sábado, 7 de mayo de 2011

¿La FIL en Los Ángeles?

7/Mayo/2011
Laberinto
Heriberto Yépez

Se decía que la “FIL” estaría en Los Ángeles. La Universidad de Guadalajara y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara organizaron la feria del Libro en Español en Los Ángeles (LeaLA) en el centro de convenciones del 29 de abril al 1 de mayo.

Su web http://lea-la.com era su carta de presentación. Pero sin la última versión de Explorer, no abría. Bueno, pensé, oportunidad para actualizar.

Pero bajar programas en cada computadora, cansa. Además, el programa de actividades no podía bajarse ni copiarse (muchos recuadros... pantalla por pantalla).

Con apuntes, me dirigí a Los Angeles.

L.A. es quizá la ciudad hispana más importante de Occidente, por su poder económico y cultural, y el español, la segunda lengua de Estados Unidos, con más hispanoparlantes que en España (y junto con México la mayor zona del español en el planeta).

Ferias del libro de concepto pequeño (digamos, convenciones académicas o literarias) reúnen más editoriales y más volúmenes en ese mismo lugar, así que para quienes asistimos a estos eventos en Los Ángeles, LeaLA se quedó chica.

Los stands se sentían vacíos de libros y comparada con la FIL, palidecían.

El programa era atractivo (Isabel Allende, Elena Poniatowska, Xavier Velasco, José José, Kate del Castillo, etc.) para público general, como la selección de libros.

Para un lector habitual, no había gran variedad. Los títulos académicos o de editoriales raras o independientes eran escasos, y los stands, pequeños.

Con esto digo todo: en la FIL siempre termino gastando el doble de lo planeado; en LeaLA, compré la cuarta parte de lo que llevaba.

En el de Educal-FCE, la mesita de novedades tenía no más de diez títulos.

Algunos stands incluso parecían saldos o exhibición de colecciones. Para libros inusuales, definitivamente, ir a Fil, Minería o aun Monterrey asegura mayor diversidad.

Además, había problemas para pagar. En el stand de Educal-FCE no encontraban algunos de los títulos en el sistema (“se cayó”) y hubo necesidad de ir al día siguiente a pagar y recoger los libros. En el stand de la UNAM tuve que esperar 15 minutos para pagar, como si no existiera el código de barras. Todo mundo fue muy amable. Pero en ciertos stands los libros no tenían precio etiquetado y había que preguntar uno por uno.

Nada de esto sucede en ferias norteamericanas.

Acierto: en California —donde se encuentra todo en las librerías de usado o latinas especializadas—, el precio en LeaLA fue competitivo.

¿La buena noticia? Llegaron a Los Ángeles. ¿La mala? No se dieron cuenta que estaban en Los Ángeles.

Ojalá se vuelve bilingüe, y para público general, estudiantes y especialistas. De otro modo, es pequeña para L.A.

No se diga para California, USA o lo binacional. No fue una feria del libro para viajar a ella.

Ojalá haya otra LeaLA y crezca bastante.


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