domingo, 25 de octubre de 2015

Roberto Bolaño y los travestismos del poema

25/Octubre/2015
Confabulario
Pedro Serrano

Tendemos a ejercer la lectura desde parámetros obligados por la inercia y se nos olvida la variedad de los orígenes. Es verdad que Pedro Páramo recoge el habla de los altos de Jalisco y de una manera u otra se integra en la novela rural mexicana, pero el nombre de su personaje principal se le apareció a Juan Rulfo en  el título de la primera traducción de La tierra baldía en español, que era precisamente “El páramo”, publicado por la revista Contemporáneos en 1931. Y de The Waste Land le viene a la novela su textura ecoica, nada más y nada menos que lo que le da consistencia mítica. Si nos pusiéramos de anteojeras el poema de Eliot y desde ahí leyéramos la novela de Rulfo empezaríamos a encontrar cosas que no habíamos notado.

Siempre, desde que empezó a resonar, me ha parecido que hace falta que los poetas se pronuncien sobre la obra de Roberto Bolaño. Y no porque sus novelas estén llenas de personajes que son poetas, ni porque en Los detectives salvajes la mitad de la novela gire en torno a la ebullición de la poesía en el Distrito Federal a finales de los años setenta, ese Sudd poético, sino por la naturaleza propia de su escritura, que se mueve como Kaa, la serpiente del Libro de la Selva, engatusando a propios y extraños. Al decir propios me refiero a los novelistas, y al hablar de extraños creo que estoy pensando en críticos y académicos.

Cuando la revista Fractal decidió dedicarle un número a Roberto Bolaño, pensé que una manera de darle la vuelta a las expectativas era que fueran poetas quienes escribieran los textos. Como el número estaba ya armado, no hubo mucho qué hacer. Lo habían editado dos académicos, que por otro lado, hay que señalarlo, hicieron una espléndida labor, entre otras cosas al incluir un ensayo espectacular del crítico estadounidense Giles Harvey. Es sin duda una de las mejores recopilaciones sobre la narrativa de Bolaño y la recomiendo ampliamente.

El ejemplo opuesto de esta mecánica de aproximación crítica, que recomiendo de igual manera, es el libro Bolaño salvaje, que publicó la editorial Candaya, editado esta vez por los novelistas Edmundo Paz Soldán, boliviano, y Gustavo Faverón Patriau, peruano, y que incluye una película sobre el escritor, testimonios de figuras cercanas y aderezado todo con sabrosísimos relatos de otros novelistas, como Juan Villoro, Enrique Vila-Matas y Rodrigo Fresán. Son dos libros muy distintos pero ambos nos dan dos lados muy conspicuos del escritor. Pero a ninguno de sus editores, y con esto me refiero a quienes urdieron el libro y a quienes lo imprimieron, se les pasó por la cabeza que algo podría decir algún poeta sobre este escritor arlequín.

Antes de seguir, quiero dejar claro que soy miembro del Consejo de Redacción de Fractal, y que Candaya publicó en Barcelona una antología de mis poemas. Como podrán ver, si fuera por eso no les pondría ningún pero. ES simplemente que, en efecto, e independientemente de mi relación con sus editores, los dos libros son de alto contenido crítico. Lo único, me temo, es que ambos están faltos de poetas, como si no se les hubiera podido ocurrir, ni a novelistas ni a académicos, que estos podrían tener algo que decir sobre el escritor chileno-mexicano-catalán. En ambos casos me quedé con la tentación de saber cómo sería su escritura  vista desde ese referente que me atreveré a llamar inesperado.

Es por eso que ha sido un disfrute, a la vez esperado e inesperado, la lectura reciente de un excelente ensayo de Miguel Casado, Literalmente y en todos los sentidos. Desde la poesía de Roberto Bolaño, publicado en Madrid por los Libros de la Resistencia. Casado es, además de un magnífico poeta, el crítico más perspicaz de poesía en España, y la lectura que hace de Bolaño empieza a llenar un eslabón perdido, y es a la vez exacta e ilustradora. Exacta porque sitúa con precisión la confluencia de vanguardia y narratividad en sus poemas, e ilustradora porque muestra, como el Mago de Oz, el vertebrado camino que lleva de estos a su narrativa. Es decir, la narrativa de Roberto Bolaño es una narrativa de vanguardia —como poca lo es en la actualidad— debido a que en su poesía ya estaba dándose ese trasiego de vanguardia y narratividad.

Casado explica la imbricación en Bolaño de una poesía narrativa con una defensa vanguardista de la literatura, y abre de esa manera las cartas de confluencia entre dos modos de poetizar aparentemente opuestos: la poesía de vanguardia y la poesía narrativa. Muestra, así, como no están en oposición sino en alta confluencia. Esto quizás explique por qué la narrativa de Bolaño hace exactamente todo aquello que en las escuelas de escritura se les dice a los alumnos que no deben hacer: porque Bolaño, como Rulfo, escribe sus novelas con las técnicas del poema. Muchos admiradores de sus novelas tienden a creer que los poemas de Bolaño son poemas menores. Y leen su narrativa como el progreso de un peregrino hacia su salvación, sin enterarse de que la fuerza de una novela como 2666 radica precisamente en las explosiones internas en serie que la forman, y que no son otra cosa que una encadenamiento de estrategias retóricas proyectadas desde sus poemas.

A los que les interese hacer un cotejo, pueden ir a consultar las breves descripciones que Carlos López Beltrán y yo hicimos de diez de sus poemas para la antología de poesía mexicana 359 Delicados con filtro, publicada en Santiago de Chile por la editorial LOM, cuando los herederos del poeta nos prohibieron, en el último instante, incorporar sus poemas. Pueden consultar estos, también, en muchas páginas de internet. Son impresionantes frescos narrativos.

A Bolaño se le ha leído y se le ha estudiado y se le ha vendido de manera automática, asumiendo ciertos precedentes que no está del todo claro que estuvieran ahí, pero que, dado que fue una novela, Los detectives salvajes, la que lo empezó a hacer famoso, y es otra novela, 2666, la que lo consagró definitivamente como escritor, desde ese momento se estableció un dispositivo referencial que casi no ha sido tocado y que, me parece, deja muchas entretelas fuera de la mesa, pasa por alto muchas cosas y lo lee como narrador de una manera natural.

Una de las paradojas que se han visto en la escritura de Roberto Bolaño es que practica y hace precisa e insistentemente todo aquello que en las escuelas de creación literaria se les enseña a los alumnos que no se debe hacer. ¿Por qué? Porque sus novelas vienen de sus poemas. Pero esto no lo alcanzan a ver ni narradores ni académicos.

La poesía de un caminante

11/Octubre/2015
Confabulario
José Homero

La paradoja rige la poesía de Hugo Gutiérrez Vega. Hay como actitud fundamental la desconfianza en la poesía como variación ontológica. Este recelo ante el poder de la poesía y su extensión al ámbito del lenguaje, la pertinencia de la denominación de la realidad, es un rasgo que comparten otros poetas de la generación de Gutiérrez Vega. Consecuencia diríase de la conceptualización del poeta como demiurgo del cisma romántico y de la idealización de la poesía pura como complemento de la sensibilidad cognitiva. Digámoslo con otras palabras: desconfianza en la palabra como cifra del mundo pero recepción asimismo de una poética del silencio entre cuyos modulantes se encuentra un poeta caro a Gutiérrez Vega: Julio Herrera y Reissig. No sorprende entonces esta vocación de silencio:

…palabras, palabras…
es mejor el silencio
pero si no crecieran
estaríamos más solos.
Gutiérrez Vega arraiga su obra en la actitud distante e irónica con respecto a los atributos potenciales de la palabra poética. Ese recelo se expresa en el abandono de la metáfora como sol del sistema poético y la preferencia por una escritura cimentada en la sobriedad figurativa: poemas como estampas, historias, proliferación de descripciones en frases cortas, a veces recurriendo al asíndeton –ausencia de preposiciones. Una poética que elige y privilegia el tono menor en vez de la aspiración mayestática. Una poesía que entra en la historia y abandona el mito. La poesía de un caminante.

Que los cantos no tengan pretensiones eternas,
váyase al diablo toda trascendencia.
Cantar aquí y ahora, y que el canto se enrede
mientras las nubes pasan, el sol sale
y, de nuevo, las nubes nos regalan su olvido.

Si hay otro rasgo que caracteriza a la poesía de Gutiérrez Vega es la mutabilidad. En el aspecto formal, en el esqueleto y la piel, si bien prevalece en el curso de las diversas etapas de su escritura, esa desconfianza en la magia poética y la elección de una escritura transparente descartando la exuberancia metafórica o la brillante oscuridad del barroquismo, se acusa una riqueza rítmica. La riqueza y lujuria de Gutiérrez Vega no está en sus imágenes, en sus líneas, en la composición de sus poemas, sino en las formas con que aborda la poesía; ese “ir de un estilo a otro” que indicara Carlos Monsiváis.

En su madura juventud, Gutiérrez Vega trae a la poesía mexicana el coloquialismo de la poesía en expresión inglesa; un poco de Frank O’ Hara, otro poco de las baladas de William Wordsworth, T. S. Eliot –como basso profundo que sostiene en el curso de los años esta composición– y W. B. Yeats. Si en su desconfianza metafórica, en su señalamiento de la grieta entre las palabras y el mundo, comparte Gutiérrez Vega gestos cómplices con otros compañeros de su generación –pienso en José Carlos Becerra, Eduardo Lizalde, José Emilio Pacheco, para no hablar de la grieta profunda que abre en la cordillera poética mexicana Gerardo Deniz–, en su elección de la historia y no del mito, de la anécdota en vez del relato mítico, Gutiérrez Vega se vincula con otros poetas de la lengua española que atestiguan los cambios a través de relatos y cuadros de las costumbres de su vibrante época. Iniciación sentimental y crónicas desde el frente de batalla. Desde Inglaterra en este aspecto es un libro clave de la nueva ciencia galante que cimbra el mundo y en particular a los latinoamericanos asentados en Europa. Inglaterra es en esa década el centro del mundo y Gutiérrez Vega hereda a la poesía en castellano un libro decisivo para airear los salones provincianos de la lengua. Y ese cuadro de costumbres adquiere un poco de la ironía, otro de la mímica del cine cómico mudo.

Mucha de esta actitud aún se percibe en los poemas últimos. Sin embargo, poco coherente sería señalar la mutabilidad formal de la poesía de nuestro autor y que a lo largo de su obra se mantuvieran los rasgos de balada y de estampas o viñetas descriptivas. Tras el encuentro de una voz con ecos sajones, Gutiérrez Vega nos sorprende con la adopción de los tonos de los poetas árabes. La libertad de la casida casa muy bien con la asunción del matiz de prosa que distingue esta poética. Resistencia de particulares inicia esta transición con un poema que acusa la huella de los tiempos. Si Simon and Garfunkel asentaban que las palabras de los profetas modernos estaban escritas en los muros, Gutiérrez Vega, quien antes nos había dicho que las onomatopeyas son más elocuentes que las palabras 1, prosigue ahora su abdicación al trono poético y elige el trono del retrete:

Debería callarme el hocico
y escribir solamente en los retretes
alumbrado por fósforos,
hacer grandes graffiti con carbón
y terminarlos con la punta de la nariz.

Bastaría con clasificar las varias formas poéticas que usa el poeta para pergeñar un ensayo con pretensiones totalizadoras o al menos topográfico. Gutiérrez Vega ha cultivado el epigrama y la poesía breve (Cuando el placer termine, 1971), ha tocado poemas largos donde repercute el mito y la asimilación de las mitologías prehispánicas (“Horas de la ciudad”). Incluso ha escrito su propia antología palatina –o su Feria o su Spoon River Anthology. Sobre todo Gutiérrez Vega se dejó penetrar por las tradiciones mediterráneas de la lírica castellana, gallega, italiana y portuguesa. De ahí que en sus mejores poemas encontremos eco de la poesía hermética de Giussepe Ungaretti o de Salvatore Quasimodo, el elogio sensual de los griegos modernos, o la hondura milenaria de la poesía andaluza, la saudade lusitana o el arraigo de las rías gallegas. Pocos poetas tan curiosos y ávidos de poesía en todas las expresiones y en todas las edades como Gutiérrez Vega; pocos también que hayan asimilado y no sólo remitido a esas poéticas integrándolas a su personal escritura. Poeta intertextual es un poeta de una riqueza lírica aún por descubrir. Al respecto atraigo la atención hacia su tarot: “Tarot de Valverde de la Vera”, incluido enMeridiano (1982).

Cada poeta matiza sus temas que suele compartir con otros poetas, sean aquellos a quien la edad los une o aquellos con quienes el ritmo sanguíneo empata de un modo singular hasta afinar la cuerda en una entonación secreta pero audible. La desconfianza en el poder demiúrgico de las palabras, en la concepción mítica de la poesía y en la aspiración al poema inmarcesible se traduce en diversas vías. En Gutiérrez Vega, más allá de la comunidad con la poesía en México en ese momento, que revela y se rebela contra la tradición poética anterior –comienza con ellos la posvanguardia–, la desconfianza, el recelo, responde también a motivos más profundos que la variación en el sistema escritural: nace de un idealismo que define al poeta. Sí. Idealismo. El poeta que desconfía de la vocación de conjuro y prefiere la conjetura, que desplaza el poema como cifra simbólica del conocimiento humano, sustenta una desconfianza en la realidad. Circula en esta poesía una constante sensación de irrealidad, de escepticismo con respecto a la consistencia de la materia. Movimiento pendular regido por la paradoja: la poesía no crea ya sentidos ni sustenta el mundo, pero el mundo aún es asunto de palabras, un sistema que exhibe su fragilidad:

Como el que ve las cosas
y siente que son frutos de su invención.

¿Es real el mundo o sólo un reflejo? Y este reflejo, ¿es sólo fruto del espejo o el espejo es un pasadizo? Un poeta de una generación posterior, David Huerta, habría de fundar una de las obras más altas de la poesía castellana reciente con el aserto: “El mundo es una mancha en el espejo. “Más cerca de los emblemas borgianos y de los inciensos de Las mil y una noches, Gutiérrez Vega se pregunta a través de los años si hay realidad o es una dimanación especular, si existimos o nos enfrentamos a otro que nos habla desde el fondo del espejo. Así la realidad es también el revés del lenguaje y el poeta es el otro que dialoga con el hombre cotidiano.

En ellos está el mundo
real por ser tan deseado.
La realidad,
un perro callejero
golpeado por la noche.
En los espejos
el rostro ya soñado
toma su luz precisa.

Al punto que será esta duda, que atraviesa la poesía toda de Gutiérrez Vega, la que conducirá a la principal convicción de esta poesía: no existe el tiempo, no hay escisión en los tiempos. A través de las sensaciones, a través de la experiencia de los sentidos se encuentran pasadizos en el tiempo. Y aun cuando nos enfrentemos a una poesía de la mutabilidad, en Gutiérrez Vega la convicción más honda, el sustento que articula su poética, es la visión de un tiempo que no transcurre, un tiempo, un espacio, donde las diferencias se anulan. ¿Heredad acaso de su lectura de T. S. Eliot, cuyo eco resuena, otra vez resuena, pisadas, cantos de niño entre la hiedra, a través de sus poemas? Si ciertamente el poeta duda de la consistencia de las cosas, de la materialidad del mundo, y se abisma en los espejos para descubrirse otro, no menos cierto es que así como descubre que los tiempos se anulan en el tiempo, en el presente único al que se abre la experiencia del poema, encuentra igualmente que ciertas experiencias, milenarias, diríamos, como el amor, el viento, la lluvia, nos devuelven a un presente primordial. Y así:

Nos acompañan todos los minutos.
Los golpes de ese viento
dan sentido
al presente, al futuro, a la memoria.
Porque el viento es así, porque es un ebrio
generoso y loco, el dador del minuto en que sentimos
que la vida nos une a su cortejo.

Advertimos entonces que el poeta que entraba en la historia y recusaba la presencia mítica descubre con su experiencia una nueva fundación: una eternidad del presente a través de las sensaciones. Urde entonces una especie de metafísica sensorial, una poética del canto y del cuerpo, tal lo entendiera Fernando Pessoa. Y por ello el poeta Gutiérrez Vega asienta la primacía del gozo, del placer:

Como ellos somos
tú, yo y los que se fueron
y sueñan con una realidad
inventada en el sueño.
Y todas las noches que vendrán
sobre la tierra
hecha para acariciarse
y no para otra cosa.

Ese placer, más que un disfrute egoísta, es la apertura para percibirse como parte de una totalidad. Quizá por ello en otro verso diga: “Sólo es verdad la carne”. Y es así que encontramos el reverso de esa dualidad; el modo en que se resuelve la paradoja. La única forma de entrar en la realidad, de vivirla como acontecimiento y no como acción que transcurre, es recuperando la plenitud de la sensación. Esa sensación es la que permite que la realidad nos traspase y a la vez que el mundo se reconcilie en el lenguaje. Para que las palabras tengan sentido deben recuperar su sentido a través de las sensaciones:

Nombrar las cosas era apoderarse de ellas,
hacerlas formar parte de nuestro propio cuerpo.

Como otro de sus contemporáneos y grande amigo suyo, Sergio Pitol, Gutiérrez Vega asentará que todo está en todo, pero antes habrá manifestado que la tierra, que vivir, es el acto milagroso (“Todo en la tierra es parte de un milagro. 224”). Por ello a Gutiérrez Vega no le preocupan sus mudanzas y las vicisitudes de su yo lírico, pues:

la primera persona me preocupa,
pero sé que no es mía:
todos somos lo mismo,
todo es uno,
uno es todo,
cada hombre es, al fin,
todo este mundo
y el mundo
es un lugar desconocido…


1 Algún día escribiré algo sobre los mitos de la época en que me he dedicado a vivir. Hablaré de los dioses y de los semidioses de las tiras cómicas –barrruuummm splash cusd ratatatata– que ahora dicen más que el hermoso plumaje de palabras

“Mi salvación es la literatura”

25/Octubre/2015
Confabulario
Roberto Bolaño

Cartas a sus padres desde Chile y España


Madre amada. Mamá del alma. Motita Pantera Rosa. Estoy en Chile. El viaje en barco bueno rodeado de chilenos que regresaban, unos de Europa La mayoría de Europa, reaccionarísimos, en medio de y blasfemias y maldiciones” contra Allende: “Ese hombre”. Un poco mal mirado (yo) lo que es un halago, porque hasta la cara tengo de bolchevique, de otra forma no me lo explico: cuando me preguntaban si estudiaba o si trabajaba y yo decía, orondo, “Soy EzcritorRRR”, nadie sabía nada: pero aun cuando investigaban en donde se encontraba mi familia “En México”. “¿Y usted que va a hacer a Chile entonces?” “Pues mire, no sé, soy chileno” a los tres días abordo me miraban con miedo o en la comida me decían sonriendo “Que se me hace que usted es de la UP”. “No hombre, cómo” decía yo, aunque al final me declaraba mirista y prometía echarlos a patadas del país.

Es hermoso el Mar, es inmenso: uno se siente hormiguita: atemoriza: recordé el fin de una novela pop en que el chavo bueno pero cagadísimo herido en una playa profetiza que se tragará todo un día: yo no lo veo: iba ¡voy! con mucha fe, me acuerdo que llegando a Managua, como a 30 kilómetros de Managua, desperté y vi el cielo lleno de estrellas, no por la ventana, por un ventanuco chiquitito: la escena típica y repetida, pero yo la goze (sic), me puse a reír solo, alzaba el cuerpo y miraba las estrellas, una parecía platillo volador. A propósito. Me entretenía en el barco viendo figuras en las nubes y me puse unos lentes de unos franceses amigos y comprobé la urgente necesidad de comprar unos pronto. Conocí el lago de Nicaragua, casi al entrar a Costa Rica: es bello, bellísimo. Pensaba, pienso, en usted, la más querida, “la más antigua persona que conozco”, en mi papá, en la Mé, en mi Tale, en Jaime, en México, las mexicanas, los mexicanos. El mar es hermosísimo, uno sabe dónde está el Poniente y donde el Oriente, en realidad el Poniente es el Oriente Por allá se tiene que ir uno. ________Trancisión (sic) He comido poca y buena comida chilena, condimentada a (ilegible) y he leído una Antología popular de Pablo Neruda que dan gratis en los liceos y derroché dos lágrimas de cocodrilo, es bueno Neruda, sus versos kozmicos (sic) y de combate____En Panamá “caminé sin rumbo” conocí toda la ciudad, toda, conocí Balboa que es zona del canal, anduve en camiones, sólo dos veces en Taxi, la gente me maravilló. Pero no sé, no me explico Panamá, tengo ideas, en fin, pasan momentos duros, puede venir momentos más duros todavía. ¿Ya te conté lo bonitas que son las costarricenses? En Costa Rica y en Panamá la Lotería es mágica.
Viajé en tren a Colón, Cristóbal está allí mismo, pegado: en un tren juguete por una ruta-camino-de-selva, en segunda, junto con gente DE COLÓN y niños negros de Gamboa y hijos de jamaiquinos meditabundos y alemanes y norteamericanos rubios y antropólogos, sociólogos, que bajan en Frijoles o en otra estación-todas del canal-que se llama más o menos Mr. Hope. Monte Esperanza. Pasé por el Lago Gatún, que es increíble, el tren iba por lagos, a derecha y a izquierda, lagos sucios, empantanados, y lagos limpísimos donde se reflejaba el tren. Lagos inmensos. Y todo en el tren iluminado, eran las 11 de la mañana, mucho sol, y un calor, una humedad que ahora extraño. Are you ready?

