Suplemento Laberinto
No hay duda de que los filósofos mexicanos muertos más relevantes son Samuel Ramos y José Vasconcelos. ¿Pero quién es el filósofo mexicano vivo más notorio?
La filosofía en México no ha tenido fortuna. Ni el pensamiento indígena ni el colonial preponderaron la innovación conceptual, dilucidar la diferencia específica entre un concepto y otro, tarea propia del filósofo.
El marxismo aquí tuvo buena recepción no sólo por la desigualdad social sino, sobre todo, por lo que tiene de acusador, resentido, dogmático, evangélico y doctrinario. El marxismo mexicano es cripto-catolicismo.
El intelectual nacional raramente conceptualiza. Y las instituciones filosóficas no han perdido su Sumo Respeto al Libro y al Apellido, ¡parafrasear el concepto heredado!
Filosofar es transgredir la Idea previa. Uno se hace filósofo para expatriarse.
Vuelvo: ¿quién es el filósofo mexicano vivo más importante?
Manuel de Landa, nacido en 1952 y en 1975 ya arraigado en Nueva York.
Es significativo que su currículum omita su pasado mexicano y, en su lugar, hable —mitificándolo— de su origen en el cine experimental (fuera de circulación).
Su obra la escribe en inglés. Sus dos libros más reconocidos son War in the age of intelligent machines (1991) y A thousand years of nonlinear history (1997), que lo ubicaron en el panorama filosófico global sin que México se enterara.
Dos obras recientes son Intensive science and virtual philosophy (2002) y A new philosophy of society: assemblage theory and social complexity (2006).
¿Por qué digo que De Landa es mexicano? Porque es deleuziano.
Una parte de su carrera depende de la clarificación y aplicación de ideas del filósofo francés Gilles Deleuze. A pesar, pues, de ser filósofo —inventor de explicaciones— se subordina a otro.
Sin embargo, a pesar de ser mexicano, crea énfasis o giros propios, como su insistencia en lo “no-lineal” y la idea de que existe un umbral en que la realidad material se auto-organiza (desde el clima hasta internet).
¡Él mismo es un ejemplo de la morfología no-lineal! Visto desde la historia del pensamiento mexicano, De Landa se formó desprendiéndose y fugándose de su “tradición” nativa;
se desmexicanizó migrando a otro contexto de discusión y otra lengua, abandonando el viejo sistema para auto-organizarse habiendo cruzado cierto nivel de complejidad de referencias, información y problemas.
De Landa es el primer filósofo post-mexicano. Su caso es apasionante porque señala, precisamente, el límite en que un filósofo nacido en México decide salir de la esfera patria y, empero, preservar una marca de la tradición intelectual del país en que nació. De Landa cambió a México por Deleuze.
De Landa es simultáneamente un filósofo (un innovador) y un mexicano (un seguidor).
La filosofía mexicana del siglo XXI ya es deleuziana.
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