sábado, 3 de noviembre de 2018

El último mariscal estridentista

26/Octubre/3018
Contra Réplica
Alberto Rodriguez

En 1997, Germán List Arzubide, último sobreviviente del estridentismo, recibía una serie de homenajes institucionales que culminarían con la recepción del Premio Nacional de Ciencias y Artes. Con 99 años acumulados y poseedor de una legendaria vitalidad, su figura parecía hacer efectiva la promesa lanzada por la vanguardia estridentista de que en 1927 habrían inventado la eternidad. No fue así, y el 17 de octubre de 1998 muere el último sobreviviente de una generación de artistas cuya labor forjaría el arte mexicano moderno.

▶ Profeta del presente, List Arzubide se consideraba una auténtico “joven de cien años”, que entonces paladeaba con entusiasmo la estridente subcultura del rock, que por aquellos años en México comenzaba a salir de la marginalidad y se felicitaba “por haber alcanzado la época del rock, porque es la conmoción del presente, lo invocador, lo creativo, lo cósmico”.

Hacia la mitad de los noventa, el estridentismo comienza a salir del ostracismo para obtener una creciente atención pública; quien la recibe es List Arzubide que al hacer el balance, apuntaba: “Sin esperarlo, se dieron fortuitamente los tres acontecimientos que nos salvaron: la publicación del libro de Luis Mario Schneider, mi pervivencia fisiológica y la invención de la fotocopiadora”.

En efecto, la longevidad de List le valió recibir en su persona los homenajes oficiales al estridentismo y devenir así la figura más visible del movimiento.

Sin embargo, además de su célebre longevidad, la figura de List debería ser considerada uno de los pilares del vanguardismo mexicano y no marginarlo al rol de mero epígono, para lo cual debe ponderarse su trabajo poético donde los procedimientos vanguardistas se radicalizan, además de su labor como artífice importante de los proyectos editoriales del grupo y, especialmente, su papel como estratega y propagandista del grupo.

El inicio del estridentismo se debe en principio a la labor solitaria de Manuel Maples Arce, a quien por mucho tiempo se le consideró el único poeta de calidad del grupo, dejando en la sombra la obra de List, quien al igual que el movimiento padeció ciertamente el ninguneo histórico perpetrado en su contra; también quizá la poesía de List ha operado en contra suya al llevar al límite ciertos recursos de la vanguardia, colocándola, como presumía el vanguardista peruano Alberto Hidalgo, “a la izquierda de la izquierda”.

En ese sentido, es significativo el comentario del mismo Maples Arce, cuando señalaba que, en la poesía de List, “las palabras, en su relación disocial, nunca llegan a ser lo que en realidad serían”. En la apreciación que Maples Arce hace en la presentación de Esquina, primer libro de List, se deja entrever, en medio de la ironía, un velado pero efectivo reclamo a los excesos vanguardistas del poeta.

Al referirse a los “maravillosos sucesos ideológicos”, que ocurren en los poemas de List, Maples no evita emitir el juicio: son “inusitados accidentes sin escenario y sin expectación. Son cosas que pasan en el poema, pero el poema en sí, nada significa”. En el comentario está presente obviamente la ironía cómplice y la irreverencia vanguardista que quiere destacar la ausencia de significación como un gesto que exalta las categorías negativas sobre las cuales, como señala Hugo Friedrich, se construye el arte moderno.

Sin embargo, si contextualizamos el comentario de Maples desde la perspectiva histórica y el giro abrupto que las concepciones poéticas del fundador del estridentismo habrían de tomar en sus últimos años, el apunte bien podría tomar el cariz de una abierta censura al compañero por su vanguardismo exasperado. Resulta ilustrativo el comentario que Roberto Bolaño desliza como contexto de su ya célebre entrevista con Maples Arce realizada en 1976: “Paradójicamente, el fundador del estridentismo parece ser el que menos importancia le da al movimiento. Maples tiene ya 76 años. Hace mucho dejó de ser el muchacho que disparaba con dos pistolas a la vez”.

Como advertía Clemencia Corte Velasco, List Arzubide, el apasionado militante anarquista, radicaliza los presupuestos estéticos delineados por Maples, y por tanto esta especie de fundamentalismo vanguardista habría dificultado la recepción de la poesía de List. Al mismo tiempo, el uso de tales procedimientos se consideraría un laboratorio donde se observarían algunos de los recursos de la vanguardia, como la simultaneidad o el fragmentarismo, en su estado más puro.

Debe considerarse que las labores de List fueron indispensables para la persistencia del movimiento; entre ellas, su papel como editor del grupo, además de estratega y propagandista. Sus acciones de planificación y estrategia se hacen patentes en una carta dirigida a Salvador Gallardo ( 24 de junio de 1925), reproducida por Leticia López en Un suspiro fugaz de gasolina. Los murmullos estridentistas de Salvador Gallardo, en la cual expresa al médico militar y poeta:

“…Aguillón y yo pensamos en hacer algo para que el estridentismo no muera y hemos pensado lanzar un manifiesto desconociendo a Maples Arce y formando un sindicato de poetas nuevos, que ya sin jefe alguno, se dediquen a hacer vivir la idea luminosa que ahora está agónica. Naturalmente todo esto es valor entendido y en cuanto el público se interese nuevamente por esto y Maples, a quien le escribo, haya protestado o haya hecho lo que crea conveniente declararemos que seguimos siendo los mismos tan unidos como siempre, pero con ganas de entrarle nuevamente al mitote. Cuando la gente se inquiete un poco lanzaremos tres libros de un solo golpe: mi novela La ciudad falsificada, el libro de Aguillón, Calendario, y tu libro El pentagrama eléctrico...”.

No fue necesaria la farsa, pues al poco tiempo Maples es nombrado secretario de Gobierno de Heriberto Jara en Veracruz y el movimiento adquiere nuevos bríos. Mientras que El pentagrama eléctrico aparece el mismo 1925 bajo el sello de Casa Editora Germán List Arzubide.

La labor de List como el editor del grupo continúa y se consolida cuando, arropados por el gobierno de Jara, algunos de los integrantes se instalan en Xalapa.

List se hace cargo de los talleres gráficos del estado, donde impulsa un programa editorial de corte social.

Como parte de esta empresa, List dirige la revista Horizonte, desde la cual retoma los contactos internacionales y con ello el estridentismo mantiene el diálogo con la vanguardia latinoamericana; por ejemplo, destaca la publicación en sus páginas de la crítica al Índice de la nueva poesía americana, la combativa antología de poesía de vanguardia que el peruano Alberto Hidalgo publica en 1926 en Buenos Aires, precedida de un prólogo de tres apartados, cada cual firmado por el propio Hidalgo, Borges y Huidobro. Es de suponerse que gracias a estos contactos, el estridentismo afianzara su presencia internacional; en julio de 1927 aparece un fragmento de Vrbe, de Maples Arce, en el singularísimo Boletín Titikaka, que se publica en la Puno, Perú. En esta misma revista, en enero de 1928, aparece una reseña de Germán List al poemario Una esperanza i el mar, de la también peruana y vanguardista Magda Portal.

▶ También en Veracruz, List Arzubide dirige el sello Ediciones de Horizonte, en el cual aparecen tres libros fundamentales del movimiento, que a la vez marcan su fin: El café de nadie de Arqueles Vela; Poemas interdictos de Maples Arce y El movimiento estridentista del propio Germán.

Alberto Rodríguez es director del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. Es en El movimiento estridentista donde la escritura de List adquiere una importancia estratégica; gracias a una lúcida intuición, advertía ya el silencio al que la historia literaria condenaría al estridentismo, así que adelanta la crónica delirante de los avatares del grupo tal como éste quería ser recordado. List encuentra un procedimiento efectivo para tomar por asalto a la posteridad: crear un mito hiperbólico de sí mismo.

El programa de configurar a los vanguardistas mexicanos como protagonistas de una saga épica que, luego de dar la batalla por la renovación, están predestinados a habitar el Valhalla del arte nuevo que es la mítica Estridentópolis, List lo aplicará sobre su persona al relatar sus aventuras en la militancia política, que lo llevarían a caer preso y casi enviado a las Islas Marías acusado de tomar por asalto una radiodifusora, a pergeñar un libro incluido en la lista negra del Vaticano, a ser declarado como indeseable por el gobierno de Estados Unidos y ser nombrado capitán del Ejército Sandinista. Gracias a este recurso y a sus cien años de vida, hacia el final del siglo, List Arzubide lograría burlar hasta cierto punto el hermetismo de la Historia y construirse a sí mismo como leyenda viviente de la vanguardia.

Pero si nadie es profeta en su tierra, hay algunos que no lo son en su propio tiempo, y el de List Arzubide quizá corresponde a uno de esos casos, definidos por Bolívar Echeverría como las “extemporaneidades” del siglo XX. Irónicamente, la estética actualista creada por el movimiento y su cercanía con la militancia social, elementos exacerbados en el caso de List, le habrían condenado a la extemporaneidad, definida ésta por Echeverría como la imposibilidad para encontrar interlocutores en su propio tiempo y entorno cultural.

A 20 años de la muerte del último mariscal estridentista y a pocos años del centenario de la vanguardia mexicana, quizá podamos dialogar al fin con ellos en sus términos. Profetizaba List en 1995: “El juicio del estridentismo habrá de darse en el siguiente siglo, cuando todos los que estamos en esta sala habremos desaparecido”.

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