Laberinto
Heriberto Yépez
Ricardo Cayuela, director de
Publicaciones en Conaculta y ex editor de Letras
Libres, aceptó que el gobierno y los paceanos están arruinando a Octavio
Paz.
Según Cayuela, los homenajes del 2014 y
2015 convirtieron a Paz en un “monolito horripilante”. Dijo que se dejó llevar
por la “inercia” y “al final del año del Centenario me miro en el espejo y no
me reconozco”.
Cayuela no se refirió a un evento aislado
sino a toda la serie de homenajes desde
Ciudad de México hasta Madrid.
“Ninguno había leído a Paz… simplemente
eran campanadas del poder puestas en un engranaje que ya no se detenía”, dijo
refiriéndose al foro de Buenos Aires.
Pero al día siguiente de esas
declaraciones, Cayuela otra vez no quiso reconocerse en el espejo y buscó
desdecirse.
Ahora decía: “fue un evento muy exitoso…
Esa sería mi postura razonada y sensata y lo que realmente creo”.
Obviamente, Cayuela en la primera
entrevista habló confesándose y en la segunda quiso borrarlo debido a la
gravedad de verlo publicado.
Lo dicho por Cayuela no es desconocido.
Ya lo habíamos dicho otros: Paz ya fue oficializado de un modo que él mismo
(voluntariamente oficial) juzgaría contraproducente.
La admisión de Cayuela, como funcionario paceano,
confirma lo que también ya hemos dicho: el grupo paceano está en grave crisis
de credibilidad, incluso ante sí mismo.
¿Qué será de lo pacentrismo en el siglo
XXI?
1. La creciente oficialización de Paz
generó una última generación (nacidos entre los 60’s y los 70’s) que para
insertarse en la República de las Letras debían ser (oportunistas) paceanos. Y
apenas murió Paz, declinó su aura y Letras
Libres se volvió cada vez más laxa, se fueron desmarcando para no hundirse
con el barco. Algunos regresarán al pacentrismo cuando haya cheque o spotlight.
Pero hasta ahí.
2. Los últimos paceanos morirán con Letras Libres. El grupo que trabajó con
él será la última línea de defensa paceana. Su propio prestigio depende de
mantener a Paz en un altar institucional o, al menos, en un pedestal biográfico.
Ese grupo no tiene escapatoria: si lo siguen idolatrando, lo oficializarán aún
más; y si revisan su valoración, facilitarán el desplome.
3. La obra de Paz retendrá su función de
referencia cultural nacional. Pero tanto en Sudamérica, México y Estados Unidos,
Paz terminará identificado como la Poética Perfecta del PRI.
4. Al ser ya su oficialización
irreversible, la obra de Paz en el siglo XXI ha dejado de ser atractiva para
más de un tipo de lector. Los más reactivos la desecharán sin haberla siquiera
leído; y los más críticos no lo tendrán como referencia central. Paz se quedará
para lectores mediocres. Sin crítica genuina, se fosilizará.
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