sábado, 27 de noviembre de 2010

La inseguridad en México, un problema de confianza: Le Clézio

27/Noviembre/2010
La Jornada
Éricka Montaño Garfias

Guadalajara, Jal., 26 de noviembre. El Premio Nobel de Literatura, el franco-mauriciano, Jean-Marie Gustave Le Clézio, regresó a Guadalajara por primera vez en dos décadas para participar en la Feria Internacional del Libro (FIL) e inaugurará este domingo el Salón Literario con la conferencia La literatura intercultural, tema convertido en una de sus preocupaciones y que hace poco dio origen a una fundación que trabaja en isla Mauricio en favorecer las relaciones multiculturales.

Le Clézio se refirió de nueva cuenta a la situación de México (La Jornada, 24/10/2010), país al que llegó en 1967: primero para enseñar su idioma natal en el Instituto Francés para América Latina (IFAL), donde fue también el encargado de organizar la biblioteca, situación que aprovechó para leer todo lo que pudo de historia, filosofía y literatura de México. Después permaneció en El Colegio de Michoacán, al lado de Luis González y González, y viajó por distintas zonas del país.

Lo que ocurre en México es una dimensión realmente trágica. Cuando vine la primera vez tenía la impresión de total libertad, era posible ir por todos lados, pasear en la noche, a pesar de los comentarios de que tuviera mucho cuidado porque en esa ciudad había un crimen cada noche. Eso ha cambiado y hay un problema de seguridad, pero creo que es más una cuestión de confianza.

Sin embargo, recordó que durante sus diversas estancias en México nunca he padecido nada. El único problema que he tenido fue en Niza, mi ciudad natal, donde fui atacado en la calle.

Creo que México, añadió, trata de luchar contra esta falta de confianza. Es un combate que va a tener éxito porque no es posible vivir en una ciudad con esta falta de confianza. Sin embargo, tengo más miedo en Albuquerque (ciudad donde reside), porque todo el mundo tiene rifles y pistolas. Me da más miedo un tiroteo callejero, algo que ocurre mucho en las ciudades estadunidenses porque el derecho de tener armas es parte de la constitución y es algo que para mí es espantoso.

A lo largo de los años, Le Clézio (Niza, 1940) ha mantenido la relación con México en la página de libros de su autoría como La conquista divina de Michoacán, Diego y Frida, y El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido. Vine por primera vez en 1967 para dar cursos en el IFAL. No conocía nada de la cultura mexicana, tuve que aprender español en la calle, es un español callejero. Su primer contacto con la cultura del país fue en la biblioteca del IFAL; después, sus viajes por el país donde encontró algunas similitudes con lo que había leído acerca de la cultura antigua. Algunos elementos permanecían como cuando los huicholes toman una espina, se perforan la lengua y sangran sobre la tierra.

Fue un choque enorme ver que en la contemporaneidad existían elementos de la cultura ancestral: en el metro de la ciudad de México vi personas hablando náhuatl, por ejemplo. Así fue el primer contacto, al principio por los libros y después por la vista, enfatizó.

Sin embargo, aclara, “No soy un historiador, soy novelista, nacido para escribir novelas, no puedo servir a otra cosa. En México encontré una dimensión que no existe en Europa, aquí la historia está viva, es un elemento de cada día. Ser historiador aquí es diferente a serlo en Europa donde es una ciencia. En México tiene más que ver con la fe o el ser profundo de los seres humanos.

Por eso no soy un historiador, no escribo sobre historia. Cuando pienso en México siempre considero la historia como elemento fundamental, por eso la celebración de la Independencia es algo importante.

Eso en cuanto a la historia, pero, ¿qué pasaría si desapareciera la literatura? No lo sé. Para mí el mundo humano no es posible que exista sin historia e historias. El escritor es esa parte verdadera de la dimensión humana, porque no inventa. Decía Marcel Proust que no existe imaginación, sólo memoria. Los escritores son una especie de tambor que suena con la influencia de todo lo que está ocurriendo, su papel no es inventar, sino relatar, por eso no podría imaginar el mundo sin novelistas, sin cuentos. Escribir significa escuchar, resonar y soñar a veces.

Le Clézio, autor de unos 50 libros entre novelas, ensayos y cuentos, entre ellos La cuarentena, Desierto, La música del hambre o El pez dorado (publicados por la editorial Tusquets) rechazó la clasificación de la literatura en central y periférica.

“¿Dónde está el centro? No hay centro ni hay periferia, la literatura es algo que escapa o debería escapar a la definición. Salir del encierro de una frontera política: si leo a Cervantes no leo a un español porque lo puedo leer en francés, o el Lazarillo de Tormes no es de un autor nada más castellano. No hay una literatura propiamente nacional ni del centro. La meta es intercambiar influencias y esperanzas, y nadie puede estar en la periferia en este sentido.”

Las literaturas, y aquí entra el tema de la interculturalidad, están al lado una de la otra y hay necesidad de comunicar e intercambiar. Prefiero el patriotismo al nacionalismo, el amor a la tierra natal, al Estado, la aldea, el pueblo, la ciudad, el país donde uno ha crecido. El patriotismo es más amor a los ancestros que han formado a uno. El nacionalismo es más la forma combativa de este sentimiento: prefiero el sentimiento a la teoría política. El nacionalismo podría ser peligroso.

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