Laberinto
¿No les llama la atención que al tiempo que el país se moviliza contra la narcoguerra, en Tijuana —no se olvide: primeros en llegar al PAN— en pocas horas se reunen más de 60 mil firmas a favor de recuperar a Hank?
En los 80, Tijuana concedió a su Cártel liderazgo financiero y cultural.
Tijuana fue la primera narcocultura mexicana en salir del clóset. Born to be illegal, Tiyei hizo al narco hebilla de su identidad.
El Cártel luego se alocó: ultraviolento, súper arriba. Sin respeto a nada. Mucha gente que vio al narco como una economía válida, por primera vez (debido a los secuestros) se distanció. Ya era tarde.
La narco-forma de pensar, sentir, desear y reaccionar ya era veta y vena urbana. Tras dos décadas de permear todo, el narco había pasado de economía a ideología.
Por suerte, Ciudad Juárez nos quitó el spotlight. Sus cifras de ejecutados, y el desmadre en otras urbes norteñas arrebataron a TJ el cetro de peor narco-ciudad. Pero había sido la prosti-pionera-posmoderna y narca veterana.
En este siglo, entre ejército y Chapo, el Cártel perdió poder. Plaza TJ se “relajó” en los medios.
Por eso la actual indignación contra la narcoguerra no tiene fuerza en Tijuana que, además, no termina de perder su amor popular al narco, en todas sus clases sociales, desde empresarios hasta malandros.
El narco tijuanense perdió su liderazgo nacional y continental que tuvo en los 90. Pero quedó su mentalidad.
Somos un narcocorrido, sin letra, para disimularlo.
Con el fin de su liderazgo y hype mediático, Tiyei precipitó un cinismo y desencanto post-narco: la idea de que el fin del narco, en realidad, no cambia nada.
Por eso no marcha entusiasta del movimiento anti-narcoguerra. Tijuana es una post-narcocultura.
La post-narcocultura es una cultura en que lo narco ya perdió su función como prefijo porque narcocultura y cultura devinieron sinonimia.
Una post-narcocultura no ha rebasado al narco (imposible hacerlo) sino que lo ha normalizado.
Una post-narcocultura ya re-probó la alternativa. Nihilismo post-alternancia.
Ustedes podrán decirme: ¿qué chingados nos interesa la cultura de Tijuana? Como en los 80 decían cuando la frontera alertaba que íbamos hacia una época de narcociudades.
De nuevo Tijuana es laboratorio del futuro de la narcocultura nacional.
México se aferra al narco. Hoy se niega a verlo con sus narcoguerras: la de Calderón (de impunidad) y la del movimiento anti-Calderón (defensor del derecho a la droga y la inocencia incuestionable de todos los muertos).
¿Qué sigue para México? Todas las urbes serán Juárez. Y luego serán Tijuana.
La narcoguerra bajará de intensidad. Pasará a tercer plano.
Y en un momento dado en que parezca que el narco se va, consumidores, empleados y fans firmarán, por todo el país, para que lo narco no se vaya jamás.
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