domingo, 15 de febrero de 2015

El multifacético Huberto Batis

15/Febrero/2015
Jornada Semanal
Luis Chumacero

Huberto Batis pertenece a ese grupo de lectores, escritores, bibliófilos, investigadores, editores que además de la creación, también se han dedicado a la enseñanza, a la formación de creadores, a la crítica y a la difusión de la literatura y a buena parte de nuestra cultura.
Ha formado parte del Centro de Estudios Literarios de la UNAM y dirigió con Carlos Valdés, de quien afirma que falta el que le dé el lugar que merece en nuestra literatura, la revista Cuadernos del Viento, la Revista de Bellas Artes; fue coeditor de la colección SepSetentas, que incluía en su catálogo de publicaciones obras de historia, de antropología, de crítica cinematográfica, de mitología prehispánica, de ensayos sobre historiadores, antes de haber dirigido Sábado, suplemento cultural del diario unomásuno, que para muchos jóvenes escritores se convirtió en una escuela de creación y de cómo hacer ediciones, porque la oficina-escritorio de Batis siempre estaba abierta para escuchar, para sugerir lecturas, resolver dudas y en ocasiones desechar artículos que no merecían publicarse. 
Quizá la obra más conocida de Huberto Batis sea su investigación sobre El Renacimiento, el periódico semanal que había fundado Ignacio Manuel Altamirano en 1869. El estudio preliminar de Índices de El Renacimiento es más que eso, porque se lee como un libro que narra buena parte de la historia de nuestra literatura; de política, de diferencias y pugnas que posteriormente fortalecerán a los conservadores y simpatizantes de Porfirio Díaz. Índices… es un recorrido por las causas de las crisis económicas en ese lapso del siglo XIX, de la recesión. Nos acerca a la vida cultural de esa etapa, a quienes participaban en los movimientos literarios cuenta las afinidades ideológicas de la prensa, como la que defendían La Voz de México, La Sociedad Católica, además de las labores, las presencias y las obras de, entre otros, Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, José Díaz Covarrubias, José Tomás de Cuéllar, Hilarión Frías y Soto, Guillermo Prieto.
La actividad y la disciplina de Huberto Batis como ensayista, crítico y editor se reflejan también en Estética de lo obsceno, Lo que Cuadernos del Viento nos dejó y Por sus comas los conoceréis. El primer libro es una selección de reseñas sobre literatura erótica, sus presentes obsesiones, y una indagación acerca de la importancia que tiene la pornografía. En palabras de Herbert Read, la censura sólo sirve para “agravar la dolencia de las fantasías sexuales viciosas de una sociedad decadente”. No hay que olvidar la persecución de que fue objeto D. H. Lawrence después de publicar The Rainbow. Batis se vale del juicio y de las conclusiones de abogados, de psicoanalistas, de escritores y de filósofos para determinar qué es la pornografía, y a lo único que se puede llegar es a que resulta contraproducente prohibirla y sólo puede definirse en términos legales.
Los autores que Batis ha elegido para referirse a lo erótico son, entre otros, Pierre de Bourdeilles, Abad de Brantôme, autor de Las damas elegantes, donde cuenta acerca de cómo las mujeres en la corte en el palacio de Louvre escondían miembros artificiales en los arcones de sus habitaciones. Oskar Panizza, con El concilio del amor, nos presenta una Trinidad decrépita, exhausta, que convoca a un Demonio fresco, inteligente, para que cree una mujer que sirva como flagelo y venga al mundo en nombre del Señor a castigar al hombre, porque la tarea del Cielo es detener la obscenidad humana y así el Diablo debe contagiar con su semen luético a una mujer suficientemente mala para esparcir el mal.
Tres capítulos están dedicados. El primero a Georges Bataille; el segundo a Henry Miller, y el tercero a Anäis Nin, por quienes Batis ha manifestado en muchas ocasiones su admiración. Madame Eduarda es el relato acerca de la posesión de una puta, la huida del burdel que termina con lo que podría ser un ataque epileptoide. Batis concluye que es un relato poético y al mismo tiempo una discusión teológica acerca de los principios del mal y de las tinieblas, o sea, la muerte.
