El Universal
No es fácil ser cuentista en el siglo XXI. Aunque tienen detrás una larga tradición en la literatura breve, las escritoras jóvenes que practican el cuento en México saben que en ocasiones es remar a contra corriente. Las editoriales comerciales no se interesan por publicar cuento; es un género que accede cada vez menos a los diarios y revistas y son pocas las mujeres, comparadas con el número de hombres, que han obtenido premios, becas o apoyos.
A cambio, ese género literario que debe cumplir tres axiomas: precisión, habilidad para fabular y un universo propio, goza de excelente salud en este país de cuentistas y en el que las mujeres también tienen mucho que contar. Ocho cuentistas jóvenes mexicanas, nacidas entre la década de los años 70, reflexionan de su quehacer literario y sobre las problemáticas que enfrentan en el día a día.
Liliana Pedroza, Daniela Bojórquez, Cristina Rascón, Glafira Rocha, Nadia Villafuerte, Maritza Buendía, Paulette Jonguitud y Socorro Venegas comparten varias cuestiones, una de ellas es su perseverancia, pero más allá de ella, su formación. Ninguna de estas mujeres es autodidacta, a todas las respalda una sólida formación académica, que incluso llega a maestrías y doctorados dentro y fuera del país.
Todas ellas han obtenido premios y becas como la de Jóvenes Creadores, todas tienen más de un libro publicado y un blog en crecimiento, todas ven al Internet como un gran aliado y aseguran que la red ha cambiado “la manera de relacionarnos con el lenguaje y las estructuras tradicionales del texto”, como afirma Daniela Bojórquez; pero al mismo tiempo están en “la búsqueda de los géneros híbridos”, según comenta Liliana Pedroza.
Los datos de la desigualdad
Curioseando en las páginas de Internet del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Cristina Rascón (Sonora, 1976) pudo determinar que en los 30 años de existencia del Premio San Luis Potosí, sólo tres mujeres lo han recibido, ellas son: Cristina Rivera-Garza, Beatriz Espejo y Alejandra Bernal; que de los 16 escritores que entraron al Sistema Nacional de Creadores en 2009, hay sólo tres mujeres: Ana Clavel, Ana García Bergua y Carmen Boullosa; que de los 36 escritores eméritos del FONCA, hay únicamente tres mujeres: Margarita Michelena, Elena Poniatowska y Margo Glantz.
El dato más parejo es que de los 15 escritores que recibieron la beca Jóvenes Creadores del Fonca en 20092010, siete son mujeres: Diana Gutiérrez, Luisa Iglesias, Maritza Manríquez, Nubia Yazmín Montes de Oca, Gabriela Damián, María José Gómez y Lilián del Carmen López.
“Creo que las mujeres escritoras nacidas en los 70, 80 y 90 están explorando aún más el género del cuento. Sobre todo en los estilos híbridos donde se combinan poesía, prosa poética, cuento, microrrelato y novela. También en los textos con apoyo visual o en interacción con otras disciplinas artísticas como pintura o música”, dice Rascón.
Maritza Buendía (Zacatecas, 1974), asegura que desde hace tiempo el cuento clama a gritos la atención de los lectores y de las casas editoriales en su pugna por sobrevivir, pues sea por mercadotecnia o por asuntos extraliterarios se suele preferir la publicación de la novela al cuento. “A pesar de ello, creo que estamos en un momento propicio para dotar al cuento de un nuevo impulso y una nueva energía”.
¿Una mirada femenina?
Liliana Pedroza (Chihuahua, 1976) afirma que en la cuentística hecha por mujeres hay una exploración intensa en lenguaje narrativo, en la forma de presentar una historia y, claro, será interesante ver cómo ser mujer puede influir en tema y forma en la escritura.
“Somos una generación con temáticas y búsquedas diversas, lo cual es bueno porque lo vuelve muy enriquecedor; tenemos motivaciones e influencias literarias distintas, de allí la diversidad. Quizá nos distinga en su conjunto el no abanderamiento sobre lo feminista, ese énfasis sobre la búsqueda de lo femenino y el papel de la mujer en la sociedad que no está resuelto del todo en nuestra cotidianidad yo creo que sí en lo narrativo. Somos una generación con más libertad de temas”, comenta Liliana Pedroza.
Hay las que creen en las coincidencias. Daniela Bojórquez (ciudad de México, 1979) destaca las coincidencia a partir del surgimiento de Internet, que lo concibe como un fenómeno que ha cambiado “la manera de relacionarnos con el lenguaje y las estructuras tradicionales del texto. La red como tema o escenario, el autodescubrimiento, la explicación, expiación sobre el lugar de origen y el viaje interior son algunos de los temas que tenemos en común”.
Nadia Villafuerte (Chiapas, 1978) asegura que la violencia es fuerte vínculo temático entre las cuentistas de su generación, que exploran desde diferentes propuestas formales y niveles discursivos. “Hay narradoras que recrean la violencia a partir de un referente realista; otras recurren al humor; hay quien lo hace desde el punto de vista de la psique alterada por un entorno agresivo; hay quienes diseccionan la violencia desde el lenguaje o desde el cuerpo; y también habrá quienes indaguen sobre otras temáticas, otros entornos que no guardan ninguna relación con la violencia”, comenta Villafuerte.
Pero hay algo que comparten las cuentistas jóvenes: la búsqueda. Paulette Jonguitud (ciudad de México, 1978) asegura que toda joven cuentista busca su propia voz. “Hay que escribir muchos cuentos para ir desnudando la piel de cada una, para quitarle las vestimentas heredadas, las aprendidas, y dar al fin con esa mezcla de herencia y experimentación que tiene olor y humores propios. Esta búsqueda quizá tome muchos años, e incluso podría decirse que siendo cuentista joven, la búsqueda apenas está en sus primeras etapas”.
Por el contrario, Glafira Rocha (Sinaloa, 1974) no encuentra muchas semejanzas; para ella, el cuento escrito por mujeres tiene diferencias muy marcadas en cuanto a estilos narrativos, tiende a temáticas cada vez más diversas, incluso se ha enfocado a una multiplicidad de géneros literarios y de temáticas. “Pertenezco a una generación de escritores que se dirigen hacia una exploración individual mas que generacional. Mi búsqueda está enfocada en el eclecticismo de temas, formas y géneros que van desde el cine, el teatro, el cuento, la novela”.
No importa el sexo
Contrario a escritoras como Inés Arredondo, Amparo Dávila, Rosario Castellanos, Guadalupe Dueñas y Elena Garro, quienes hablaban en su obra de la condición femenina, en la actualidad no importa si un cuento fue escrito por un hombre o una mujer.
En las escritoras de esta generación, esa línea entre escritores femeninos o masculinos se ha ido borrando.
Socorro Venegas (San Luis Potosí, 1972) reconoce que el cuento es un género que exige mucho trabajo del autor y que tal vez tome más tiempo terminar de escribir un buen libro de cuentos que una buena novela; además, todo va más allá de si se trata de una pluma masculina o femenina la que está en juego, el cuento en México tiene grandes exponentes. “Me gusta pensar que hay buenos o malos escritores, a secas, sin género”, dice Venegas.
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