martes, 27 de diciembre de 2011

Poesía y política

27/Diciembre/2011
Milenio
Cristina Rivera Garza

La pregunta que no es posible dejar de plantearse es qué o cuál será la mejor manera de rendir cuentas sobre lo que acontece ahora

La guerra que pelean una férrea casta de tecnócratas neoliberales contra un grupo de empresarios transnacionales que se dedican a la producción y comercio de sustancias hasta ahora consideradas como ilegales ha sumido a México en una de las etapas más sangrientas de las que se tenga historia desde inicios del siglo XX. Interpretar críticamente estos fenómenos es acaso una de las tareas más urgentes en nuestros días para comprender y, luego entonces, proponer alternativas al estado de creciente crueldad y horror. Pensar críticamente en momentos de dislocamiento y ruina, de violencia extrema y duelo, no es cosa fácil. Como lo asegura Achilles Mbembe en relación al reto de pensar África fuera del eje de la teoría occidental, “lo que la teoría social no ha podido comprender es su tiempo [el tiempo histórico de África] como tiempo vivido, no sincrónica o diacrónicamente, sino en su multiplicidad y en su simultaneidad, su presencia y ausencia, más allá de las perezosas categorías de cambio y permanencia tan socorridas por tantos historiadores”. Contra los muchos estereotipos que, más que explicar, oscurecen la compleja realidad de la vida cotidiana y política de África, Mbembe asegura en On the Postcolony que “las fluctuaciones y la indeterminación de estos países no necesariamente significan una falta de orden. Cada representación de un mundo inestable no puede ser automáticamente subsumida bajo la etiqueta de ‘caos’. Pero, reducida por la ignorancia y la impaciencia, dejándose llevar por cierto delirio verbal, slogans, y en general la impericia lingüística, la literatura al respecto recurre con mucha facilidad a la repetición y el plagiarismo, a las declaraciones dogmáticas y las interpretaciones arrogantes, y las conclusiones superficiales están a la orden del día”.

No se necesita ser un crítico avezado para estar en general de acuerdo con Mbembe en lo que respecta a África e, incluso, en lo que podría tocar a la realidad mexicana de hoy. La pregunta que no es posible dejar de plantearse es, sin embargo, qué o cuál será la mejor manera de rendir cuentas sobre lo que acontece ahora. Heme aquí diciéndolo de nueva cuenta: Contra ese estado de cosas, aquí y allá, la poesía. No pienso, por supuesto, en la práctica versificadora que tiende a encerrarse en la torre de marfil de ciertos lenguajes prestigiosos que poco o nada tienen que ver con lo poético. No pienso, claro está, en el lenguaje imperialista (dar voz a otros) y con frecuencia ramplón que, con la excusa de acercarse a la comunidad que la produce, deja de exigirle a la poesía ese práctica de cuestionamiento del lenguaje que la determina. En lo que pienso mientras trato de elaborar un argumento sobre la urgencia y, por suerte, la presencia de una luminosa poesía política en nuestro medio es, sobre todo, en tres libros publicados recientemente en México. Se trata de Degenerativa, de Alejandro Tarrab; El baile de las condiciones, de Oscar de Pablo; y Hechos diversos, de Mónica Nepote. Es posible que estos tres libros no me hayan ayudado a entender (en el sentido meramente intelectual del término) lo que sucede en el país, pero no me cabe duda que me han acercado de manera punzante y riesgosa, de manera humana y crítica a lo que testifico en mi día a día.

En Degenerativa, un ejercicio casi orgánico de apropiación que resulta en una serie intrigante de variaciones y versiones de un material que ya nunca más podrá ser El Original, Tarrab trabaja de cerca con lecturas y otros artefactos artísticos pero no se olvida de dirigirnos “Hacia las maquiladoras, hacia el abismo de las sepulturas/ se entiende este reducto”. Y el lector de Tarrab puede, si así lo desea, detenerse en el casco de las viejas ciudades “donde puede llorar despierto” hasta las periferias que en mucho se parecen a las fotocopias y los loops donde la experiencia se daña y se difumina y cambia.

En El baile de las condiciones, un título que es una referencia poco discreta a un escrito de Karl Marx de 1844, Óscar de Pablo le da la mano a las condiciones de expresa desigualdad y explotación que caracterizan el mundo de hoy y, sin empacho, con inusual sentido del humor y agilidad lingüística y referencias tanto religiosas como históricas, las saca, en efecto, a bailar. De entre todos, sólo comento ese largo poema alrededor y dentro de la fábrica Modelo, donde los turnos de trabajo se transforman en mareas y los trabajadores, marineros imprevistos de una ciudad vuelta toda océano de químicos y de orina y de hartazgo, resisten el vómito y, sí, piden cerveza en el naufragio.

La poesía de Hechos diversos se produce justo en el lugar de la costura del libro que divide (o junta) las páginas donde se llevan a cabo los ejercicios con la sintaxis y las imágenes (a la izquierda) y aquéllas donde se plasma el lenguaje informativo de las noticias (a la derecha o en la parte inferior de la página, pero siempre en otra tinta). La yuxtaposición, que además involucra hechos ocurridos tanto dentro como fuera de México, trae a colación lo nimio, en efecto, pero también los fenómenos macroeconómicos sin los cuales eso nimio —la violencia doméstica, el nombre que se registra con sangre porque de otra manera se olvida, la mirada sobre el cuerpo desmembrado que alumbra la cámara de un paparazzi— no tendría por qué ser registrado. Lejos del facilismo de la representación directa o de la empatía superficial, Nepote pone a funcionar, y con estilete, el nivel de la investigación del lenguaje. En la primera línea del poema “Las muchachas bailan”, por ejemplo, las preguntas indirectas, que se establecen con el uso del tilde sobre el pronombre interrogativo, se atropellan una a otra a través de comas que, lejos de proponer una respuesta o, incluso un terreno propicio para la respuesta, insisten en la pregunta misma. “Dónde están bailando, dónde las muchachas, todas”. En la tercera línea, aparece, se diría que de la nada o de esas condiciones que ha sacado a bailar De Pablo, el primer imperativo: “Digan”, conmina la poeta. “Digan, dónde las muchachas bailan, dónde levantan las manos pálidas, no sus huesos”. Y en ese “digan”, que es plural, va el lector y va también el que no lee. En ese digan, mucho me temo, vamos todos.

Más podría decirse de estos tres libros, pero el espacio apremia: tres de entre los mejores libros de poesía política del México de hoy. Es decir, tres de entre los mejores libros de poesía que han tocado este país.

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