lunes, 27 de diciembre de 2010

Conaculta, ¿reforma o revolución cultural?

25/Diciembre/2010
Laberinto
Braulio Peralta

La Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales confirma un lugar común: más de la mitad de los mexicanos no adquieren libros para leer, no van al teatro ni a la danza, los museos y bibliotecas. Acaso oyen la radio, van al cine y ven mucha televisión.

Una encuesta poco reveladora pero necesaria porque desnuda la ausencia de compromiso social de la familia y el sistema educativo que poco hacen por sus hijos o estudiantes para interesarlos en la escena, los libros, el arte y la danza. También desnuda al Estado en la transparencia de instituciones que sólo administran la cultura para pagar salarios a directivos ausentes de compromiso social o sindicatos de trabajadores sin miras al futuro de sus propios hijos.

Las “compañías nacionales” de danza y teatro, las “casas de cultura”, los festivales culturales de diversa índole terminan siendo, con la encuesta en mano, un aparato burocrático que contabiliza eventos por toda la República Mexicana pero no califica ante los magros resultados del crecimiento cultural. Algo trascendental tendría que hacer el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para no terminar un sexenio más como el elefante blanco que está comprobándose en su propia encuesta.

Valiente decisión de la presidenta del Conaculta Consuelo Sáizar porque, al levantar la encuesta, comprueba lo que sabíamos: de la Revolución mexicana a la fecha todo ha sido institucionalizar a la cultura pero no democratizarla para beneficio de México. Unos cuantos, quizá los mismos involucrados son los que alimentan los eventos culturales. Hoy, la cultura patrocinada por el Estado se llena de gente con entrada gratis. Retacado en las inauguraciones, vacío durante la temporada de exhibición. ¿Cómo revertir los hábitos y costumbres culturales de la otra mitad de los mexicanos?

Al Conaculta le urge una reforma, casi una revolución cultural: el sueño de José Vasconcelos. ¿Será capaz de desmantelar el aparato burocrático que se lleva casi el 70 por ciento del presupuesto para pagar salarios y prestaciones y el resto para la promoción de la cultura?

La encuesta no dice nada sobre la miseria de los mexicanos que sólo tienen para ver televisión (90 por ciento la observa pasivamente). Tampoco señala que la situación económica impide a ciudadanos pagar por el teatro y la danza (67 y 66 por ciento, respectivamente, no van). Y leer libros, menos. Por eso un 57 por ciento ni se acerca a una librería. La cultura también es dinero.

Del priismo al panismo la cultura ha sido, más que una prioridad, un ornamento; aunque algunos gobiernos del pasado tuvieron intenciones de crear instituciones culturales que sirvieran para promover el arte y las letras. Intenciones que se burocratizaron; se pudrieron y corrompieron con el apoyo de los trabajadores sindicalizados.

Menudo paquete el de Consuelo Sáizar a dos años de concluir su mandato, con una encuesta que recordaremos hasta el final de su periodo. Esperemos que sepa jugar a las serpientes y escaleras. Sería insano desearle un final similar al de sus antecesores. Lo digo para bien del “México inculto”. Finalmente, si le va bien a ella, el beneficio sería para todos. La veo difícil porque el tiempo es implacable. Pero con decisiones drásticas, liderazgo y programa en mano al menos es posible un cambio de mentalidad en la burocracia cultural. ¡Sería mucho!

Coda

No se trata de desempolvar las ideas y proyectos de José Vasconcelos, sino de hacer programas y proyectos culturales acorde a los tiempos que corren. Ese es el reto.

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