domingo, 17 de noviembre de 2013

Para desmitificar a Gabriela Mistral

17/Noviembre/2013
Jornada Semanal
Gerardo Bustamante Bermúdez

Sucede con frecuencia que las grandes virtudes y defectos de un personaje constituyen parte de la leyenda que biógrafos y estudiosos. Las historias nacionales en Hispanoamérica están marcadas por la elaboración de biografías imaginarias de personajes importantes y hacedores de la historia de las ideas. El caso de la escritora chilena Gabriela Mistral es un ejemplo dentro del magisterio femenino en Latinoamérica, con su correspondiente construcción de la virtuosa y dedicada maestra que mira en la educación de los niños y en la formación magisterial femenina la fuente de progreso; sin embargo, su ideal dista de la versión oficial que se tiene de ella, al menos en México.
Sobre la vida de Gabriela Mistral se ha erigido una leyenda que oscila entre la tragedia existencial, el espíritu viajero, el sentimiento de frustración amorosa por el suicidio del empleado ferrocarrilero Romelio Urueta, en quien según sus biógrafos se inspiró para la composición del poema “Interrogaciones”, de Desolación (1922) y que en su primera estrofa dice: “¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?/ ¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,/ las lunas de los ojos albas y engrandecidas,/ hacia un ancla invisible las manos orientadas?”
La escritora chilena fue invitada a México en 1921 con la finalidad de emprender la gran labor educativa encabezada por José Vasconcelos. Llegar a México significó la oportunidad de materializar las luchas ideológicas del progreso nacional a través de la educación. Mistral comparte con Vasconcelos la utopía del progreso de Latinoamérica a través de la alfabetización y, en ese sentido, México tiene una deuda con las clases indígenas y campesinas a las que Mistral admira. Empero, su vida en este país no fue tan placentera. Personajes como Palma Guillén han proporcionado algunos datos al respecto. Ahora, la paulatina publicación de epistolarios con misivas de la autora dejan en claro que, al conocer México, se decepcionó de la gente.
Muy al contrario de la concepción nacionalista que se tiene sobre la escritora, existe también la versión sobre su ideología antifranquista, antifascista y su simpatía por las ideas del socialismo soviético. En su texto “Motivos de vida”, escrito a finales de 1924 y dado a conocer hasta 1991 en el libro Tan de usted. Epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes, la poeta habla sobre la primera impresión ilusoria que le provocó la gente de México y el posterior desencanto; se sorprende del nacionalismo ramplón de la política mexicana de entonces: “He aprendido cosas amargas: que todos los hombres creen en las miserables patrias, en el aire mexicano o chileno, en los pastos mexicanos y chilenos. No me han convertido con su feroz nacionalismo, volveré con una decepción áspera, pero a la vez con una terquedad heroica a vivir en Chile mi universalismo de espíritu, de la mente y de la mirada. Y en las flores chilenas miraré sólo las flores, y en la carne chilena, miraré sólo la carne humana.” 
En Cartas de amor y desamor (1999), misivas que Mistral le envía al poeta Manuel Magallanes Moure (1878-1924), confiesa sobre su trabajo: “La enseñanza es mecánica y es amarga. Yo que he trabajado desde los quince años me, he fatigado demasiado pronto. Esta conquista del pan ha sido para mí –antes– demasiado dura y estas cosas me han arruinado energías, alegrías, esperanzas que hoy no puedo resucitar.” El magisterio incomoda a la poeta; advierte la ignorancia de sus compañeras de trabajo y la alienación de las políticas educativas profesadas por las directoras de las escuelas. Mistral está inconforme con el adiestramiento de los niños como sujetos pasivos.
La educadora llegó a México acompañada de la joven escultora Laura Rodig como asistente. Posteriormente será la promotora educativa y diplomática Palma Guillén quien ostente el cargo, hasta que en 1946 la poeta conoce a la joven estadunidense Doris Dana, en Bernald College. A partir de ese momento Dana se convertirá en la acompañante, secretaria y cuidadora de la enferma escritora, quien en ocasiones le escribe colérica, le reprocha el abandono al que la tiene sometida y le pide un poco de amor. A ella le contará episodios traumáticos vividos en México: acusa a la gente de Xalapa de xenófoba, desconfía de sus empleadas, piensa que hurgan su correspondencia; en síntesis, se siente hostigada por aduladores y amenazada por los empleados. Además, no puede recibir las sesenta hectáreas de tierra que el gobierno de Miguel Alemán le obsequia debido a que se encontraban a menos de trescientos kilómetros de la costa. En su segunda visita a México, entre finales de 1949 y principios de 1950, Mistral sale prácticamente huyendo de un país que en el fondo rechaza.
No obstante tal rechazo, la presencia de Mistral fue clave para la educación en México, sobre todo porque dejó Lectura para mujeres, que piensa como libro básico para la formación de la maestra moderna mexicana, que debía empaparse y conocer lo mejor de la historia y la literatura universal, sin abandonar su faceta de esposa y madre. Dirigir el proyecto antológico le provocó gran rechazo dentro del sector educativo. El nacionalismo ve con malos ojos la labor de una extranjera en su afán por cumplir la tarea encomendada. Vasconcelos deja su puesto por presiones políticas y Mistral concluye de forma apresurada el compromiso antológico. En la introducción a Lectura para mujeres, la autora se asume como extranjera, justifica detalladamente la selección de los textos y su correspondiente intención: despertar el sentido humano de las mujeres, instruirlas en tópicos como la justicia social, el trabajo, la naturaleza, la geografía y los asuntos históricos y literarios. La intención es “mejorar el mundo” a través de la educación. Mistral sólo firma como “La recopiladora”, quizás con la intención de restarse mérito, aunque el criterio mismo de la selección lleva implícita una ideología sobre lo social, el gusto por lo universal, el pensamiento y, quizás, por una propuesta de expandir el funcional concepto de nacionalismo que ya veía como inoperante y limitado para el progreso de hombres y mujeres de Latinoamérica.

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