sábado, 1 de febrero de 2014

Yo estoy obsesionado contigo

1/Febrero/2014
Laberinto
Claudia Guillén

Así como la memoria no tiene una ruta lineal para ordenar nuestros recuerdos, podemos advertir que la estructura temporal de la novela Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco parece retomar esta lógica no lineal y así dotar al narrador de una voz persuasiva que nos integra en los años de cuando Carlitos, el protagonista, cursaba la primaria en un colegio de la colonia Roma, adonde acudían niños de diferente perfil económico y, también, de diferentes nacionalidades. Convirtiéndose en una suerte de pequeño cosmos internacional, dado que el contexto de la época que es el de la Segunda Guerra Mundial, dio pie a que se diera una constante migración de los países afectados por ésta.


Sabemos que Las batallas en el desierto fue publicada en 1981 por la editorial Era, sin embargo, antes de tener una salida editorial apareció como un relato en el suplemento “Sábado”, dirigido por Huberto Batis, del periódico unomásuno. Cuando Neus Espresate lo leyó, le pidió a José Emilio que lo publicaran como libro, pues se trataba de un “relato ejemplar” dentro de la narrativa breve. Pacheco tenía 42 años de edad y, desde hacía mucho tiempo, alimentaba sus preocupaciones literarias llevando a cabo un registro de la memoria a través de elementos que alimentaran su obsesión por la Ciudad de México, así que tanto la historia de Carlitos, como la de la fisonomía de la ciudad, parecen mimetizarse. Es decir, conforme transcurre la trama podemos reconocer a una ciudad enmarcada por costumbres sociales, políticas y culturales ya desaparecidas. Se trata, pues, del período en que la modernidad aplasta a la tradición mexicana y se presentan nuevas formas de vida: se integran diversos giros lingüísticos; desaparecen edificios emblemáticos; la cultura gastronómica estadunidense se eleva para dar estatus a los pobladores. Con ello, el lector se vuelve testigo del derrumbe de esa época.

A treinta años de su publicación, la editorial Era llevó a cabo la edición conmemorativa de Las batallas en el desierto, cuando el autor ya contaba 72 años de edad. En esta edición solo modificó la edad del padre de Carlitos, a saber, en la primera edición y las subsecuentes él era: “un hombre viejísimo de 42 años” (p.47.) Y en la edición del 2011, el padre era “un hombre viejísimo de 48 años” (p. 47.) Dato curioso, si nos detenemos a pensar que cuando se publica por primera vez esta novela corta, Pacheco tenía esa edad, es decir, 42 años. Esta coincidencia, junto con la relectura de su relato desde otra época de su vida, quizá le permitió al autor afianzar, aún más, su relación con el tiempo. Reafirmando esta obsesión, como la que tenía Carlitos por Mariana, o como la obsesión que trazó gran parte de su literatura: relatar la fisonomía de esta ciudad cuantas veces fuera necesario, para que su rostro quedara intacto y permaneciera en el tiempo a través de la literatura.

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