación de la memoria” y se refiere –entre otros– al episodio de Los días terrenales (1949) cuando Bautista pisa excremento y de inmediato sus recuerdos se remiten al Partido. Para Escalante, en la obra de Revueltas el recuerdo “es fundamentalmente un producto de la memoria, pero también la única realidad verdaderamente importante”. Y si al narrador de Proust el sabor de la magdalena lo transporta a la idílica infancia; al de Revueltas el contacto con excremento lo remite a las acciones y actitudes de sus camaradas, “hombres erróneos” al fin y al cabo. Escalante se basa en un enfoque filosófico a partir de sus lecturas de Marx, Hegel y Deleuze con admirable rigor académico y una prosa tan ligera como el mismo libro que apenas excede las cien páginas.

Otro de los reeditados es El árbol de oro. José Revueltas y el pesimismo ardiente, de Philippe Cheron. Ensayo que originalmente publicó la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en 2003, ganador del premio de crítica literaria “Guillermo Rousset Banda”. En la nota preliminar el autor anota que hubiera querido “reescribir el libro para enfocar mejor ciertos aspectos, para ampliarlos con otros puntos de vista, borrar aún más la presentación académica… Lo cual sería escribir otro volumen”.

Philippe Cheron es coeditor de la obra completa de José Revueltas junto a quien fuera su esposa, Andrea Revueltas, la hija mayor de José. A ellos les debemos los veintiséis volúmenes con las anotaciones y notas correspondientes. Pese a que Cheron admite que hubiera querido incorporar ideas y discutir con otras, considero que este ensayo no deja cabos sueltos. En sus páginas analiza las estancias carcelarias, los personajes femeninos, las influencias, la estética y el realismo crítico. Algunos puntos de vista de Cheron, quien conoce de primera mano el archivo de Revueltas, difieren del biógrafo Álvaro Ruiz Abreu, lo cual nos permite un diálogo que más que la polémica, busca el enriquecimiento. Cheron afirma que la obra de Revueltas “tiene por base la cárcel (física y abstracta) junto al esfuerzo permanente por escapar al encierro”. Y esa tensión es el “principio activo”, del cual parte Cheron en su extenso análisis.

Las especialistas que se ocupan de la prosa de José Revueltas son escasas. Pienso, además de su hija Andrea y su sobrina Eugenia, en Florence Olivier y Edith Negrín, esta última quizá sea la que más lecturas ha aportado al universo revueltiano y una de las más informadas respecto a su obra. Negrín es la única mujer entre los coordinadores de Un escritor en la tierra. Centenario de José Revueltas, los otros son Alberto Enríquez Perea, Ismael Carvallo Robledo y Marcos T. Águila. Este libro plantea un acercamiento en cuatro niveles: el hombre, el narrador, el político y el crítico. Inicia con quienes conocieron a Revueltas: Elena Poniatowska, Eraclio Zepeda y Enrique González Rojo, entre otros. Los trabajos, algunos ya conocidos y otros realizados exclusivamente para este volumen, conforman un abanico de perspectivas no del todo completo si pensamos que en el capítulo “Cuestionamientos e intenciones. El político”, el análisis no parte de la obra política –como se esperaría– sino de la novelística. Y menciono esto no como una “falta” sino como muestra del vacío en que ha caído la producción filosófico-política de Revueltas. Sin embargo, esto no oscurece la finalidad de los coordinadores: mostrar las numerosas facetas del “hijo del hombre”.

En 2014 se reeditó la colección de poemas de Revueltas que el crítico José Manuel Mateo había reunido en 2001 bajo el sello de Obra Negra. Quienes no alcanzamos aquella edición los leemos ahora por primera vez. El propósito ciego es su título y alude a uno de los versos. Escribe Mateo en la introducción: “La humanidad es justamente un propósito ciego, una tarea sin finalidad, un caos finito”. Debo confesar que sólo un par de estos poemas me sorprendieron gratamente, la mayoría me confirmó que Revueltas no erró el camino al dedicarse a la prosa.

José Manuel Mateo también tuvo a su cargo la Iconografía de José Revueltas. La edición, en la que destaco el cuidado y la inteligente selección de textos que acompañan las imágenes, logran que el lector se sumerja por completo en la foto-cronología que propone el compilador. Una fotografía en particular impresiona: “Revueltas a la espera de una audiencia en Lecumberri”. Rodeado de otros presos políticos, entre ellos “La Tita” Avendaño y Fausto Trejo, el novelista lee imperturbable; los “monos” están afirmados contra la pared, “tan indiferentes, tan estúpidos como para darse cuenta que ellos también están presos”. Imagino el ambiente, los rumores, los susurros y los gritos entumecidos en la garganta. Revueltas lee, nada lo distrae, la libertad está en otra parte, parece decirnos; la foto congela su filosofía de vida: permanecer imperturbable al borde del abismo.

Finalmente, festejo un libro escrito por jóvenes nacidos entre fines de los setenta y mediados de los ochenta: El vicio de vivir. Ensayos sobre la literatura de José Revueltas. Publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, como parte de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, este libro toma su título de El apando (1969) y se erige como un conjunto de textos escritos exprofeso para el centenario del novelista. El coordinador llama a la producción de Revueltas “un territorio incómodo en la literatura mexicana” y acierta al compararlo con “ese tío al que nunca conocimos, pero del que todos hablan: una ausencia cercana”. A esa ausencia se refiere la docena de ensayistas que, como los apóstoles después de la crucifixión, reinventan la imagen del maestro que mejor se acomoda a sus expectativas. En estas páginas se analiza la novelística, los cuentos, los guiones, el teatro, las polémicas e incluso la interpretación en clave bíblica. Todos dejan en claro que las nuevas generaciones nada tienen que envidiar a sus predecesores, si acaso, ajustar cuentas en torno a tal o cual apreciación. Este conjunto de ensayos demuestra que los jóvenes tienen mucho que aportar a la narrativa de José Revueltas y augura un futuro prometedor para los estudios críticos de la vasta producción revueltiana.

Los centenarios sirven para “producir” gran cantidad de bibliografía en torno al homenajeado. Finalmente, es el público quien decide cuáles son los libros que permanecerán en su memoria, cuáles arrojan luz sobre el autor y cuáles no añaden nada. En cuanto al recorte que presento aquí, tengo la seguridad de que no será desechado fácilmente porque cada uno de estos ensayos cuenta con el ingrediente imprescindible para hablar del autor de Dios en la tierra: la pasión.

Sin ella, poco y nada se puede aportar a la obra de un escritor de la talla de José Revueltas.

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