¡Yes, sir!

Tomé el barco en Colón y atravesé el canal al día siguiente. Un camarote con 4 camas, pero sólo lo utilizamos dos: Darío Nosecuanto, de nacionalidad chilena, 19 años, junior Maudit, 18 años vividos en Venezuela, lo mandan a Chile a traficar dólares para su madre que espera hacer la américa y para que se haga hombre y deje de chingar a la gente en Caracas. El muchacho harto tonto no me molestó en lo absoluto, en una casi le rompo el hocico: “de repente me pongo bravo, me pongo charro malvado” No gasté ni un dólar: las muchachas me regalaban cajas de cigarro: terrible, sinceramente: un español con (ilegible) también me quiere regalar una caja: terrible: no leí NADA: No escribí NADA: la comida esquisita (sic): ¡si le pudiera mandar un menú! una de las hijas del capitano: una bellísima italianita, 16 años, medio anduvo bien la cosa, traigo feeling: en Arica se embarcó una linda rubia, chilena, 32 años, eso me dijo, 2 niños, casada desde luego, Adely se llama, padre suizo alemán, votó a favor de Alessandri pero ahora está a favor de Allende, trabaja en una fábrica, secretaria, alta, blanca, delgada, digo alta, de mi porte, ojos azules, simpatía desbordante, todo el mundo mirándola, ella piropeándome, yo piropeándola, “¡poetisa!” “Soñadora” Vacacionando en Arica. Sola. Solita. El aire de mar: almorzamos y comimos juntos tres, casi cuatro, días muy buenos: En la línea del Ecuador (ilegible)  y fiesta en la noche a la que yo no asistí porque no tenia ni traje ni corbata y la misera fiesta fue en 1ª sólo diez personas en 1ª, y las hijas del capitán (tristes)) En Lima perdí mi pasaje en casa de una muchacha venezolana amiga de un compañero de cuarto, al parecer exiliaron a toda la pandilla, por poco después no me dejan entrar en los muelles y pierdo el barco.

Desde lejos se ve Viña, donde Quintero, donde una refinería de cobre, poco a poco se agranda la ciudad (la costa la hemos visto dos horas antes) hemos andado viendo costa, el puente se llena de chilenos, todos con las cosas entre la alegría-la sorpresa-y el miedito. Llegamos a las doce del día =NO= a las 4 de la tarde (porque comimos a la 1) Viña y Valparaíso y alrededores, los cerros: una señora dice a un señor “mire, ese es el cerro Placeres” yo le pregunto más y ella me indica Me pongo feliz. El barco no puede atracar (en el cuatro de sept) y nos quedamos en la bahía: Valparaíso de noche esplendoroso: se iluminan los cerros: el día siguiente bajo al puerto sin problemas: que nadie me ayude con los bultos: voy vestido todo de azul: y los tenis sin calcetines; salgo caminando de los muelles: en la aduana todo bien: medio guatean mis maletas y nada más: me voy caminando hasta el tren: reconozco todas las calles: El Monumento a Prat: consignas del MIR: tomo tres horas más tarde el tren y me voy: paro por el liceo, antes por Recreo y Caleta Abarca y “diría que me veo niño y travieso y profundamente hermoso” pero los hermanos son los chilenos: paso por Quilpué: por Villa Alemana: nadie me fue a esperar al barco pero yo fui el más feliz, los estibadores me vieron como un hermano sin exagerar: y el tren con compañero de asiento izquierdista y burócrata (aduanero) y mucha gente parada: parado un muchacho con camisa blanca, medio sucia y jersey sin magas y con un libro grueso, con su muchacha, una chilena bellísima, muy jóvenes ambos, pobres, educados y que me hago amigo de ellos: el buró izquierdo (ilegible) el asiento para (ilegible) al coche y que la muchacha se sienta conmigo (líneas ilegibles) …había que verlos: lindos los dos: ¡frescos! y en Quillota les ofrecí unos y ellos parece/tenían hambre y me lo aceptan LLENOS DE SONRISAS: antes por ejemplo, en Villa Alemana creo, me compré un zanguiche (no torta) y ellos se compraron uno y lo partieron por la mitad, mitad para cada uno: y el muchacho venía fumando y para comerse el zanguiche apagó el cigarro y luego volvió muy satisfecho a encender el pichito porque escasea el cigarrillo y entonces ahí se me acabaron unos Dunhill que me habían regalado en el barco y que ellos jamás fumaron DURANTE TODO EL TRAYECTO EL MUCHACHO ME OFRECIÓ SUS HILTON SIN EL MENOR ASOMO DE SUFRIMIENTO CON GRAN BONDAD! Me sentí igual que Cardenal cuando fue a ordenar sacerdote, así amor. Puro amor, riéndome, literalmente, de verdad, carcajeándome de amor, celebrándolo: y en una subida, creo que antes de llegar a LLAY-LLAY, después de una subida, en una especie de pequeño precipicio, EL TREN SE PARA y todos sacamos las cabezas a ver que paso tan taran tan: la locomotora se ha desenganchado del tren y ha seguido sola: si eso nos pilla en la subida no estaría escribiendo esta carta ahora. En fin, toda una odisea, una Ulisea y llegué a Santiago.

Y a la cara de Jaime quien me hizo, pestañeo, como si yo fuera un aparecido, un fantasma, chicos ojotes peló. Salimos al centro inmediatamente: todo se me figuraba congestionado: habían dos mítines: uno con mujeres a favor de Allende y otro de mujeres en contra: tremendo: peleas en las calles: gases lacrimógenos (¡lacrimogeno!) fuertísimos. En un mitin gente de pueblo, gente. En el otro la clase media y la burguesía EN PLENO, fue más grande que el de Allende porque éste había tenido una manifestación gigantesca el día anterior. Nos metimos por el medio. Toda la gente transita. Casi es normal. De repente gente que corre por las calles y uno se va por el lado contrario y correr por aquí y uno se aleja y por la otra calle corre más gente y uno busca una salida y gente que corre y uno siente (ilegible), al menos el primer día! ATRAPADO. La ciudad me persigue. Cascos por una esquina: tac tas que vienen a atacar a las mujeres de Allende de la UP y cascos rojos por otra esquina Juventudes Socialistas o Comunistas o Miristas o del Mapu que están ahí para defenderlas y carabineros armados hasta los dientes que están ahí para impedir el choque: luego fuimos al Centro de Arte A: me deprimen los artistas: me deprimen: vimos una exposición de pintura (líneas ilegibles) Estaba el poeta Lamberg ganador del último premio Casa de las Américas, Jaime me lo presentó, un veterano desabrido, muy Pepe de Rokha, el estilo, terrible, pero también ocurrió algo lindo: en una bajo a la calle, aburrido de tanto ARTE y hay un muchacho que luego me enteré hace cine y una muchacha que venía del centro (en realidad estábamos en el centro) que protestaba contra las bombas y los disturbios: era ES bellísima: de izquierda: decía “mierda de (ilegible)” “Mierda de provocadores” No sé: pensé que era una lola: pasaban escuadrones de niños del PN. con caras felices, con sus palos, niños de 13, 14, 15, 17 años: hablamos: me preguntó si yo era extranjero (en realidad todos me preguntaron si era extranjero, No hablo como chileno) hablamos: le dije “como te llamas?” ella “Verónica” silencio, ella “Tú cómo te llamas?” “Ro-ber-to” ella pensativa “Roberto” Hablamos, yo daba diente con diente del frío diente con diente, si  eso yo hacía, en un monte pelado, la (ilegible), deveras (sic) daba diente con diente, el frío es inaguantable TREMENDO. Y de repente La Lola Magnífica Reina de TODAS LAS CALLES Y LA REVOLUCIÓN dijo adiós- chao y beso en la cara al chavo cineasta: segundo de tristeza (ilegible) en mi corazón: ¡¡ Y luego a mí y me dijo chavo y sentí su piel helada en mi cara y sus manos en mi chaqueta y me/podría decirlo/ serlo/ quien sabe/ ENAMORE!!  Verónica Me decía el corazón en las manos los dedos del pie y ella se iba NUNCA MÁS la iba a ver la buscaría por todo Santiago Me moría de frío: caminó media cuadra y entró a un edificio: que suerte más loca loca loca!! loquísima suerte. Un día de estos voy y hablo con ella y nos hacemos amigos: el cineasta me dijo que vive en el primer piso: mañana voy o pasado mañana. No sé. Voy a ingresar en las Juventudes Comunistas. A veces me gana un odio loco por todas las cosas, todo lo veo egoísta, yo el principal. Me angustio “Me desespero” (suena a telenovela) tengo pocas defensas: mi salvación es la literatura: No el oficio mediocre de fiestas, firmas, universidad, recitales de los escritores desarrollados o por ahí “ni la mariguana total de los “escritores “ “subdesarrollados” feudales=vasallos Me desoriento, pero tengo voluntad: espero tener voluntad de Acero: tengo que militar: por la calle veo un desfile de la JJCC, enterrando a un camarada muerto (15 años) todos con camisas rojas, muchachas muy lindas, lolos con cara de pendejos o cara de pendejo: echaban porras esos imbéciles: pero algunas niñas de verdad emocionadas lloraban: estaba bien: de ahí fui a donde Mónica Montoya: vive en un barrio popoff: caminé como 50 cuadras cuando menos: una (ilegible) legua ver a Mónica, que está más gorda (antes era flaquísima) ella también se alegró: muy a favor del gobierno, muy entusiasta, me invitó a comer el domingo, fui a comer: Silvia está casada: muy bien, igual que hace 5 años, conocí al marido y es simpatiquísimo: en fin. Mónica vive sola a Bilbao y trabaja como profesora: comimos sólo un plato de porotos: terrorismo burgués la inutilidad culinaria (gastronómica) porque el desabastecimiento es fuerte, pero no tanto, la cuñada de Jaime que es más pobre y tiene niños cocina bien. Mónica es dulce, me ofreció la casa de sus padres en los Angeles. no es mala idea vivir en los Angeles. Es posible que el Partido me consiga trabajo Los Angeles en la ciudad mas reaccionaria de Chile, tendría hasta acción (bRRRRRR) viéndome aun soy valiente.

A usted la amo. A mi papá, saludos y va carta, a la Mé saludos y va carta, a mi Tate ni la ve saludo y va carta. En MENOS de un año nos volveremos a ver. Uno nunca esta solo. Chile es bello. Saludos a Marta a todos en México cuídense, vayan al Médico, ahorren. Ya no fumo. Mi salud es optima. Mucha fuerza. Dejé de fumar, vencí el asma.

CANTA LLUVIA EN LA COSTA AUN SIN MAR!!

Carta a su padre 

Querido papá:

Me las he visto duras, me las he visto bonitas, he caminado, he soportado fríos, he dormido al aire libre, he comido como desaforado comidas de varios países, he vivido en París con Mario (qué lindas son las francesas), he tomado trenes en todas las direcciones, he capeado fiebres en el camino, he trabajado lavando vasos en la noche, he trabajado descargando barcos en un puerto francés, he trabajado limpiando casas interminables en el mismo puerto, he escrito poemas, he vuelto a viajar, me he enamorado, me he desenamorado, he regresado cansado y con el cuerpo molido y he vuelto a salir, he hablado en francés con franceses y en italiano con italianos, después me he acordado qué cómo chuchas pude hacerlo si yo no sabía esos idiomas, he aprendido, en fin, he vuelto a Cataluña, en donde veo viejitas que me recuerdan a mi abuela catalana, y le escribo porque me imagino que a estas alturas ya debo tener otro hermano. ¿Cómo quedó Irene? ¿El niño fue mujer o hombre? ¿Cómo le van a poner?

Me he acordado mucho de usted. Realmente mucho. Aquí estamos en primavera y pronto me iré nuevamente, primero a trabajar en la vendimia en el sur de Francia, y luego a París, y después a Suecia, por un buen tiempo. Así que contésteme esta carta rápido, y dígame qué onda con el niño, etc.

Mi mamá y mi hermana están bien. El asma casi se le ha quitado a mi mamá y ya no piensa en volverse. La Mé tiene un novio catalán, ambos se quieren mucho.

En España se vive bien. Lo bueno es salir a trabajar por un tiempo a otros países y gastarse la plata aquí. Tomo un vino excelente TODOS los días (el vino es más barato que la cocacola), y la comida española es buena y barata también. De todas maneras extraño mucho México, que es como mi segunda patria, si es que alguna vez tuve una. Aquí NO HAY ni chilitos, ni molito, ni taquitos. Tampoco autos grandes (puro coche chico) ni carreteras locas ni alucines diarios del Distrito. Mis amigos españoles se asombran cuando les digo que el D.F. tiene 14 millones de habitantes. También extraño el Sol. Estamos en primavera pero parece que fuera invierno en México.

Salúdame a Lupita (mi mamá también le manda a saludar), a Kiko y señora, a Joe y señora, a todos los cuates de Samuel. A Irene un fuerte abrazo y que se cuide y que cuide a mi hermano. A Chentita. (¿Cómo está Chentita?) A usted el cariño enorme de su hijo que lo quiere y lo respeta, etc, etc, etc.

Carta a su padre 

Querido Papá:

Recibí la carta que me mandó a Barcelona junto con los 10 dólares, gracias; me alegró muchísimo saber que el niño nació bien. Tiene que mandarme una foto de él, de usted, de Irene y de su nuevo Mash. Bueno, a mí me gustaba bastante el Mustang. Cuénteme además si arregló su FM2 en marzo.

¿Cómo está eso que ningún amigo ha ido a la casa si Carlos Malfavón dejó allí olvidada su credencial de Excélsior? La dejó en el velador de mi cuarto. Encuéntrela y guárdela para cuando la vaya a buscar.

La carta que dice me mandó a Francia no me llegó nunca. Ahora estoy trabajando en una empresa bancaria. El trabajo es como las huevas y he tenido que cortarme el pelo y PONERME CORBATA y todas esas mierdas, amén de engañar a gente que nunca me ha hecho nada. Pero gano super bien. Lo suficiente como para después de cinco meses o un año retirarme y vivir sin trabajar durante el mismo tiempo. Y eso es lo que quiero. Ganar lana dándole duro todo un año y luego pirarme para donde sea sin problemas.

Veremos si aguanto.

¿Cómo está Irene? Me imagino que feliz con el niño. No se le olvide mandarme una foto de él solo, a colores.

La Mé le manda saludos y le mandó a hacer un póster que esta misma tarde le pongo en el correo: es de esos carteles grandes de corridas de toros, en donde aparecen los nombres de los toreros y el suyo, o sea: Paco Camino, El Cordobés y León Bolaño. Es muy bonito.

De plata andamos a veces regulares y a veces bien, pero trabajando la Mé, trabajando yo y mi mamá con una beca para estudiar la onda de los niños deficientes mentales (que también la tendrá la Mé dentro de dos meses) nos va bastante bien.

La Mé tiene un novio catalán, un cabro de lo más buena gente, de izquierda anarquista, le mandaré una foto de él. Y de la Mé. Ambos están super agarrados.

En cuanto a mis asuntos literarios, publicaré con Bruno (que ya está viviendo con una chiquilla española) un libro de poemas. Mándeme los Plurales.

Saludos para todos, especialmente para Lupita.

Su hijo mayor: ROBERTO BOLAÑO

3-junio-77

Carta  a su padre 

Talvés, sólo talvés (sic), vaya a México de 8 a 6 meses invitado a la aparición de un libro mío. Es sólo una posibilidad de viajar de oquis (gratis, todos los gastos pagados).
Escríbame (¿arregló su FM2?).
Cuide a Irene. Cuide a su hijo.
ESCRIBA
RÁPIDO
¿A (sic) visto los últimos números de Plural, donde publico?
Pues yo no.
(Los cabrones de la revista no me los han mandado, así que si los puede conseguir y mandármelos, se lo agradecería, si no, no importa, no hay urgencia).
Un abrazote
(Ya tengo 24 años)
(horror)

Carta  a su padre 

Querido papá:

Ahora estoy en Francia nuevamente. El verano casi ha terminado y probablemente trabaje por acá unos 15 días en la cosecha de la uva.

La Mé se casó. Por la iglesia y por el civil, a la manera española. Su esposo, que es mi amigo, se llama Narcis Batallé Puigbert y es catalán, muy alto, muy europeo, de ojos azules. Qué diría mi abuelita Eugenia si hubiera sabido que una nieta suya volvería a su patria y aquí se casaría con otro catalán.

Los catalanes tienen su propio idioma. Sus propias costumbres. Es como un país (y lo es) dentro de España.

Ahora la Mé y Narcis viven en Sevilla. Me imagino que le escribirán. Si no pues en otra le mando la dirección de ellos, para que les escriba usted.

Saludos a Lupita, a Irene, al Kiko y a Joel y a sus respectivas esposas.

Y besos para mi hermanito.

Un abrazo de su hijo

Roberto

(En una de estas me caso yo también. Con una inglesa. ¿Qué tal?)

(Escríbame a la dirección de Barcelona. Volveré a España en un mes).


Carta  a su padre

Querido Papá:

Después de huevear de arriba para abajo y de abajo para arriba, casi al finalizar este año tengo OBLIGADAMENTE que pedirle que me mande 100 dólares cuando menos. Lo que pasa es que el invierno y el frío y una inglesita (Y después el matrimonio de María-Salomé, que se fueron a Sevilla pero ahora se vuelven a Barcelona, y mi mamá sin recibir el dinero de su beca y yo por primera vez en nueve meses sin trabajo, aunque en enero tengo chamba segura en Francia, en un barco pesquero; el problema es que estoy viviendo con una muchacha y no voy a andar con ella en el barco; y escribo mucho y me pagan poco, pa variar, etc, etc, etc).

Así que necesito que de mi herencia (si todavía es mi herencia, digo) saque 100 dólares MÍNIMO; si puede más, mejor. Así por lo menos tendré plata para brindar por usted, por mi hermanito, por Irene, los amigos de México a fin de año.

¿Cómo está Leoncito? Exactamente qué día de abril nació. Dígamelo en la próxima carta. Y mándeme fotos. Y ESCRÍBALE A LA MARIA-SALOMÉ DICIÉNDOLE ALGO POR SU MATRIMONIO. Ella le ha mandado una carta antes de casarse y otra después.

El dinero envíelo por giro, O sea que vaya Irene al banco, compre el giro en dólares (es una especie de cheque), y luego lo envíe por correo certificado. ME URGE ESA PLATA.

Bueno, saludos a todos, escriba, tenga otro hijo. Ya me gustó esto de ser el hermano mayor de un montón de chiquillos. Roberto Bolaño.

Carta  a su padre

Ojo: la prórroga de mi visa es el 4 de marzo, o sea que necesito la plata al tiro. (Confíe en que se la devolveré y mándemela.) En serio, papá, la necesito y rápido.

Por lo demás todo está bien. Mi mamá trabaja en Barcelona, en una galería de pintura. La Mé y su esposo no hayan (sic) la hora de irse a México. Y yo ahora vivo en Gerona, en una casa frente a la casa de la Mé, solo, sin compañera, y escribiendo, estudiando por la noche y trabajando los fines de semana en el camping.

Hace frío. Es lo único jodido de esta ciudad. Los Pirineos se ven nevados.

Escríbame, cuénteme cómo están los niños y cómo está Irene. Y mándeme las fotos que siempre le pido.

De Leoncito tengo tres fotos, pero de Eugenia ninguna (¿así se llama la niña, no?)

Bueno, un abrazo y a ver cuándo se toma unas vacaciones para España.

Su hijo R

Carta de Roberto Bolaño a su padre

Querido Papá:

Una vez más y contra mi voluntad debo escribirle pidiéndole dinero, le diré para qué lo necesito: estoy matriculado en la Escuela de Bellas Artes de Gerona y tengo, por tanto, visa de estudiante. Para refrendar la visa debo demostrar que soy solvente y que recibo dinero de afuera (en este caso de usted) para proseguir mis estudios. Dinero tengo, en el banco no mucho, pero tengo. Me falta que usted me envíe un cheque para demostrar lo segundo, es decir, que recibo dinero del extranjero. Esto último es indispensable para que me prorroguen la visa.

Así que por favor mándeme un cheque de 200 dólares. No menos de esa cantidad (200 dólares son 14.000 pesetas, harto poco para España si usted tiene en mente que aquí lo menos que cualquiera gana al mes son 30.000 pesetas). Yo no sé qué tanto sean 200 dólares en pesos mexicanos o si va a ser un gasto muy grande para usted, pero mándemelo como préstamos y yo se lo devuelvo con la Mé. Ella estará en México para abril, a más tardar mayo. Yo le devolvería el dinero con ella.

