domingo, 14 de julio de 2013

Bolaño, el antidivo por excelencia

13/Julio/2013
Confabulario
Yaneth Aguílar Sosa


Antes de conocerlo personalmente, el célebre editor español Jorge Herralde ya se había dejado seducir por la obra narrativa de Roberto Bolaño cuando el chileno presentó a concurso su libro La literatura nazi en América, que finalmente Anagrama no publicó, pero gestó la amistad.

En entrevista con EL UNIVERSAL, vía correo electrónico desde Santiago de Chile, donde se encuentra para participar en el homenaje para el autor de Los detectives salvajes2666 y Putas asesinas, Herralde rememora cómo fichó a Bolaño para Anagrama; habla de su amistad, así como del paso por México y los últimos proyectos literarios del narrador y poeta que murió a los 50 años.

-¿Antes de Los detectives salvajes había leído a Bolaño? ¿Cómo fue su primer encuentro?

-Había leído en manuscrito La literatura nazi en América, que presentó a nuestro premio de novela en el verano de 1995: la leí, me gustó mucho, pero antes de la reunión del jurado me escribió y me dijo que acababa de contratarla con otra editorial. No sabía nada de su vida ni de sus premios ni de los rechazos editoriales de sus novelas, por lo que me sorprendió desagradablemente. Le escribí invitándole a pasar por Anagrama cuando viniese a Barcelona y así lo hizo a las pocas semanas.

Me dijo que había enviado simultáneamente el manuscrito a varias editoriales para ganar tiempo, pero que él se sentía literariamente vinculado al sello que publicaba a Perec, Nabokov, Pitol, Pombo, Marías, Vila-Matas, Villoro, Alan Pauls. Estuvimos horas hablando y me envió al poco tiempo una extraordinaria novela breve, Estrella distante, que me pareció una joya. La publiqué en 1996, con magnífica acogida por parte de los críticos literarios más sagaces, le siguió en 1997 el libro de cuentos Llamadas telefónicas. Es decir, había leído una novela breve, un libro de cuentos y un singular artefacto: La literatura nazi en América que estaba en la estela de Borges, Marcel Schwob y J. Rodolfo Wilcock.

-¿Cuáles fueron los primeros comentarios de usted y del jurado ante Los detectives salvajes?

Aunque en las distancias cortas, como las tres mencionadas, el talento de Bolaño destacaba ya esplendorosamente, Los detectives salvajes supuso un salto cualitativo y un nivel de ambición asombrosos. Estábamos todos convencidos de que nos hallábamos ante una obra maestra y un escritor llamado a perdurar.

-¿Cómo califica la etapa de Bolaño en México?

-México fue la etapa de formación de Bolaño como poeta. Y como poeta se definió a sí mismo durante muchos años. Sólo a raíz del nacimiento de su adorado hijo Lautaro se decidió a escribir novelas, para que no sufriera penurias económicas. Decisión de un optimismo militante ya que el tipo de literatura que quería escribir no parecía destinada a tener muchos lectores. Pero finalmente Roberto tuvo razón: su decisión no sólo fue un gran acierto literario sino que tuvo una gran difusión en lengua española y en otros países, en especial en el muy difícil mercado de Estados Unidos. Posiblemente 2666 y Cien años de soledad hayan sido los dos mayores fenómenos hispanos de ventas en ese país, en el ámbito de la gran literatura.

-¿Cómo fue la relación que sostuvo con Bolaño? ¿Cercanos hasta el último día de su vida y hasta su última novela?

-Tuve una sólida amistad, complicidad literaria y desde luego dedicación editorial hasta su muerte. Roberto era un fetichista de las listas, como su muy admirado Georges Perec, él quería ingresar lo antes posible en la lista de los escritores con más de 10 libros publicados en Anagrama. Se afanó en publicar un libro por año (dos en una ocasión), la mayoría inéditos y un par de rescates. Hoy tiene 19 títulos en el catálogo. La última tarde que lo vi, en la editorial, me dejó un disquete con los textos de El gaucho insufrible, listo para publicar, y me habló largamente de 2666. Al día siguiente, por un inesperado agravamiento de su estado de salud tuvo que ingresar en el hospital Vall d’Hebron, en el que falleció poco después.

-¿Cómo fue el Bolaño que conoció a finales de 1998 con respecto al escritor de renombre internacional de 2003?

-Pues diría que muy similar. Era el antidivo por excelencia. Y su pasión fundamental era escribir, escribir y escribir. Y leer muchísimo con una voracidad impresionante. Y ver televisión y cine y charlar por teléfono con sus amigos. Y adoraba a sus hijos.

-¿Murió siendo un escritor con muchas historias que contar? ¿Hoy en día se sigue leyendo mucho a Bolaño y hay lectores en otras lenguas que lo están descubriendo?

-Estaba obsesionado con 2666, a la que había dedicado tantas energías. Por otra parte, de acuerdo con el dictamen de Ignacio Echevarría, la obra toda de Bolaño estaba gobernada por “la poética de la inconclusión”. Es decir que pertenece, con todos los honores, al club de grandes novelas “inacabadas” de la literatura universal como Bouvard et Pécuchet o El hombre sin atributos, entre otras catedrales narrativas.

-¿Cómo están las ventas hoy de Bolaño? ¿A cuántos idiomas se ha traducido su obra?

-Los libros de Bolaño se han ido convirtiendo, inesperadamente, en best sellers y/o long sellers. Los más vendidos, con gran diferencia, son Los detectives salvajes, con ventas cercanas a los 200 mil ejemplares, y 2666 ha superado los 120 mil, seguidos por Estrella distante. Sus obras se reimprimen con regularidad en España y en países de América Latina. Desde 1966 hasta 2008, en los que Anagrama se ocupó de sus derechos de traducción, (desde entonces se encarga la agencia Wylie) se realizaron más de 50 contratos en las mejores editoriales internacionales como Christian Bourgois en Francia, Hanser y Antje Kunstmann en Alemania, Sellerio y Adelphi en Italia, Harvill en Gran Bretaña, Meulenhoff en Holanda, New Directions y Farrar, Straus and Giroux en Estado Unidos o Companhia das Letras en Brasil, entre otras.

Pero tras la explosión norteamericana con Los detectives salvajes y sobre todo con 2666, publicadas ambas por Farrar, Straus and Giroux, en 2007 y 2008 respectivamente, se produjo un efecto “contagioso” que incrementó tanto sus ventas como el número de traducciones.

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