domingo, 22 de diciembre de 2013

La Homenajitis

21/Diciembre/2013
Laberinto
Heriberto Yépez

A lo largo de este año he seguido con atención una serie interminable de homenajes que instituciones de gobierno han rendido a figuras culturales mexicanas. ¿Para qué tanta homenajitis nacional?
La homenajitis obedece a varias razones. Enumeraré algunas.
No se puede comprender la homenajitis sin recordar que, en general, gobierno, empresas y sociedad conservadora dependen de aseverar que no debemos abandonar La Tradición. 
Un motivo poderoso para que Bellas Artes, Conaculta y decenas de institutos culturales mantengan un calendario permanente, obsesivo, de homenajes, es que homenajear a un escritor o artista lo estatiza. Un homenaje es un acto de oficialización.
El homenaje equipara poeta y diputado.
El gobierno encarceló a José Revueltas por izquierdista, pero una vez difunto, un gobierno de derecha puede homenajearlo, intentar así —quizá exitosamente— desdibujar o anular la índole crítica de su obra.
Y en un caso como Octavio Paz, escritor literariamente notable e intelectual que terminó alineado con el PRI —lo cual muchos desean no saber— la homenajitis que le espera en el 2014 —centenario de su natalicio— dañará su futuro.
En esos homenajes toda clase de oportunistas, funcionarios, superestrellas  y epígonos serán pagados, utilizados y beneficiados por la fiesta oficial.
Gracias a la homenajitis muchos miembros del gobierno y agentes culturales mejoran su imagen asociándose a figuras prominentes del pasado. Los homenajes se realizan gracias a redes de oportunismo.
Lo que el sistema escolar, los medios y las instituciones informan a la población no es suficiente para que muchos se percaten que la homenajitis abusa de la figura viva o muerta y, a largo plazo, la perjudica, asociándola con un sistema corrupto.
Otro factor: muchas personas reciben dinero en los homenajes.
La homenajitis cultural mexicana es una forma de integrar a los disidentes y destruir su oposición y, en el caso de quienes en vida fueron oficialistas o semi–oficialistas es una forma de cobrarles, y premiar la sumisión de sus herederos.
En el contexto cultural más amplio, la homenajitis sirve para mantener un clima de conservadurismo —Oh, La Tradición; Oh, El Pasado Grandioso— y quitar atención a la oposición (mayoritaria o excepcional) y, por ende, desdeñar el descontento social actual.
En el contexto mexicano, un homenaje tiene dos efectos inmediatos: 1) invitar a la población a idealizar una figura cultural y 2) asimilar gubernamentalmente un tótem, comprar a sus seguidores, apropiarse del mito.
La homenajitis es una de las tendencias más nocivas para la transformación que México necesita. Intelectuales y funcionarios no dirán que la homenajitis los mantiene en el poder. 
La homenajitis es la firma —invisible e indeleble— que avala sus cheques, sus posiciones de lujo hoy y su destino de piedra, mañana.

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