lunes, 19 de septiembre de 2011

“Sólo me entiendo en el mundo a través de la lectura y la escritura”

19/Septiembre/2011
El Universal
Sonia Sierra

Como si escribiera un cuento, la escritora Barbara Jacobs relata las formas, historias y personajes que estuvieron y han estado presentes en su camino hacia la lectura y la escritura. Leer, escribir es un libro editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, que se acompaña con nueve láminas pintadas por el artista Vicente Rojo, de la serie “Alfabeto secreto”. La publicación será presentada a las 19 horas de mañana martes 20 de septiembre en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Narradora, poeta, traductora y ensayista, Jacobs nació en la ciudad de México en 1947. Es autora de libros como Las hojas muertas, premio Xavier Villaurrutia, Lunas y Adiós humanidad; Doce cuentos en contra y la Antología del cuento triste, junto con Augusto Monterroso.

En su libro se define a sí misma más que como escritora o lectora, como soñadora, ¿a qué se refiere?

La verdad es que es por deficiencia. Ya quisiera yo ser una verdadera lectora capaz de sacarle a un libro todo lo que ofrece; debido a que me voy por ahí, a cada rato, todo me estimula, y le resta un poco a lo que la lectura ofrece. Con la escritura me sucede menos, porque me exige la concentración total.

Es obvio decir que escritura es imposible sin lectura...

Yo sí creo, pero no creo que sea parejo para todo escritor. Los hay quienes lo pueden hacer sin lectura, pero no me imagino eso.

¿De dónde nace la idea de escribir en torno de la escritura y la lectura?

El deseo de comunicarme, para mí, sólo encuentra cauce a la hora de escribir y leer. No me entiendo en el mundo, si no es a través de la escritura y la lectura. Yo casi que leo la vida, más que vivirla. Para mí es el mundo del lenguaje el que me posibilita, no sólo separarme de los seres irracionales, sino conectarme con el resto de los seres racionales.

Que no hay dos lectores iguales, es algo que deja saber su libro…

Es cierto. Uno está en la biblioteca de otro y sabe que le está indicando quién es ese otro. En mí tienen un espía las gentes; los amigos, la familia. Estoy con alguien, en su casa, y estoy viendo qué libros está leyendo. Escrutiño a la gente con sus libros y también con su lenguaje. Para mí es muy significativa la manera de hablar, no de pronunciar, sino el mundo que abarca su vocabulario. El lenguaje es un retrato de la persona.

Escoge usted cinco libros fundamentales: “La vida de Lazarillo de Tormes”, “The Catcher in the Rye”, “Rayuela”, “Flush a biography” y “Antología del cuento triste”, ¿cómo se da esa selección?

La verdad es que un profesor al que le iban a hacer un homenaje me pidió ese tema. Yo elegí a esos cinco autores muy pensados en el sentido de que no nada más fueran significativos para mí, sino conducentes a muchos otros. Al hablar de Virginia Wolff (“Flush a biography”) hablo de ella, pero también de su mundo de escritores, de su mundo literario. Al escoger una biografía escrita por ella estoy hablando de muchas cosas, de todas las escritoras mujeres, de lo importante que fue ella con su ensayo “Una habitación propia”.

“Rayuela”, por ejemplo ¿a dónde la lleva?

A muchísimo. Yo me formé sobre todo con libros en inglés y en francés. Los dos autores que me dieron el español, que es la lengua en la que escribo, son Julio Cortázar y Augusto Monterroso, que entre ellos eran muy amigos, pero que los veo bastante diferentes como buscadores de lenguaje. Me dieron, además del español, la combinación de dos fuerzas muy diferentes, esenciales. No me podría imaginar sin uno de los caminos que ellos abren para mí.

Deja dicho usted que una biblioteca se hace además de libros perdidos…

Sí, son libros que están en uno, aunque no físicamente; prefiere no volverlos a encontrar o sí. Toda lectura es diferente, si uno lee 300 veces un libro siempre va a encontrar algo diferente, siempre será otro libro. No tenemos que tener todas las mismas lecturas; eso cree uno al principio: ‘tengo que leer todo lo que leyó Fulano’. No. Tiene uno que encontrar a sus autores y no necesariamente son los que normaron a nuestros autores favoritos.

La idea es buscar construir nuestra biblioteca…

Creo que sí, pero en esos diferentes niveles: los que uno tiene, los que uno leyó y perdió –y darles esa otra vida que uno cree que le dieron y que quizás no es cierto- y los libros que desea. Pero creo que hay otros tipos de bibliotecas.

¿Por qué cree que los libros definen a una persona?

Porque recogen el lenguaje como signo distintivo de seres racionales. Los seres irracionales también sienten pero no pueden repetir, conocer la profundidad ni saber a qué se refiere su propio sentimiento. Los libros sí tienen la recolección de todos nuestros sentimientos, dudas, conocimientos, por eso para mí son la clave del conocimiento y la civilización, son la solución.

¿Qué opina de que esas campañas que llaman a leer, donde salen actores de televisión o aparece Elba Ester Gordillo invitando a leer?

¡No, qué horror! Creo que quizás no están demostrando en su persona el resultado de las lecturas, porque si lo estuvieran demostrando sería otro el mundo. Creo que empiecen por sí mismos, en su modo de expresión. En la manera de hablar de la gente se puede dar cuenta uno de si leen o no. Ojalá supieran que la manera como los niños se acerquen a los libros, no es diciéndole que tiene que leer a “El Quijote”. Yo quisiera saber, de todos los que dicen que hay que leer a “El Quijote” quién lo ha leído, porque para un niño es muy difícil leer “El Quijote” y todo lo que ofrece. Lo que sí le puede decir al niño es lee “Rinconete y Cortadillo”, que es una novela breve de Cervantes. Y ojalá no le digan que fue escrita por Cervantes. Lo mejor para leer es que estén a la mano los libros y que sean libros. Creo que el camino de la educación, de la lectura, es el que nos lleva a la civilización. Ojalá y de veras pudiéramos tener acceso a más libros, unos llevan a otros. De la mala lectura se puede pasar a la buena lectura; no estoy contra la pobre lectura, sí a favor de que se alcance la mejor, es como los tacos: uno busca los mejores; los hechos a la carrera, con materiales deleznables a eso saben, entonces hay que ir a los buenos. ¡Y cuánto que un buen taquero busca los mejores!

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