Laberinto
Un jurado otorgó a Sealtiel Alatriste el Premio Xavier Villaurrutia. Y resurgió una acusación de Guillermo Sheridan contra plagios en artículos de Alatriste. La polémica creció en internet y blogs de Letras Libres. Alatriste renunció al premio y a su puesto en la UNAM.
Algunos escritores mexicanos increpan que debido al caso Alatriste el plagio sea descalificado —vía una estética conservadora— como método literario experimental.
Pero ambos bandos —anti y pro-“plagio”— discuten como si plagio fuese lo mismo que apropiación.
El plagio literario es una operación en la que un autor toma crédito de texto ajeno. Pero no del acto de tomarlo.
Apropiación, en cambio, es la toma de un corpus textual, de la cual el apropiacionista toma crédito explícito. O implícito gracias a algún guiño o a que la frecuencia con que se apropia (íntegra o parcialmente) de obra ajena lo hace públicamente reconocido como apropiacionista.
Diferencia radical: lo que el plagio busca mostrar como Original y Propio, la apropiación desea mostrarlo como no-propio y anti-original.
¿Qué pasó en Alatriste? Plagió en artículos e hizo apropiaciones —semi-veladas— en novelas.
Curiosamente, Guillermo Sheridan y Gabriel Zaid que tanto alimentan el gang bang de Alatriste no tocan el espinoso tema de que a Octavio Paz —Ogro Filantrópico de dicha República imaginaria— se atribuye haber dicho (Ay Salazar Mallén, ay Samuel Ramos, etcétera): “No estoy en contra del plagio cuando la víctima desaparece. Ya se sabe que ‘el león se alimenta de corderos’ ”.
¿Doble moral? Por un lado denuncian los copy-pasteles de Alatriste y, por otro, evaden que su líder moral Paz practicaba la copy-posdata.
Letras Libres es incongruente: omite considerar una información —las apropiaciones de Paz y su ninguneo de fuentes empleadas— que problematiza sus argumentos recientes contra el “plagio”.
La incongruencia crece. Sheridan critica que Alatriste declare “transformar” a Wakefield de Hawthorne en su temprana novela Dreamfield (aunque los títulos mismos sugieren que el autor juega y cifra un préstamo, dato que Sheridan omite anotar).
Y —para volver esto aún más paradójico— Sheridan no quiere recordar que Paz consignó que La hija de Rappaccini, ¡también es una transformación de una narración de Hawthorne!
¿Cuál es la diferencia entre estas dos obras-hijas? ¿Por qué se condena una y se olvida otra?
Las paradojas gustan de aumentar. Sheridan acusa que Alatriste acepte que su Verdad de amor deriva de Los papeles de Aspern de Henry James.
A lo que quisiera añadir una apropiación (no confesada) y que yo quería revelar en otro momento pero —dada esta polémica— ahora señalaré: léase “Nuevo rostro”, el joven poema del Nobel Paz.
Esta obra paceana es un obvio resumen (ay Aura, ay Sheridan) de Los papeles de Aspern de Henry James.
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