Laberinto
Durante unos cinco años de mi vida asistí a una docena de encuentros literarios en México. Luego me hice odioso a mis colegas, y me dejaron de invitar y yo de aceptar invitaciones.
¿Para qué sirven los encuentros literarios? Hay razones genuinas. Los escritores son personas poco comunes. Una minoría en un mundo que casi no lee. Estas personas gustan de reunirse. Abrir unos días de su vida para interrumpir la rutina, reencontrar amigos y promover la literatura.
Eso es valioso y entrañable. El problema es que eso casi nunca impulsa los encuentros literarios en México. O, en general, en Latinoamérica.
Los escritores latinoamericanos casi no tienen lectores. Buscan sentirse confirmados, entonces, por otros escritores.
Otros escritores que también buscan sentirse confirmados por otros escritores.
Los encuentros literarios son consuelos.
Los organizan casi siempre escritores o funcionarios que quieren ganar redes y favores de un montón de invitados que luego les ayudarán en su carrera.
Disculpen que diga estas cosas tan abiertamente. Pero antes de ser escritor, yo era un mesero que levantaba adolescentes norteamericanos borrachos y los sacaba a la acera para poder irme a casa, y esa y otras experiencias me prepararon para entender al mundo literario.
Uno de los ingredientes infaltables de los encuentros es el alcohol. De hecho, muchos se tratan exclusivamente del alcohol, es decir, el miedo que tienen los escritores.
Los tragos o drogas los hace sentir más valientes, desmadrosos o fuertes. Más hombrecitos. Desreprimidos por un ratito.
Y no llegar a las lecturas o llegar tomados. Nadie debe molestarse porque yo diga esto. Esto lo sabemos todos los escritores.
Los encuentros literarios en México casi siempre se hacen con dinero público, por cierto.
Entonces una buena forma de ayudar a tu trayectoria es organizando encuentros literarios y participando en ellos, y quedándote con la boca cerrada de la casi absoluta mediocridad de lo que ahí sucede.
Afortunadamente, los encuentros literarios tienen poco público. Eso ayuda a que la sociedad (sobre todo la juventud lectora) no crea que eso es la literatura.
Existe, además, una relación directa entre los encuentros literarios organizados por institutos o fondos públicos, y quién es luego publicado en revistas o editoriales oficiales.
Como lector y amante de la literatura, reviso índices, reviso libros y digo, ¿cómo carajos quieren hacerme creer que esto es la nueva o mejor literatura de este momento?
Lo que sucedió es que se hicieron “amigos” en un encuentro literario y eso lo explica.
Propongo que suspendamos definitivamente los encuentros literarios. Por nefastos.
Y gastemos ese dinero en libros para los niños, ellos son lo único valioso de este país tan jodido y corrupto.
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