Carta de Roberto Bolaño a su padre

Querido Papá:

Triste noticia la de la muerte de mi tía Isabel. Pero qué se le va a hacer. ÁNIMO. No puedo decirle más. La muerte es una mierda y nada se puede hacer delante de ella sino seguir vivos.
*
Yo sigo dando tumbos. Este verano lo he trabajado entero en el camping, de vigilante, y después, en noviembre, recogeré piñas de todo los pinares de Castelldafels y después, en diciembre, no sé, tal vez me vaya con la música a otra parte.
*
La Mé y Narcís me dicen que en enero se van a México. Ya le escribieron. En fin. Deles mi pieza mientras están en la casa.
*
Saludos a Irene y besos a los niños (Mándeme una foto de mi hermanita para conocerla)

Un abrazo muy fuerte de Roberto.

Descifrando a Bolaño

25/Octubre/2015
Confabulario
Orlando Cruzcamarillo

En su libro Vida de Rimbaud, Jean Marie Carré apunta que a su biografiado le han llamado “mistificador insigne” por su recurrente manía de mentir sobre su vida. No obstante, Carré no duda en acudir a la obra poética “cada vez que aclare su vida”. Por elusivo que sea Rimbaud, sabe que ha dejado pistas en su literatura. No son pocos los autores que han hecho lo mismo. Uno de los casos más célebres de las últimas décadas es Roberto Bolaño: la mayoría de las veces distorsionó fechas o detalles de su vida que dio por verídicos, lo que obliga a confrontar los diferentes testimonios que hay para irlo cercando.

Una serie de nueve cartas enviadas por Roberto Bolaño a sus padres desde Chile y España (algunas de ellas inéditas en su totalidad y otras publicadas íntegras por primera vez), abona elementos para esclarecer dos momentos clave en la vida del novelista: el primero su supuesta presencia en Chile durante el golpe militar de 1973 y el segundo su estancia en España a finales de esa misma década, desempeñándose en múltiples oficios alimenticios mientras escribe su obra.

Un viaje a Sudamérica

La familia Bolaño Ávalos llegó a México en 1968. Conformada por León, Victoria, Roberto y Salomé (hija menor), esta familia se aprestó a establecerse en su segundo país y en su enésima ciudad, el DF. Al respecto Roberto declaró: “Yo siempre creí que todas las familias chilenas se trasladaban mucho; en realidad, sólo era la mía.” Primero llegaron a vivir en la colonia Nápoles y no mucho después se mudaron a la colonia Guadalupe Tepeyac, en la calle de Samuel 27, a unas calles de la Basílica de Guadalupe. 1968 el DF recibió al adolescente Roberto de 15 años con la matanza de estudiantes en Tlatelolco recién perpetrada, hecho que lo marcó y abordó brevemente en Los detectives salvajes y de manera central enAmuleto.

En 1971 el poeta Jaime Quezada, de 27 años, llegó a incomodar las tardes solitarias de Roberto. “Yo deseaba conocer esa familia, ahora mexicana, de la cual mucho me había hablado mi hermana (pues la mamá de Roberto era su amiga), saludarla en nombre de ella y entregarle personalmente los mensajes chilenos que traía. ‘Ven para acá, esta misma noche a cenar con nosotros’, me dijo cuando la llamé por teléfono”, cuenta Quezada vía correo electrónico desde su natal Chile. Animado por las generosas palabras de Victoria Ávalos, (“quédate a vivir con nosotros todo el tiempo que quieras”), el joven poeta termina siendo miembro honorario de la familia Bolaño Ávalos por casi dos años (de 1971 a 1972); incluyendo la mudanza a Samuel 27. ¿Cómo te recibe Roberto?, le pregunto. “Con los brazos abiertos sería mucho decir, mejor con cautelosa y prudente alegría, como olfateando primero al forastero… Pero aquello de sentir en mí el dejo de lo chileno y el ir contando la experiencia toda de mi viaje fue luego seduciéndolo en un fraternal acercamiento…” Con el régimen del presidente Salvador Allende, Jaime Quezada siente “un llamado de acción y de estar en el día a día del país” y decide regresar a Chile a finales de 1972.

Meses después, instigado por la aventura y deseoso de vivir el momento político de su país natal, Roberto emprende el viaje vía terrestre y marítima. Jaime Quezada calcula que debió partir de México “en los días primeros de agosto, o bien, hacia las semanas últimas del mes de julio” de 1973. Sobre este viaje se ha debatido mucho, incluso algunos dudan que Roberto lo realizara. Lo que más se ha puesto en tela de juicio es su presencia durante el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Sobre todo a partir de un reportaje firmado por Larry Rohter en The New York Times en el 20094, donde se duda de dicha estancia y se menciona que Roberto se trasladó a Chile en 1970. En cuanto al viaje de 1973, la primera de las cartas lo confirma, además del testimonio de Jaime Quezada, quien fungió como su anfitrión en la capital chilena. Todo indica que Roberto envió a su mamá esta carta. En su amplio recuento de hechos, la primera ciudad que Roberto menciona es Managua, lo que abre la posibilidad de que haya una o más cartas (¿perdidas, destruidas, cuántas?) que narrarían la parte previa de su periplo. A su paso Roberto chulea a las costarricenses, en la ciudad de Panamá camina “sin rumbo”, atraviesa la línea del Ecuador, donde cuenta que no fue a una fiesta en primera clase por no llevar corbata y traje. En Perú pierde su boleto y por poco no lo dejan embarcar y finalmente llega a Valparaíso, pero “el barco no pueden atracar” e indica por única vez la fecha: “(es el 4 de septiembre)”. Al siguiente día aborda el tren que lo llevará a Santiago. Sin embargo, el tren sufre un desperfecto que le puede costar la vida y que narra brevemente en la carta. “En fin, toda una odisea, una ulisea y llegué a Santiago.”

Jaime Quezada lo recuerda porque tocó la puerta de su casa en el barrio de La Cisterna: “Llega a Santiago de Chile la tarde del jueves 30 de agosto de 1973”. El look del joven escritor, “su revuelta y despeinada cabellera… su vistoso cinturón con ancha hebilla de vainas de fusil”, además de su acento mexicano no es el más adecuado para los controles militares cada vez más férreos. El mismo día de su llegada salen a las calles de Santiago que se muestran efervescentes: mítines a favor y en contra de Allende. Años después, en 1998, Roberto sería entrevistado por Milhaly Dés, quien le pregunta: “¿Recuerda todavía el golpe?” Roberto se explaya: “Yo vivía en casa de Jaime Quezada, que ahora es un poeta casi oficial. En aquella época era un poeta joven, amigo de mi madre. Me despertó temblando y me dijo: Roberto, han dado un golpe los militares. Lo primero que recuerdo es haber dicho: Dónde están las armas, que yo me voy a luchar, y Jaime diciéndome: No salgas, no vayas, ¿qué le voy a decir a tu mamá si te pasa algo? Yo no conocía el barrio y Jaime estaba dispuesto a quedarse encerrado todo el día en casa. Fue muy divertido. Fui a casa de un chaval que sabía que era de izquierda y le pregunté: ¿Quién está organizando la resistencia en el barrio? Porque yo voy de voluntario…”