Acerca de Henry Miller, Batis se pregunta si hay que considerarlo sádico u obsceno. Un solitario que jamás se acercó en París al grupo de quienes se reunían con Gertrude Stein, como William Faulkner, Ernest Hemingway, Sherwood Anderson, etcétera. El demonio y el salvaje que era Miller encontró en el dibujo o en la pintura parte de la emoción que no acababa de manifestar o recrear en su literatura, como también lo había hecho D. H. Lawrence.
De Anäis Nin nos recuerda cómo su amistad con Henry Miller y su esposa le hizo comprender que era necesario “acabar con la canonización de la mujer… sobre todo la de aquellas que gustan ser tratadas como objetos sexuales”. La tarea, según Anäis Nin, es encontrar una mujer nueva, que aquella que esté naciendo “sea liberada completamente de la culpabilidad de crear y autodesarrollarse”. El subcapítulo dedicado a su biografía y a Delta de Venus es un relato en que Anäis Nin confiesa que escribía cuentos por encargo y se obsesionaba por las narraciones en que no podía avanzar porque no encontraba la manera antes de lograr una fusión entre sexualidad y sentimiento, entre sensualidad y emoción.
La conclusión de Huberto Batis acerca del erotismo y la pornografía, después de dedicarle en el mismo Estética de lo obsceno un capítulo a un libro del historiador A. L. Rowse, traducido como Homosexuales en la historia. Estudio de la ambivalencia en la sociedad, la literatura y las artes, en que se hace pública la vida de reyes, poetas, filósofos, secretarios de Estado “diferentes”, y de erotismo para mujeres y para hombres, deseos morbosos y códigos de decencia, es que “sólo cuando la ley intervino para condenar la obscenidad aparecieron las perversiones en los libros como elemento de rutina destinado a la excitación erótica”.
Lo que Cuadernos del Viento nos dejó es el relato de cómo se fundó esa revista, que se publicó de agosto de 1960 a enero de 1967 , y es un testimonio, una narración de cómo Batis descubre su vocación de lector, de hombre de letras y su relación con cuentistas, novelistas, poetas, editores, actores. Cuenta con un tono desenfadado, coloquial, cómo conoció el mundo literario de aquella época, anécdotas acerca de otras revistas, sus primeros encuentros con quienes dirigían centros culturales, con escritores mayores, burócratas y políticos, además de la lucha por poner en circulación una revista. También, cómo se armaron algunos números, cómo llegaban los textos, las animadversiones hacia Batis por haber publicado un artículo en contra de un poeta que, según Fernando Benítez, estaba más cerca de la burocracia que de la poesía.
Las revistas literarias han tenido un proyecto, han representado tendencias, intereses, y el relato puede sintetizarse en que no es la autobiografía de Batis (el libro se anunció como la primera entrega de sus memorias), sino una narración de los esfuerzos de una generación de escritores que han dado obras de importancia, como José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Salvador Elizondo, Gustavo Sainz, José Agustín, Inés Arredondo, Beatriz Espejo.
Por sus comas los conoceréis reúne conversaciones con Batis, textos suyos y de otros escritores acerca de revistas literarias, entrevistas con Juan García Ponce e Inés Arredondo sobre la Revista Mexicana de Literatura, sus acercamientos al cine, su admiración compartida con Emmanuel Carballo, contada en una conversación telefónica, por la poesía de Efraín Huerta, en ese momento recientemente fallecido, y por Elena Garro durante una emisión del programa de radio que Batis tenía con Carballo, Crítica de las Artes, Sección Literatura, y que desapareció de Radio Universidad porque, afirmaba Carballo, era un programa “atrevido y libérrimo”.
Huberto Batis es un promotor y un animador de trascendencia en la vida intelectual y literaria de México. Su generosidad ha sido proverbial y ha compartido sus conocimientos, su biblioteca y hemeroteca no solamente en las aulas. También lo ha hecho en las publicaciones culturales que ha dirigido. En sus conversaciones enseña literatura, historia, recuerda pormenores del mundo literario, con la sencillez de quien siente que compartir su conocimiento es una parte de estar y sentirse vivo.

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