miércoles, 7 de junio de 2017

Juan Goytisolo: la literatura como rebeldía

7/Junio/2017
La Jornada
Javier Aranda Luna

Juan Goytisolo estaba seguro de que las obras más enjundiosas y ricas de los últimos años se las debemos a la lectura moderna de Cervantes y Góngora hecha por Borges y Lezama Lima, gracias a la cual se produjo la espléndida floración novelesca de los años sesenta y setenta. Y decía más en un ensayo publicado en el número 207-208 de la revista Quimera:

Pero los escritores jóvenes del Nuevo Mundo no parecen estar a la altura de sus maestros.

En un ambiente donde la cortesía se ha confundido con la cortesanía y la crítica literaria se ha convertido en un engrane más del mercado de libros, razonar en la plaza pública de esa manera no parecía ser la mejor forma de hacerse de amigos.

Pero a Juan Goytisolo le importaba más el amor por la verdad, razonando en voz alta, que la verdad sospechosa. Sabía, como su amigo Octavio Paz, que para ejercer la crítica debía aprender a ser impopular. Cortarse las uñas y limarse los dientes a la hora de ejercer la crítica sirve para mantener esa zona de confort donde las amistades florecen y los cocteles se multiplican, pero hacen del escritor un equilibrista que va de un lado al otro sin decir nada.

En un ensayo publicado en el volumen Contra las sagradas formas volvía sobre el asunto: la proliferación de obras mediocres y de reseñas que las ponen por las nubes han creado un océano de conformismo y mal gusto...

Para Goytisolo, quien falleció a los 86 años el pasado 4 de junio en Marrakech, al poder arrasador del mercado y de los consorcios editoriales que sólo quieren aumentar sus ventas, se añade la colaboración, de ordinario interesada, del gremio de los reseñadores literarios, cuyo aval a esa mercadotecnia, ya sea por incompetencia o servilismo completa la operación de vender altramuz por pistacho al ciudadano convencido de adquirir una obra maestra cuando ésta es solamente un refrito de materiales caducos y que incluso huele mal. Y vaya que Goytisolo conocía la industria del libro: desde su posición como asesor editorial de Gallimard debe haber visto más cosas entre el cielo y la tierra del mundo libresco que las que podamos imaginar.
El jurado presidido por Álvaro Mutis justificó el reconocimiento a Goytisolo por ser un autor que transita entre el ensayo creador y una narrativa habitada por la poesía, pero también porque en el escritor importa no sólo la dimensión de su literatura sino su talante de hombre rebelde, intempestivo y crítico.

Pero Goytisolo no sólo se opuso a los modelos autoritarios de cualquier tipo y apostó por la tolerancia. También rescató la obra de otros heterodoxos marginados por la tradición literaria. Significativamente por la obra de José María Blanco White y Francisco Delicado.

No conozco mejores acercamientos al fenómeno migratorio que los hechos por Goytisolo. Más puntual que la Academia y los expertos nos mostró en bastantes ensayos esta verdad de oro que extrajo de Las mil y una noches y que define el ir y venir de hombres y pueblos enteros más allá de sus fronteras: El mundo es la casa de los que no la tienen.

Imposible no mencionar sus lecturas sobre Las mil y una noches ni su discurso al recibir el Premio Cervantes cuando señaló, sin pelos en la lengua, que la Academia más que preocuparse por localizar los huesos del autor del Quijote para comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas probablemente en China, debería sacar a la luz los episodios oscuros de su vida.

¿Cuántos lectores del Quijote, dijo, conocen las estrecheces y miseria que padeció, su denegada solicitud de emigrar a América, sus negocios fracasados, estancia en la cárcel sevillana por deudas, difícil acomodo en el barrio malfamado del Rastro de Valladolid con su esposa, hija, hermana y sobrina en 1605, año de la Primera Parte de su novela, en los márgenes más promiscuos y bajos de la sociedad?

Decenas de novelas, reportajes, ensayos, poemas, atravesados por la vida real le deparan una presencia constante entre los indignados y los rebeldes, y entre quienes vean en la literatura una Odisea.

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