Laberinto
Heriberto Yépez
A la
nueva narrativa en México, Jaime Mesa la bautizó —aquí en Laberinto— "Generación Inexistente".
Una lista reciente de Tryno Maldonado (Emequis, 7-4-13) incluye a Alberto Chimal, Juan José Rodríguez, Yuri Herrera, Guadalupe Nettel, A. Ortuño, Carlos Velazquez, Luis Felipe Lomelí, Julián Herbert, Valeria Luiselli, Emiliano Monge, Rafael Lemus, David Miklos, Bernardo Fernández BEF, Antonio Ramos, Luis Jorge Boone, Brenda Lozano, Daniela Tarazona, Pablo Raphael, A. P. Mallard.
Dicen no buscar Gran Novela (Di No al Boom).
¿Renuncia deliberada o carencia de conocimiento técnico y existencial
para hacerla?
Dicen ya no estar bajo la sombra de Paz. Pero
siguen su estética (vía modernismo moderado y liberalismo light) y el
pacentrismo los cobija.
Con frecuencia las listas de la Gen-Inex son
firmadas o principalmente ocupadas
por autorías promovidas o salidas de Letras
Libres.
¿Generación Inexistente o Generación Letras
Libres, SIMI-Lares y CoNexos?
Esa forma
crítica los coloca como parte de la “tradición” y por ende como “relevo”.
La Generación Inexistente es una disimulada crisis de poder; su estilo,
un monumento de efectos y afectos oficiales.
Nótese su escasez de crítica a autoridades
actuales. Su mansedumbre política hoy conviene al sistema. Pero lo aniquilará
en veinte años, cuando no tenga plumas entrenadas para sostenerlo. Paz tenía a
Krauze; Krauze no tiene a nadie.
Sus críticos literarios frontales (Lemus, Miklos y
Beltrán Félix, el mejor de ellos) hacen reseña basada en el gusto, para proteger esa “tradición” y
su posición en ella.
Y en la retaguardia reseñista no faltan xenofobia,
misoginia y desinformación. En un país de bajísima lectura, la crítica mexicana
joven refleja tal incapacidad de analizar.
Internacionalmente está reprobada.
Entre la Crítica Inexistente y la academia
mexicanista crece la separación. La falta de actualización de estos críticos y
el descuido de sus editores facilita que la academia tome control del estudio
de la literatura mexicana, provocando que los lectores se queden sin interlocutores especializados, y la
discusión de lo literario migre a los espacios académicos, hechos para no
dejarlos entrar.
Separación social es la lógica común de la Generación Inexistente,
la crítica y la academia.
La idea misma de “Generación” literaria aparece
para agrupar autores entre sí —fingiendo la literatura como Libro Hereditario—
y aumentar su desconexión con
regiones, culturas, ideologías o clases sociales.
La Generación Inexistente es síntoma de que aún se
ve al libro como emanación de La Historia de la Literatura. Su nombre es
adecuado: son narrativas y críticas que gustan desaparecer de lo social, para
reaparecer sólo como fantasmas de la “tradición”.
Para conseguir ruptura
con la sociedad, fabricaron esa “tradición”, que es el espíritu del PRI vuelto
presidencialismo cultural, Academia VIP y Televisa de las Letras.
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