sábado, 29 de marzo de 2014

Las polémicas de Paz

29/Marzo/2014
Laberinto
Maarten Van Delden 

Durante su larga y brillante carrera literaria, Octavio Paz estuvo involucrado en innumerables controversias. Hoy en día lo recordamos como el autor de una vasta y variada obra poética y ensayística, pero también como el pugnaz intelectual público, que expresaba sus opiniones y atacaba a las de sus contrincantes con una implacable energía. Sobre todo a partir de su regreso a México a principios de los años setenta, Paz se perfiló como un escritor batallador que participaba en frecuentes polémicas con otros intelectuales mexicanos, principalmente los intelectuales de izquierda.

¿A qué motivos respondía el estilo combativo del premio Nobel mexicano? Los críticos han puesto el acento en las ideas políticas del autor. Se le ha visto como un protagonista de las guerras ideológicas que marcaron al siglo XX, en México y en otras partes. Es importante recordar, sin embargo, que las batallas de Paz no fueron solamente políticas. También fueron literarias y artísticas. Y merece la pena además señalar que el gusto del poeta mexicano por la polémica se fundaba en un temperamento particular, así como en una visión muy concreta de la vida intelectual. Paz tenía una mente extraordinariamente lúcida y exigente. Al mismo tiempo, estaba convencido de que la discusión abierta de los temas políticos y culturales de su época era necesaria y saludable.

La publicación hace unos años de la correspondencia de Paz con el editor Arnaldo Orfila nos brinda una fascinante imagen de la personalidad y el pensamiento del poeta mexicano. Una parte de esta correspondencia gira en torno a la antología de poesía mexicana que Paz coordinó junto con Homero Aridjis, Alí Chumacero y José Emilio Pacheco, y que Orfila publicaría en 1966 en la editorial Siglo XXI bajo el título Poesía en movimiento. El proceso de compilar la antología resulta accidentado. En parte porque debido a la distancia entre Paz (que se encuentra en Nueva Delhi) y sus colaboradores, se producen malentendidos y desacuerdos. Pero en medio de la confusión se dibuja con gran claridad el perfil intelectual del poeta. Paz tiene una idea muy firme del criterio que debe regir la antología. Insiste que los poemas seleccionados sean innovadores y experimentales, y que no quiere una compilación decorosa o ecléctica. Cuando Orfila comenta que los responsables de la antología deben hacer concesiones para llegar a un acuerdo común, Paz rechaza enfáticamente la idea de que su trabajo implique un proceso de negociación. “Aclaro que nunca pedí concesiones”, escribe en su respuesta al editor. “Pedí que fuésemos coherentes con nosotros mismos”. Según Paz, la coherencia de la antología debe descansar en la presentación de lo que más tarde definiría como una “tradición de la ruptura.” En otras palabras, Paz polemiza en favor de una poesía polémica. Y no es que Paz sea insensible a los sentimientos de sus colaboradores. Repetidamente se disculpa por su tono perentorio. Pero dice que ese tono se justifica por la necesidad de hacer “un libro apasionado pero honrado”. Y afirma además que la confrontación con sus colegas en torno a los criterios de selección para la antología le ha ayudado a “aclarar” sus propias ideas. Para Paz, discutir es siempre productivo.


Podemos distinguir entre polémicas gratuitas y polémicas genuinas. En las primeras, la meta es derrotar al enemigo. En las segundas, el enfrentamiento entre distintos puntos de vista resulta de honestas diferencias de opinión, y sirve para esclarecer el tema que se debate. En toda polémica aparecen en diferentes grados ambos elementos. Es indiscutible, sin embargo, que las polémicas de Paz siempre estuvieron orientadas hacia el auténtico debate.

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