Laberinto
Heriberto Yépez
Ocurre una reorganización de la historia de la literatura mexicana y una gran resistencia a esta reorganización. En esta lucha de archivos, han (re)aparecido documentos que fulminan un rumor contra el máximo escritor mexicano: Juan Rulfo.
Pedro Páramo en 1954 fue
editado por la UNAM, Fundación Juan Rulfo y RM y contiene facsímiles de
siete fragmentos de la novela de Rulfo publicados en tres distintas
revistas en 1954 —año previo a su impresión en libro— y secciones del
mecanuscrito original.
Los estudios están a cargo de Jorge
Zepeda, Alberto Vital y Víctor Jiménez; y enfatizan que contrastar
estos textos con la versión final muestra el dominio estético de Rulfo.
Lo ejemplifican en el efecto
producido por el cambio de nombres de personajes y la novela. El paso de
“Tuxcacuexco” a “Comala” o de “Bonifacio Páramo” a “Abundio Martínez”
son leídos como señales de culminación estética, toques finales que
conducen la obra a una dimensión superior.
Lo mismo ocurre en el tránsito de los distintos títulos de la novela antes de llegar a Pedro Páramo: “Los desiertos de la tierra”, “Una Estrella junto a la luna” y “Los murmullos”.
En el tercer estudio, Jiménez
subraya que comparar estas versiones preliminares con la novela
publicada, además, entierra para siempre el mito de que Alí Chumacero,
Antonio Alatorre o Juan José Arreola ayudaron a Rulfo a convertir unos
“montones de cuartillas” en una obra maestra, como tanto se ha dicho.
Pero, repensemos, estructuralmente ¿de dónde surgió el mito del supuesto co-autor de Pedro Páramo?
Jiménez desarrolla una explicación. Me atrevo a agregar otra.
El mito del co-autor de Pedro Páramo surgió porque la clase literaria mexicana había imaginado un perfil de cómo debía ser su máximo escritor. Y Rulfo no se parecía a esa expectativa.
Esa es la causa de fondo de que la
República de las Letras no pudiera aceptar que Rulfo fuera el genio
detrás de esos dos libros perfectos.
Surgieron, entonces, alegatos para decir que Rulfo no era ese genio o lo era gracias a otro. Un agente secreto que había logrado transformar el borrador bárbaro de Rulfo en una Forma Perfecta.
Fantaseando ese otro, la clase literaria pudo “cumplir” su fantasía, porque la imagen de ese supuesto otro (tipo Chumacero, Alatorre, Arreola) aplicando una medida correctiva a Rulfo ofrece una fórmula que se parece un poco más al Escritor Tradicional-Moderno fantaseado.
(El mito del Posible Rulfo hace
poco dio un giro, que ya no “explica” a Rulfo por el apoyo de otro
escritor sino por el apoyo de la CIA, según fantaseó recientemente un
académico norteamericano).
Rulfo no cumplía el perfil que la
clase literaria había fantaseado para su máximo realizador. La fantasía
es tan fuerte que sigue viva. Da patadas de ahogado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario