20/Abril/2014
Confabulario
Magali Tercero
En 1976, Gabriel García Márquez dijo a Radio Habana que no empezó
siendo periodista por necesidad o por azar, sino porque “lo que quería
era ser periodista”. Es decir, su vocación, el
llamado como lo
llamó George Bernanos alguna vez, siempre fue la de periodista. En 1991,
según cita Antonio Lucas, escribió: “Toda la vida he sido un
periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero
tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de
rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes
reportajes novelados o fantásticos, [porque] el método de investigación y
de manejo de la información y los hechos es de periodista”. En los años
setenta del siglo pasado se hablaba tanto de periodismo novelado como
de historia novelada, y muchos libros se vendían bajo esa etiqueta.
También se hablaba, como todavía se hace en España, de periodismo
literario.
¿No es asombroso que el Premio Nobel de 1982 se refiriera a sus
novelas como “reportajes novelados”? La etiqueta puede sonar a
coquetería, en cierto modo natural en un Nobel, de no ser porque, tres
años después de la declaración citada, en 1994, el escritor y periodista
creó en Cartagena de Indias, Colombia, la Fundación para un Nuevo
Periodismo Iberoamericano, rebautizada el año pasado como Fundación
Gabriel García Márquez para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
Aún así: ¿de verdad
Cien años de soledad es un reportaje
novelado? Cuando menciono esto en público algunos se escandalizan. Quizá
porque juntas las dos palabras, “reportaje” y “novelado”, suenan casi
arcaicas, por no decir que en estos tiempos carecen de prestigio, lo
cual no sucedía cuando García Márquez era un apasionado periodista
joven, deseoso de transformar el diario, de unir periodismo y literatura
usando técnicas narrativas en la escritura de textos periodísticos.
En el México de los setenta y ochenta del siglo XX, los periodistas y
escritores Ricardo Garibay, Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero y José
Agustín, entre otros, nos entregaron grandes crónicas y/o reportajes
novelados, aunque es más probable que ellos se sintieran parte de la
corriente norteamericana del Nuevo Periodismo. Pero volvamos al García
Márquez de 20 o 21 años, al de finales de los cuarenta, que no imaginaba
que otro periodista, el argentino Rodolfo Walsh, escribiría en 1957 un
reportaje de largo aliento, magistral es verdad, titulado
Operación masacre. Volvamos al García Márquez que escribía poesía y cuento, publicados en
El Espectador
de Bogotá y otros diarios donde trabajó, así como formidables
reportajes, el gran género olvidado como lo consideraba el autor de “El
mejor oficio del mundo”, un discurso pronunciado en la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), en 1996. En esta pieza ya estaba
presente el gran maestro del periodismo que con su Fundación creó un
movimiento narrativo entre los periodistas iberoamericanos. De hecho, se
convirtió rápidamente en “el” manual de periodismo de la época.
Su primer reportaje fue “Los habitantes de la ciudad”, publicado en
1948. Más adelante, en 1955, publicó “Caracas sin agua”, texto que le ha
valido tanto análisis académicos como el desarrollo del concepto
“diarismo mágico” y el estudio de la hipérbole en el periodismo, por
parte del costarricense Néfer Muñoz, periodista con una maestría en
estudios latinoamericanos y periodismo de la Universidad de Nueva York
(UNY), y un doctorado de literatura en Harvard. De la tesis de doctorado
de Muñoz,
Novelando en el periódico y reporteando en la novela de América Latina
(2013), provienen los argumentos desarrollados en el artículo “Las
exageraciones en el periodismo de García Márquez”, publicado, el 17 de
abril pasado, en la página web de la BBC Broadcasting House (
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/130422_garcia_marquez_diarismo_magico_ob_nm.shtml).
Nuevo periodismo y nuevo nuevo periodismo
El cruce entre periodismo y literatura, el género anfibio de la
crónica y del periodismo narrativo en general, es habitual en el mundo
de la escritura, aunque ha ido cambiando de nombre en las últimas
décadas. Lo que fue el Nuevo Periodismo en el Estados Unidos de los
sesenta, es hoy, de acuerdo con el editor y director del programa de
periodismo de la UNY, Robert S. Boynton, el Nuevo Nuevo Periodismo. No
hay nada nuevo bajo el sol pero sí es nueva, en cada época, la forma en
que las generaciones abordan la realidad. Se sabe que Flaubert mismo
viajó a un pueblo vecino al suyo para presenciar, en la plaza principal,
el discurso de un político. Quiso registrar todos los detalles con
objeto de crear una escena de ficción. Y al revés, el narrador Jack
London, autor de al menos 25 novelas que escribió tres libros de
non fiction, reporteó intensamente, e hizo periodismo de inmersión si se quiere, para escribir un libro sobre el East End Londres:
La gente del abismo (
The People of the Abyss, 1903).
Allí
advierte lo siguiente: “Lo que relato en este volumen me sucedió en el
verano de 1902. Descendí al submundo londinense con una actitud mental
semejante a la de un explorador”. En cuanto a Gabriel García Márquez,
incontables testigos relatan que fue un observador riguroso de la
realidad, enseñanza trasmitida, junto al señalamiento de la importancia
de la ética en periodismo, en la primera época de la FNPI, a los jóvenes
talleristas iberoamericanos que acudían a mejorar su oficio siendo ya
periodistas en ejercicio. Durante sus cursos hablaba de contar historias
reales, algo que muchos discípulos suyos, periodistas nacidos a partir
de los setenta le aprendieron, y enseñan, en los múltiples talleres
impartidos en América Latina y España.
Nacimiento de la Fundación Gabriel García Márquez
La FNPI nació en 1994. La fundó Gabriel García Márquez con el
objetivo, hecho explícito, tanto en el discurso de arranque de
actividades de 1995, como en el discurso arriba mencionado, “El mejor
oficio del mundo”: “El objetivo final debería ser el retorno al sistema
primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos,
con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su
marco original de servicio público. […] Un grupo de periodistas
independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina
desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e
itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo
Periodismo Iberoamericano”. En resumen, el propósito era promover “la
excelencia, la ética y la innovación en el periodismo”.
Entre otros elementos, el escritor que consideró a la crónica como
“la novela de la realidad”, comentaba a sus alumnos que si él hubiera
tenido su edad habría elegido la crónica como género porque, en primer
lugar, la realidad es tan interesante como la ficción y, en segundo
término, a ellos les estaba tocando vivir (corrían los noventa) una
época particularmente llena de acontecimientos. El narrador formidable
que fue García Márquez buscó dejar claros algunos principios, entre
ellos lo fundamental de actuar con rigor cuando se investigan los datos
fácticos. Recuperar, por ejemplo, el lugar que había perdido el
reportaje, el género estrella del periodismo, mismo que habría que
seguir impulsando porque es “el que requiere más tiempo, más
investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de
escribir”. Los primeros maestros —los veteranos Alma Guillermoprieto,
Tomás Eloy Martínez, el propio García Márquez y, más adelante, Ryszard
Kapuscinski—, se dedicarían a mostrarles los secretos del oficio
mediante ejercicios prácticos para los que ya eran periodistas.
Como Jack London, García Márquez publicó, además de gran cantidad de novelas, tres libros fundamentales de reportaje:
Relato de un náufrago (1970),
La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile (1986) y
Noticia de un secuestro
(1997). El primero, escrito en primera persona después de minuciosas,
larguísimas entrevistas, es la historia del marino Luis Alejandro
Velasco, reconstruida por el autor detalle a detalle (
http://bdigital.bnjm.cu/docs/libros/PROCE3106/Relato%20de%20un%20naufrago.pdf).
Tal como narra García Márquez, ni Velasco ni él sabían que su trabajo
en común destaparía una historia de contrabando y ocultamiento por parte
de la Marina de guerra de Colombia, mandándolo a él al exilio y al
marinero a la exclusión por parte de su gobierno.
Además de estos títulos, existe una antología de textos periodísticos
de Gabriel García Márquez editada por la FNPI, que deberían ser libro
de texto en las escuelas de periodismo.
Una escuela mexicana inspirada en la FNPI
A la vuelta de los años, veinte para ser exactos, la FNPI es la
impulsora de un movimiento muy interesante para el periodismo actual. En
México existe ya una escuela práctica de periodismo, Taller Arteluz,
fundada por la periodista Blanca Juárez y la fotógraga Grace Navarro
hace casi cuatro años (Navarro se dedica a otros proyectos en este
momento). “Taller ARTELUZ fue planeado a mediados de 2009 en reuniones
donde coincidíamos periodistas y fotógrafos con el pretexto que fuera.
Siempre terminábamos hablando de que los editores se quejaban de que no
había periodistas jóvenes que estuvieran bien preparados, de cómo en
Colombia existía la FNPI. Algunos periodistas mexicanos contaban su
experiencia en los talleres a los que habían asistido. Un día, tomando
café con mi amiga fotógrafa, le comenté la idea de impartir talleres de
periodismo y fotografía con el fin de que quienes tuvieran más
experiencia pudieran compartirla con los jóvenes o con otros periodistas
y fotógrafos. Y me dijo: creo que deberíamos hacerlo. Con el apoyo de
algunos amigos, convoqué a periodistas, fotógrafos y escritores para que
impartieran los primeros talleres, todos estaban dispuestos a compartir
su experiencia, sólo faltaba la contraparte: ¿qué tan dispuestos
estaban los periodistas a aprender de otros periodistas? Con mucho
valor, con nada de dinero pero con ganas infinitas de hacerlo, en
noviembre de 2009 fundamos Taller Arteluz y lanzamos la convocatoria
para diez talleres de periodismo, fotografía y literatura. Los talleres
iniciarían en enero de 2010. Felipe Soto Viterbo, Magali Tercero,
Eduardo Antonio Parra, Gabriel Bauducco, Federico Gama, Daniel Aguilar,
entre otros, fueron los primeros talleristas”, cuenta Juárez.
Después vendrían muchos otros, entre ellos los propios maestros de la
FNPI, como Alberto Salcedo Ramos, Julio Villanueva Chang y Diego
Fonseca, entre otros. El tema de este texto no es la situación actual
del periodismo mexicano, sino Gabriel García Márquez el periodista, a
quien debemos reconocer su segunda gran obra: la gran escuela práctica
de periodismo encarnada en la Fundación que hoy lleva su nombre. Por
supuesto, hay en México numerosos periodistas que no fueron formados en
la FNPI y están haciendo excelente periodismo narrativo en otros
ámbitos. Lo que es innegable es que en nuestro país se vive un
boom
inédito. Surgen revistas aquí y allá, leídas por jóvenes cada vez más
apasionados del periodismo escrito con herramientas narrativas y sentido
ético de la investigación y postura que deben vislumbrarse en sus
textos. En un momento como el actual, complejo, con gran deterioro
social y presencia inocultable del crimen organizado, resulta muy
importante.