Las interrogantes siguen: “¿Estaba realmente organizada la resistencia?” “¿Llegaron a hacer algo?” Y las respuestas minuciosas y desbocadas también: “Y fuimos juntos a la célula comunista… Llegamos allí y decimos, “qué hay qué hacer”… me dan un seudónimo… como una película de los hermanos Marx… Era una locura absoluta… sólo bombas molotov. Y así fue el día.” Llega el momento en que, en la película, Roberto es apresado en un retén por un teniente de carabineros: “Me puso como uno de los diez más buscados de Chile, por lo menos. El hombre estaba inflando su captura, claro”. Enseguida salen a escena dos héroes inesperados, dos ex compañeros de liceo convertidos en policías que, asegura Roberto, lo rescataron de su encierro. “¡Pero si en Llamadas telefónicas hay un cuento que narra exactamente eso! Yo pensaba que era puro invento, un juego literario”, suelta sorprendido su entrevistador. El cuento al que se refiere es “Detectives”, que en una parte dice: “¿Te acuerdas del compañero de liceo que tuvimos preso?”, pregunta uno de ellos. “Sí, Arturo, a los 15 se fue a México y a los 20 volvió a Chile”, responde su compañero. Otro cuento, “Carnet de Baile” alude al mismo episodio, comienza con pasajes biográficos enumerados (comprobables por otros testimonios) y poco a poco se transforma en una historia delirante donde aparecen Hitler y Neruda. La parte del golpe y sus amigos policías está casi a la mitad, lo que puede ser muy significativo. Entre la verdad y la ficción. Para no variar, en “Carnet de Baile” se contradice con la fecha de arribo que escribió en su carta (4 de septiembre), ahora coincide con el mes que Jaime nos dio: “25. Llegué a Chile en agosto de 1973. Quería participar en la construcción del socialismo… 28. El once de septiembre me presento en la misma célula operativa donde yo vivía…31. En noviembre, mientras viajaba de Los Ángeles a Concepción, me detuvieron en un control de carretera y me metieron preso… 35. En enero de 1974 me marché de Chile…”

Él era una novela”

“Le gustaba eso de inventar cosas, crear su propio mito”, me explica vía telefónica Carla Rippey, quien fuera muy amiga de Roberto, al igual que su ex esposo, Ricardo Pascoe quien estudiaba su maestría en Chile en 1973. Recién operado de la espalda y con un collarín que lo hace ver más alto de lo que es, Pascoe me recibe amablemente en su casa. “Yo sé que no estuvo”, dice seguro de sí mismo y agrega, “Roberto era una novela, no sólo era un novelista, él era una novela”. Cuenta que varias veces le preguntó si había estado durante la asonada militar y siempre le respondió con evasivas. Incluso le escuchó a Roberto narrar a sus propios amigos lo que antes él mismo le había contado sobre el golpe.

En El año de la ira, diario de un poeta chileno en Chile, Jaime Quezada escribe que el golpe militar sorprende a Roberto “visitando familiares en Los Ángeles y en Mulchén” y no en su casa, como Roberto gustaba afirmar. Así mismo Jaime Quezada declaró ante el periodista Joaquín Sánchez Mariño, de La Nación, que el día del golpe militar estaban en su casa y que Roberto nunca preguntó dónde estaban las armas. Tan sólo se quedaron en la casa porque no se sabían muy bien lo que acontecía afuera y todo era muy peligroso. Al respecto, Jaime me escribe: “pareciera aparentemente una contradicción, pero no hay tal. El mismísimo martes 11 de septiembre Roberto estaba en mi casa, aquí en Santiago… Tres días después Roberto viajó a Mulchén y Los Ángeles”. Lo de su libro se lo atribuye a una mala redacción que corrigió en ediciones posteriores.

En cuanto a los supuestos salvadores de Bolaño, el periodista Andrés Gómez los encuentra y publica en el diario chileno La Tercera un reportaje llamado “Los verdaderos detectives de Bolaño” (2006). Roberto Arriagada y Renato Czischke, son sus nombres y el primero le cuenta a Gómez: “Nos preocupamos por atenderlo bien, ayudarlo a comer e ir al baño. Sé que se sintió agradecido”. No obstante el periodista toma sus precauciones y escribe al final: “Cierto o no, el hecho es que Bolaño no olvidó el episodio”

El salto a España

A mediados de los setentas el matrimonio de León Bolaño y Victoria Ávalos termina. Victoria y su hija Salomé (que en las cartas aparece como Mé) se marchan a España, quedando León a cargo de Roberto. Por esos días el padre del escritor comienza a cortejar a una joven vecina llamada Irene Mendoza, con quien termina casándose. “Roberto llegó cuando teníamos muy poquito de vivir juntos: tendría 23, 24 años… Aproximadamente estuvo año y medio o cerca de dos años, pero relativamente era poco lo que convivíamos porque yo trabajaba”, me platica en su casa de Cadereyta, Querétaro, la señora Irene Mendoza.

Roberto termina marchándose a España en 1977. La segunda carta (que, a pesar de no estar fechada, podemos datar en el mismo 1977) Roberto le pregunta a su papá: “¿El niño fue mujer o hombre?”. (Se refiere al primer hijo que tuvieron Irene y León Bolaño). Además escribe que está bien España, pero: “extraño mucho a México, que es como mi segunda patria, si alguna vez tuve una”.

La tercera carta es la única que fecha: 3 de junio de 1977. Ya sabe que su hermano fue niño y que se llama León. En la cuarta, posiblemente del 78, escribe: “…necesito de mi herencia (si todavía es mi herencia, digo) saque 100 dólares MÍNIMO…” Aquello de la “herencia” enojó a su papá a tal grado que le envió el dinero, pero jamás respondió las cartas posteriores, forjándose un silencio entre ambos de alrededor de veinte años. Al menos así dice el mito que todo mundo acepta, incluso los Bolaño mexicanos. Sin embargo, dos cartas demuestran que el rompimiento no fue tan abrupto. En una posterior misiva Roberto le vuelve a pedir dinero a su papá y le pide una foto de su nueva hermanita, “Eugenia”. Otra más, tal vez de 1979 o de 1980, y entonces, suponiendo que no hubo más, sí vino el silencio. El reencuentro se va a dar por el esfuerzo de León Bolaño Mendoza: “Siempre viví con la cosa esta de que mi papá le había dejado de hablar a mi hermano. Se le ocurrió ofenderlo supuestamente a mi papá a través de una carta”. Así que logra dejarle un mensaje con un número telefónico en Blanes donde vivía Roberto. Una madrugada de 1998 Roberto marca al teléfono de Cadereyta y responde su papá. León siempre le reclamó a su hermano por qué no venía a México a visitar a su papá y Roberto le decía que por cuestiones de salud. Aunque nunca se imaginó la gravedad de su hermano, decidió regalarle un viaje a sus padres para fueran a ver a Roberto en Madrid en el año 2000. Tres años después moriría Roberto y a los cinco lo seguiría su padre.