Laberinto
Heriberto Yépez
En el número 195 de Tierra Adentro —que alguna vez pensó impulsar la descentralización y hoy premia el re–centralismo entre los escritores de todo el país— se publica “El proceso Carrión”, una reseña de Roberto Cruz Arzabal sobre los tres volúmenes del Archivo Ulises Carrión.
Cruz
Arzabal dice: “se hubiera agradecido un plan editorial más claro”. Los
responsables, sin embargo, compartimos el gusto de Carrión por el
suspenso. El plan completo es un secreto.
Al igual que otra reseña en Letras Libres, Cruz
Arzabal dice que la serie “debió contar con mejores apoyos
institucionales. Esto generaría una lectura distinta de la figura de
Carrión en relación con el medio artístico actual, más estable pero
también más clara”.
¿Carrión vuelto coffee table book? ¿Obras Completas en el FCE? (ahora más oficialista que nunca).
No, Carrión no necesita Canon.
Es
muy probable que Tumbona se encargue de publicar al menos tres
volúmenes más del Archivo Carrión. Pero el concepto será visible al
mismo tiempo que el proceso.
En
general, Cruz Arzabal cuestiona la estructura y orden de los libros
para luego, en contradicción (inadvertida), apoyarse en esa estructura y
orden.
Lo mismo ha ocurrido, por cierto, con otros reseñistas.
En
el primer volumen agregué una introducción general (y breve) sobre
todos los periodos literarios y visuales de Carrión; en el segundo,
preparé un largo estudio especializado sobre su posición en el arte
correo de los años setenta; y en el tercero, un estudio de mediana
extensión de su relación con otras estéticas concepto–contextuales.
Con
estos tres primeros y heterogéneos estudios he querido darle al lector
tres opciones para entender a Carrión respetando su maravillosa
complejidad.
Cruz
Arzabal es un crítico inteligente, mejor informado que otros. Pero
sigue siendo presa de las inercias de la poética y crítica mexicanas;
sus paráfrasis y omisiones, sus gustos y metáforas (querer que Carrión,
por ejemplo, sirva para volvernos el “Gran Monstruo del Gran Monstruo”)
delatan la pervivencia del tradicionalismo tras la nueva prosodia
académico–irónica, situación característica de la nueva crítica
mexicana, de la que —si lo pide el diablo— escribiré en otra
oportunidad.
De
la nacional a la virtual, Ulises Carrión desestabiliza el consenso
estético actual; por ende, se desea estabilizar a Carrión. Reseñas, redesocialitis y academia–estándar generalmente son parte de un intento multilateral de neutralizar todo aquello que produce inestabilidad.
Casi
toda crítica procura un relativo control de daños. El campo pide al
comentarista–“crítico” purgar de elementos indeseables (enunciados,
personas, relaciones) a la forma inquietante.
Carrión
produce ya un corto circuito. El corto circuito está siendo más o menos
administrado y, ciertamente, se intentará repararlo. Pero Carrión va a
ganar; tomará cierto tiempo y nada será igual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario