sábado, 12 de febrero de 2011

Contracultura y neoconservadurismo

12/Febrero/2011
Laberinto
Heriberto Yépez

Hace tres lustros apareció La contracultura en México de José Agustín, epílogo a la trilogía La tragicomedia mexicana, crónica contada desde un punto de vista contracultural.

Como todo buen libro, La contracultura en México tiene muchos defectos.

Pero no practiquemos ese jodido pasatiempo nacional de descalificar todo para yo sentirme el mero-mero (si jodo al otro, ergo, yo estoy menos jodido: consuelo de los muy jodidos); La contracultura en México, crónica-ensayo, es un libro provocador que llenó un hueco. Hay que celebrarlo.

En los noventa José Vicente Anaya insistía en que en los setenta mexicanos ocurrió una actitud contracultural mexicana que ni Monsiváis ni la República de las Letras ni José Agustín anotaron. Poco después apareció Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, una novelización de su versión de la contracultura infrarrealista. Pero historia íntegra de la contracultura en México no hay.

En las últimas dos décadas, Carlos Martínez Rentería ha publicado la revista Generación, que ha documentado calles, callos, callejones y calpullis de distintas contraculturas mexicanas (el plural es obligatorio). Para entender el archipiélago contracultural mexicano de este periodo, Generación es una crónica-a-entregas imprescindible y sobreviviente. La historiografía futura de la contracultura mexicana mucho le deberá.

Como dije en un Congreso de Contracultura que Generación organizó —otra de sus aportaciones— el concepto de “contracultura” es inexacto en el caso mexicano; y su praxis actual, retro.

No hay que moralizar —las típicas quejas fresas, ay, si se vende en Sanborns no es contracultural—; hay que replantear la idea de contracultura, tanto en México como en Occidente, precisamente, para reinventarla.

Hago este breve recuento porque hay señales alarmantes: después de cierta apertura de la cultura literaria nacional hacia otras formas de concebir la función literaria, hoy en México el conservadurismo se revigoriza.

Nótese, por ejemplo, ¡la absoluta carencia de pensadores de izquierda entre las nuevas generaciones de poetas o narradores! Refugiados en la pureza del “creador” ocultan su apatía.

¡Incluso la Generación X parece politizada en comparación con la Generación Millenial!

¿El feminismo? Una más de las muertas de Juárez. ¿No hay escritoras recientes feministas en este país? Cristo, en cambio, recupera portavoces.

Una parte de la responsabilidad la tuvo la contracultura. (Sin José Agustín, ¿tendría historia pública?). Deshistorizada, autocomplaciente, mitificada, rota, la contracultura literaria mexicana se diseminó sin autocrítica.

¿Se ha actualizado? ¿O es ya la contracultura otro más de nuestros usos y costumbres?

¿La gran ganadora del stand-by (me) de la contracultura? La creciente neoconservadora.

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