sábado, 21 de mayo de 2011

José Agustín, Rulfo y Revueltas, de los pocos escritores insumisos

21/Mayo/2011
Jornada
Reyes Martínez Torrijos

Los escritores José Agustín, Juan Rulfo y José Revueltas son de los pocos insumisos en la literatura mexicana, caracterizada por el respeto a la tradición y la ausencia de ruptura, asevera el ensayista y promotor cultural Philippe Ollé-Laprune, a propósito de su libro México: visitar el sueño.

En las letras mexicanas no hay un grande, hay algunos. Está José Agustín, quien siempre se mantuvo alejado y ha escrito una literatura con un tono muy personal. Quizá Rulfo, porque hizo sus dos libros y después mantuvo el silencio, señala el autor francés en entrevista.

Insumisos hay pocos. No es natural, en cambio, para nosotros como lectores franceses es algo muy ligado. Antonin Artaud y Jean Genet en Francia; pero hay muy pocas figuras de este tipo en México. Revueltas, por ejemplo, quien era un opositor político pero su literatura es muy fiel a lo tradicional. Es un muy buen escritor. Me sorprende que nunca pensó en cómo hacer una narrativa mucho más novedosa, que rompiera con los esquemas.

El volumen, que fue publicado originalmente en Francia con el título Mexique: les visiteurs du rêve y traducido al español por Mónica Mansour, examina el espíritu que ha marcado la literatura nacional desde la Colonia, y desmonta sus elementos determinantes y los autores señeros en esta rama del arte. Observa, también, a los escritores extranjeros que vivieron aquí.

Nació, expresa el ensayista francés avecindado en México desde hace casi 20 años, a partir de las lecturas que originaron la antología Cent ans de littérature mexicaine (Cien años 100 años de literatura mexicana). Lo hice para entender y analizar las sensaciones, las percepciones que yo había tenido durante ese tiempo.

México: visitar el sueño, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), fue presentado por Rosa Beltrán, Luis Felipe Fabre y el autor el pasado miércoles en el Centro Cultural Bella Época.

–¿Qué caracteriza a la literatura mexicana?

–Su gran continuidad: fluye siempre desde la tradición. Nunca hay un momento de ruptura. No ocurre lo que ha pasado en otros países, como Perú o Argentina, donde existieron vanguardias; no hablemos de Brasil, un país aún más destacado. Nunca hubo una relación de conflicto con la generación anterior. Algunas excepciones: los estridentistas, La Onda con José Agustín, pero nunca fue un enfrentamiento como el que ocurrió en muchas otras literaturas y en otras culturas.

“Este flujo continuo le da esa textura particular donde tienes que estar a la altura de la tradición e implica que tengas una ‘pluma elegante’. No puedes incluirte en tal continuidad si no eres digno de ella.”

–¿A qué atribuye usted tal estabilidad?

–Es una manera de ser de una sociedad, de un país. Nunca se puede explicar muy bien por qué. Lo que sí quise ver es cuáles son las formas que aplican los escritores mexicanos en los campos de la narrativa y la poesía.

“La política cultural mexicana se caracteriza desde la Revolución por un apoyo masivo y sincero hacia los artistas, pero nunca hubo una gran política de difusión. Si tú vez las biografías de los grandes escritores mexicanos del siglo XX, la inmensa mayoría fueron funcionarios. El poder político generaba esas plazas para que los artistas estuvieran contentos.

Además, es única en el continente americano por la existencia de becas para escritores. Cada autor que viene de Argentina, de Colombia está fascinado. La gente ataca el sistema por algunos efectos perversos que puede tener, pero no es la mecánica misma la que hay que criticar.

–En cuanto a estabilidad, ¿hay diferencia entre la narrativa y la poesía?

–La poesía tiene raíces más profundas que la narrativa. La narrativa en este país nace en el siglo XIX. Mientras tienes a Manuel Payno en México, en Rusia tienes a Fiodor Dostoievski, a Edgar Allan Poe en Estados Unidos, a Gustave Flaubert en Francia. Aquí es normal porque no se podía publicar ni escribir narrativa durante la Colonia. Y la poesía, sí. Los dos géneros que tienen raíces más profundas, los más antiguos y famosos en México son la poesía y la crónica.

–¿Y la crítica literaria?

–No hay una crítica. Crítica es pensar la literatura y aquí existe una crítica académica, que transmite un saber a los alumnos, pero eso nunca ha cambiado el curso de la literatura. Por otra parte, hay reseñistas que hablan de un autor o de un texto de manera muy personal. Espero que este libro sea de crítica literaria: una manera de pensar la literatura a partir de conceptos distintos, de analizar y comparar.

–¿Hacia dónde apunta la literatura mexicana?

–Está más mezclada en el mundo, recibe más influencias y ella misma se mezcla con más tradiciones. Los autores de 40 años de hoy han viajado mucho, hablan idiomas y están en un mundo muy distinto. Y también está el gran cambio en la sociedad mexicana, que desde el temblor del 85 ha tomado más su destino entre sus manos y es menos pasiva. Todo eso hace que esta generación que llega a los 50 años, son personas que han podido criticar, son más libres frente a la tradición porque han recibido más tradiciones.

–¿Cómo ha influido México en los autores extranjeros que lo visitan?

–Tiene gran capacidad de proponer una materia que tú puedes moldear como quieras. Siempre me río con amigos mexicanos diciendo que Bajo el volcán es la mejor novela mexicana, porque utiliza los valores de este país. Malcolm Lowry trazaba todas las cosas que lo perturbaban, todo ese mundo metafísico de la culpa. Sus preocupaciones se encuentran con lo que siente son los valores aquí. Siempre he dicho que México permite proyectar tus fantasías y tus fantasmas.

Los extranjeros. A mí me interesa a título personal entender cómo este país ha atraído a tantos escritores. En Colombia no hay escritores extranjeros; en Cuba van de paso; hay exiliados en Argentina, como Witold Gombrowicz; pero no hay tantos como en México, cuyo siglo XX está muy marcado por recibir a exiliados, a quienes da un espacio que otros países no.

No hay comentarios: