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sábado, 5 de febrero de 2011

Villoro y el poder

5/Febrero/2011
Laberinto
Alicia Quiñones

Si hay una constante en el teatro de Juan Villoro es el poder. Un tema que puede obsesionar a cualquiera. El poder en la obra del autor de Llamadas de Ámsterdam es taciturno, aparentemente en calma; tranquilidad que hace que los personajes revienten en el escenario. Sobre esto y su siguiente pieza teatral —que escribe actualmente— cuyo personaje principal es un ex presidente de México habla Juan Villoro.

En sus obras aborda el poder. ¿Por qué?

Sí, en ambos casos hay una exploración sobre los registros del poder, en Muerte parcial se toca mucho el tema de la impunidad. Uno de los personajes que es el que arma toda una estrategia para desaparecer al otro; es un político, es alguien que ha actuado en lo “oscurito”, como decimos en México, que ya pasó por tres partidos políticos y es un tránsfuga profesional de la política y el único resquicio que le queda es inventar su propia muerte y labrar su más allá. Desde el más allá opera y vigila su reputación. Se trata de anticiparse a eso para perfeccionar su vida post mortem. También en la obra hay un elemento de la paranoia que estamos viviendo hoy en día, que podemos ser filmados en cualquier lugar y tenemos una existencia vigilada. En el caso de El Filósofo declara [con temporada en el Teatro Santa Catarina] tiene que ver con la participación de los intelectuales —digámoslo así— en la glorificación de una cultura nacional que muchas veces es una puesta en escena: el intelectual que tiene una gran reputación sin que nadie lo haya leído, pero que pertenece a todas las academias, a los grupos de influencia. Contrasto un filósofo que ha hecho obra y otro que ha sido más bien un grillo, un político de la cultura, que le ha ido bien en la vida pero tiene el pecado de no haber hecho obra.

Es evidente que en El Filósofo declara hay una reflexión marcada de la situación de los intelectuales en México que han sido muy favorecidos por becas, por apoyos y no siempre han tenido que jugársela a través de un trabajo que tenga que ver con un público o una obra. El Estado mexicano ha favorecido muchísimo a los autores, en ocasiones, creando generaciones de becarios.

¿Tienen una función política su teatro?

El teatro cumple una función de catarsis muy importante, en la Grecia clásica surgía para reflexionar sobre lo que pasaba en la polis, en Atenas. En países que han pasado por regímenes totalitarios ha sido muy importante para decir lo que no se puede por otra vía. No es casual que el gran disidente checo fuera Vaclav Havel, que también es dramaturgo. Cuando viví en Berlín Oriental el teatro era muy interesante porque se podía reflexionar de cosas que en los periódicos no era posible; se hacía de manera simbólica, no obvia. El teatro puede ser en este momento incluso de sanación ante los problemas que estamos viviendo. Frente al horizonte de destrucción, de violencia, de degradación en que vivimos, ver una puesta en escena puede ser una manera de tener un espejo que nos haga pensar y, en cierta forma, nos reconcilie con nosotros mismos. Por eso el teatro requiere de público para suceder.

Estoy preparando una obra que es abiertamente política y está protagonizada por un ex presidente. Pero, en general, creo que siempre el teatro es político.

La puerta estrecha se ha cerrado.

sábado, 2 de octubre de 2010

“En México, la información se ha convertido en espectáculo”

2/Octubre/2010
Laberinto
Alicia Quiñones

Me gusta Bach. Con estas palabras finaliza la entrevista Mario Vargas Llosa. Y sonriendo, afirma: “Soy un melómano”.

El escritor estuvo en nuestro país para recibir el doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad Nacional Autónoma de México y, como sucede en cada una de sus visitas, para cumplir una apretada agenda de actividades públicas y privadas, entre ellas un diálogo literario con Sealtiel Alatriste en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, como parte de los festejos por los cien años de la UNAM.

Durante la charla, Alatriste le anunció que se había hecho acreedor al Premio Internacional Alfonso Reyes —cuya primera entrega la obtuvo Borges en 1973—, por lo que deberá regresar en diciembre para recibirlo en la ciudad de Monterrey. Fue un paréntesis en medio de una conversación en la que el autor de Los jefes habló de sus libros, de su vida, del Perú, del que estuvo alejado en la infancia, cuando su familia decidió radicar en Bolivia, y al cual idealizó como un país pacífico hasta que al volver, ocho años después, lo encontró envuelto en la feroz dictadura del general Manuel Odría. “Toda nuestra juventud la pasamos dentro de ese sistema. […] Vivíamos en una sociedad en la que la única forma de actividad política era la clandestinidad. Vivíamos en la cultura de la ignorancia”, recordó.

Novelista, dramaturgo, político, periodista, el peruano está convencido de que la democracia es necesaria en América Latina y que la literatura es “una impresión de la vida”, una expresión libre de ataduras políticas.

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La nueva novela de Vargas Llosa, El sueño del celta, tendrá el 3 de noviembre un lanzamiento simultáneo en todo el mundo de habla hispana, se refiere a ella unas horas antes de su encuentro en la UNAM, durante una reunión con periodistas mexicanos en el piso 26 del hotel Hilton del Centro Histórico, frente a la Alameda Central.

Son las 10 de la mañana y el escritor llega puntual el viernes 24. Recién bañado, con un suéter negro y el tiempo contado para cumplir enseguida otros compromisos —visitar la Catedral, por ejemplo. Está de buen humor y atiende a los reporteros que, uno tras otro, lo entrevistan. A punto de marcharse me mira —esta charla no estaba programada— y dice: ¡Falta usted!

Residente en España desde hace muchos años, le pregunto cómo se mira a México a partir de lo que publica la prensa europea, hablamos de la tendencia a convertir la información en espectáculo, del periodismo cultural y de su vocación por la dramaturgia. Estas son sus respuestas:

AMÉRICA LATINA Y MÉXICO DESDE EUROPA

En Europa, de América Latina casi no se habla, no se sabe mucho. Se tiene en la mira al mundo asiático, pues es la gran economía. Con su gran desarrollo económico el Asia se ha convertido en un mercado atractivo, en socios económicos atractivos, por lo tanto, hay una información muy grande sobre dichos países. Hay otras regiones del mundo cuya problemática económica y política hacen que estén siempre en la actualidad, como Medio Oriente. De América Latina la información es mucho menor y el interés es igual.

Sí creo que existe democracia en México, imperfecta, como es el caso de todos los países de América Latina, pero hoy en día la sociedad mexicana es una sociedad más libre que cuando tenía el control político el PRI. Ahora es una democracia que está mediatizada por una serie de factores, entre ellas el narcotráfico.

El narcotráfico ejerce una violencia y presión terrible. Matan a periodistas todos los días porque no les interesa que haya una información libre, independiente, respecto a ese tema. Ese problema muestra hasta qué punto el narcotráfico no es un problema o un asunto puramente criminal, es un problema que tiene que ver con las instituciones de nuestro países. Por ello es un problema que debe ser resuelto cuanto antes.

LA INFORMACIÓN DE LA VIOLENCIA

México tiene el gran problema de que la información se ha convertido en un espectáculo. No hay espectáculo que resulte más atractivo para un público que la violencia, que los hechos de sangre, entonces, la violencia social que vive México, en razón, fundamentalmente, sobre el narcotráfico, considero que tiene una cobertura desproporcionada. No sólo en Europa, también en el resto del mundo. Muchas veces es una información que carece de objetividad y que no da todos los elementos de juicio como para saber exactamente cuál es la situación real. Pero también creo que eso no obedece a un prejuicio contra México o contra América Latina. No. Tiene que ver con una tendencia general de la información. La información busca entretener y divertir, y la violencia entretiene y divierte muchísimo a un enorme sector de gente y, por supuesto, la prensa y los medios en general alimentan ese tipo de apetitos, lo cual es lamentable y es un hecho sobre todo cultural, lamentable y característico de nuestra época.

VIOLENCIA VS PERIODISMO CULTURAL

Creo que vivimos en un mundo en el que hay una oferta cultural tan enorme que genera una enorme confusión. Es muy difícil saber hoy en día qué es bueno y qué es malo en ciertos campos porque hay informaciones frívolas respecto a eso. El periodismo tendría que ser un instrumento que discrimine en el campo cultural entre lo que es importante, entre lo que es profundo y lo que es superficial y lo que es trivial, y permita orientarse un poco a la gente que está sumida en la confusión en el campo de la cultura… No siempre es así, por desgracia, aunque hay algunos casos, hay ejemplos, hay diarios más responsables que otros, hay programas de televisión más éticos que otros, pero creo que gran parte la cultura en nuestro tiempo se ha trivializado, es una cultura que vive la actualidad, el espectáculo. Cuando la máxima ambición de la cultura es eso, entretener, el resultado puede ser catastrófico, en lo que se refiere a los productos culturales. Es un tema que no tiene fronteras, que se da tanto en el primero como en el tercer mundo.

EL TEATRO Y LA MÚSICA

El teatro es con lo que yo empecé y con lo que me gustaría terminar, porque me apasiona. Siempre digo que si en Lima, cuando yo empecé a escribir, hubiera habido un movimiento teatral, hubiera sido sobre todo un dramaturgo, pero no había, había muy poca vida teatral. Y me fui hacia la novela.

Para un novelista, para alguien que se pasa la vida inventando historias, el teatro es vivir la ficción, en ningún género se vive la ficción con la autenticidad con la que se vive en el teatro. Las personas que encarnan la ficción en el teatro son seres de carne y hueso. Quienes están en el escenario experimentan una transformación, pasan a ser personajes de ficción, con las mismas características con las que se vive la vida. Fugacidad, una durabilidad limitada, una intensidad extraordinaria, entonces, el teatro tiene, para cualquier persona, pasión por la ficción, tiene esa fuerza persuasiva. Es el género que más se acerca a la vida, que imita más y mejor a la vida.

Vargas Llosa se levanta de su asiento y me extiende la mano para despedirse. Le hago otra pregunta:

—¿Le gusta la música?

—Sí, me encanta. Soy melómano —me dice.

—¿Cuál es su compositor favorito?

Suelta una carcajada, comienza a caminar y contesta:

—Bach. Me gusta Bach.

sábado, 20 de febrero de 2010

Investigador y reportero

20/2/2010
Suplemento Laberinto
Alicia Quiñones

El diseño editorial. La propuesta visual. Ése era el reto de Vicente Rojo (Barcelona, 1932), quien llegó a México en 1949. No pasó mucho tiempo —unos meses, quizá— para que comenzara a formar parte del equipo de México en la Cultura, donde inició su relación con Fernando Benítez, con quien llegaría a tener una estrecha amistad. Una relación en la que, pese a la rapidez con que se debía trabajar, nunca dejó de existir la exigencia de la imaginación.

Gracias al trabajo editorial que realizaron, se difundieron por primera vez en México pinturas de Tàpies y Saura, de Rauschenberg, Jasper Johns y de otros artistas pop, “lo que causó la irritación del imperturbable Jefe Pagés”, cuando el suplemento lo publicaban en Siempre!

“Mis recursos para la ilustración en blanco y negro eran los indispensables Posada y el Archivo Casasola, los muralistas, Leopoldo Méndez y otros grabadores del Taller de Gráfica Popular, y los fotógrafos Héctor García y Nacho López…”

¿Qué recuerdos y aprendizajes tiene Vicente Rojo a tantos años de distancia de su primera colaboración con Fernando Benítez?, de ello habla en esta entrevista.

¿Cómo comenzó su relación con Fernando Benítez?

Lo conocí en 1950, hace ahora exactamente sesenta años, cuando Miguel Prieto me llevó, como su asistente de diseño, al suplemento México en la Cultura que dirigía Benítez. A la muerte de Prieto, en 1956, Fernando me invitó a trabajar en su suplemento como director artístico. En 1960 se fundó Ediciones Era, y Fernando fue nuestro primer autor. Con este hecho abrimos otra vertiente en nuestra colaboración, misma que culminó con los cinco tomos de Los indios de México.

¿Cómo lo recuerda hoy?

Fueron cincuenta años de una entrañable relación de amistad y de trabajo que compartimos día a día. Fernando se convirtió para mí en un maestro excepcional del que recibí lecciones invaluables, pero sobre todo destacaría que fue a través de él que yo me apasioné por México. Es decir, que no pasa un día sin que yo lo tenga presente con enorme gratitud.

¿Cuáles eran las preocupaciones periodísticas y editoriales para Benítez al crear un producto editorial?

El principal interés que Fernando tenía en sus tareas consistía en lograr una meta de calidad. En eso nunca bajaba la guardia. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de hace casi medio siglo, momentos en que las condiciones de trabajo eran muy diferentes de las actuales y, en particular, para Fernando, como creador que fue de los suplementos culturales en la prensa mexicana. Para empezar, eran únicamente dos personas, Benítez y Prieto, quienes formaban un suplemento de doce o dieciséis páginas semanalmente, por lo que cada lunes había que realizar proezas con los originales que ocasionalmente se hubieran solicitado, o los que cada colaborador llevaba semana a semana.

¿Cómo era el proceso que tenían para resolver un número del suplemento México en la Cultura?

Voy a dar un ejemplo. De pronto sobre su mesa había un manuscrito de Alfonso Reyes, otro de Alejo Carpentier, uno más de Paul Westheim. Fernando los barajaba y, sin poder prever qué textos tendría sobre su escritorio, al entusiasta grito de, “¡Toda la carne en el asador!”, publicaba a Reyes, Carpentier y Westheim de una vez. Pero además quiero añadir que, así como apreciaba en todo su valor las grandes firmas, tenía una gran intuición para descubrir a jóvenes valores, fueran escritores, fotógrafos, pintores, críticos, poetas, cronistas, entrevistadores o traductores, y cuyos nombres, que no hace falta mencionar, son los que hoy en día constituyen las grandes firmas que persiguen los suplementos y las editoriales. Esta lista de nombres a los que Fernando les dio espacio en los suplementos es verdaderamente magistral.

¿Fue difícil trabajar con él?

Fue un gozo trabajar con él, lo mismo en México en la Cultura que en el suplemento que le dio continuación a éste, La Cultura en México. Fernando tenía un inagotable sentido del humor, y como director acometía todos los proyectos con una vigorosa alegría. Quizás haya que destacar que, en medio de todo esto, Fernando escribía sus libros, todos, auténticos estudios en los que trataba de desentrañar el misterio de los muchos Méxicos, siempre en el doble carácter de investigador y reportero, que era como a él le gustaba considerarse; siempre, además, partiendo de su profundo y para mí conmovedor amor por México y los mexicanos. Costaba mucho trabajo imaginar que convivieran en una misma persona el elegante Fernando Benítez, de trajes hechos a la medida, mancuernas y corbata, con el escritor capaz de trasladarse, a lomo de mulas y durante cuatro horas, por la sierra para descubrir la magia y el mito de, por ejemplo, Viricota.

Después de toda esta experiencia, ¿cuál es su visión del periodismo y las publicaciones culturales de hoy?

Puede parecer una exageración de mi parte, pero creo que, quienes colaboran en los medios culturales, lo sepan o no, lo acepten o no, parten del trabajo de Fernando Benítez.