lunes, 5 de marzo de 2012

¿Quién apuesta por las nuevas plumas mexicanas?

5/Marzo/2012
El universal
Yanet Aguilar Sosa

Tienen menos de 36 años y algunos ya cuentan con uno, dos o diez libros publicados; han hecho carrera en la literatura al tiempo que ejercen la historia, la filosofía, el derecho o el periodismo; han obtenido premios –unos sólo uno y otros hasta siete-; son autores jóvenes que cuentan con una amplia trayectoria en la investigación y la docencia.

Luis Jorge Boone, José Mariano Leyva, Brenda Lozano, Hugo López Araiza Bravo y Leticia del Rocío Hernández, han demostrado que publicar en México no es algo fácil pero es posible; todos ellos son exponentes de la nueva literatura mexicana que interesa a las editoriales, unas más, otras menos.

Aunque muchos de los escritores publicaron su primer libro como resultado de haber ganado un premio literario, como fue el caso de tres de ellos: Luis Jorge Boone, Hugo López Araiza Bravo y José Mariano Leyva, para otros fue producto de la coincidencia o de buena suerte.

“Mucha gente pensó que por haber ganado el Premio Nacional José Rubén Romero de Novela (2009), la edición del libro sería muy sencilla, casi automática, pero no fue así. Los criterios de varias editoriales no pasan necesariamente por la calidad que pueda garantizar un premio literario. La posibilidad de venta es un aliciente más atractivo para ellos”, señala José Mariano Leyva, autor de Imbéciles anónimos (Mondadori) y El complejo Fitzgerald (DGP- Conaculta), nacido en Cuernavaca en 1975.

Para Brenda Lozano, de 31 años de edad y autora de Todo nada (Tusquets), el problema no es publicar, sino encontrar buenos interlocutores, editores de cepa, lectores sensibles. “No me atreví a tocar puertas. La sola noción de la sala de espera me angustia. Hay quienes tienen el arrojo de mandar un manuscrito a diez editoriales a la vez, a mí se me encogería el corazón a punta del café soluble en la sala de espera”, asegura.

Otros, a pesar de ser jóvenes autores, tienen varios libros publicados y premios ganados. Luis Jorge Boone (Monclova, Coahuila, 1977) asegura que su primera novela Las afueras (Era) es en realidad su décimo libro publicado.

“Es más complicado publicar cuento, ensayo y poesía que publicar novela. Cualquier acercamiento con editoriales tiene sus complejidades. Hay que armarse de paciencia, saber manejar la frustración. He publicado por diversas razones: por que la edición era parte de un premio, por invitación, haciendo fila. Cada libro es distinto, y con cada uno hay que tantear de nuevo el terreno, preguntarse a quién podría interesarle”, señala el autor de La noche caníbal (FCE).

Hugo López Araiza Bravo (Ciudad de México, 1989), autor de Infinitas cosas (Alfaguara), publicó ese libro de microrelatos gracias a que resultó ganador de la cuarta edición del Virtuality Literario Caza de Letras, que organiza la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de lo contrario hubiera sido casi imposible.

“Alguna vez le pregunté a mi editor si me habría publicado de no ser por el concurso; me contestó que no, por la simple razón de que prefiere publicar novela”, cuenta el escritor que fue calificado como “insultantemente joven”.

Aventura editorial y económica

Publicar en México no es fácil, lo saben los escritores y lo confirman los editores; no lo es porque en este país todo libro es una apuesta, pero también porque son escritores “sin nombre” o con “un nombre en proceso” y los libreros, al desconocerlos, mandan pronto los ejemplares de las novedades a los estantes.

Andrés Ramírez, editor de literatura de Random House Mondadori (RHM), casa que publica entre cuatro y cinco novelas de autores mexicanos jóvenes al año, dice que cada libro es un riesgo y una aventura editorial y económica.

“Para nosotros publicar este tipo de libros tiene que ver con una línea editorial que definimos: lanzar gente interesante y novedosa, y estar poblando el universo de las letras mexicanas con lo que se está escribiendo en el día de hoy, desde los ojos de los más jóvenes; sin duda de ahí saldrán muy buenos escritores que quizás más adelante estén consagrados”, dice Ramírez.

Sin embargo todas las editoriales, en mayor o menor medida, apuestan por la literatura joven, porque buscan “hallazgos” y podrían ser ellos los primeros editores de los futuros escritores de renombre. Los ejemplos sobran, el Fondo de Cultura Económica (FCE) por ejemplo, publicó los primeros libros de Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Juan Rulfo y Amparo Dávila.

Omegar Martínez, jefe del departamento de literatura del FCE, asegura que la literatura comprende más del 30% de lo publicado por la editorial en casi 80 años, lo que representa más de tres de los nueve mil títulos, y de esos, el 95% de estos son de autores mexicanos.

“Entre ellos, muchos publicaron en el Fondo sus obras de juventud: Carlos Fuentes (con 30 años al momento de publicar su primer libro en el Fondo), Juan José Arreola (con 31 años), Juan Rulfo (con 35) y Amparo Dávila (con 31) son sólo algunos”, dice Martínez.

El editor cita a los autores actuales que ha publicado el Fondo: Luis Felipe Fabre (30 años al momento de publicar su primer libro), Gonzalo Soltero (con 33 años), Bernardo Esquinca (con 33) y Julieta García González (con 34).

Si en Random House Mondadori hay una convicción por publicar este tipo de literatura y tienen la confianza de que de allí van a salir y están saliendo escritores muy interesantes; en Tusquets Editores, esa es una de sus prioridades editoriales desde hace 15 años.

Verónica Flores, editora de Tusquets México asegura que el mayor reto de publicar autores jóvenes es que ellos mantengan continuidad en la calidad de su literatura y consideren a la editorial como su hogar literario. “A nosotros nos toca consensuar con el autor una carrera, un proyecto literario a largo plazo, así como combinar en diferentes momentos posibles géneros: novela, cuento, ensayo”.

Aunque Editorial Planeta no ofrece tantos títulos de autores jóvenes al año, han emprendido el Premio Letras Nuevas de Novela que para Tatiana Noguiera, directora de comunicación de Planeta, “pretende iniciar una nueva época en la literatura mexicana, constituyéndose como un activo semillero de novelas inéditas y plataforma para la aparición y difusión de nuevos nombres en nuestro panorama literario”.

¿En busca de un nombre?

Si para José Mariano Leyva el reto es crear nuevos temas y reinventar los que ya existen siempre desde su postura creativa; para Luis Jorge Boone es no dejarse vencer, persistir en los proyectos que de verdad le importan; para Brenda Lozano “es una guerra contra las palabras, una batalla silenciosa contra uno mismo”, y para López Araiza Bravo se trata de“luchar contra el tiempo”.

Según los editores, la literatura joven tiene mucho ímpetu. Dice Andrés Ramírez: “tiene un oído mucho más inocente y menos maleado que las posteriores generaciones”; mientras que Verónica Flores afirma que es una literatura rabiosa con vida, con mucha energía.

“Tienen una voluntad férrea de buscar nuevos caminos literarios y de estilo, bebe más de la realidad que de la fantasía-ficción y está centrada más en la persona como eje que en la sociedad como epicentro”, señala la editora.

Al final queda esperar los libros que vendrán: Parque hundido (Tusquets), segunda novela de Brenda Lozano; Bálamo de Eduardo Rojas Rebolledo y Largas filas de gente rara de Luis Jorge Boone (FCE) y El club de los abandonados de Gisela Leal, novela de la autora regiomontana de 24 años publicada por Alfaguara, que ya circula en librerías.

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