sábado, 3 de julio de 2010

Los años que salimos del clóset: 2003-2010

3/Julio/2010
Suplemento Laberinto
Heriberto Yépez

Roberto Bolaño murió en 2003 y 2666 apareció en 2004. Bolaño hizo redux: en el futuro el infrarrealismo desplazará a La Onda como la principal contraliteratura post-1968, y es de este mex-chileno o chilecano, además, la última novela “mexicana”: Los detectives salvajes.

Los mismos que al principio se burlaban del blog lo integraron a webs de revistas y periódicos; en 2005 los escritores mexicanos regularmente blogueaban.

Será difícil que en las historias oficiales se reconozca que el blog rompió en dos la historia de la nueva literatura mexicana. (Un académico gringo nos los explicará en el 2025). Desde entonces, los nuevos escritores mexicanos se conocen primero en monitores. No es azar que Nortec —el colectivo de música electrónica fusionada con música popular norteña— tocó en Bellas Artes en 2006.

En estos años bolaños, en general, la cooltura se desmexicanizó y se volvió electrónica; sin tener que pasar ya por una etapa pre-global, como aún ocurrió con la generación anterior.

Fue precisamente en el 2006, cuando la remezcla se reflejó en el cine con el boom de los “three amigos” —Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu—, quienes probaron que la nueva época de oro del cine mexicano estaría compuesta por películas en inglés. Welcome al Cine Ex Mex (Made in Babel).

En el 2007, Chichen Itzá dejaba de ser maya para volverse una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo y en el 2008, los emos desconcertaban a la mitad de los mexicanos mientras la otra mitad eran los emos desconcertados de ser mexicanos. La identidad mexicana durante esta época —como los personajes de uno de los principales escritores de la década: el peruano-mexicano Mario Bellatin— fue mutante, híbrida, post-nacional.

También el arte entraba en una revisión neológica, como en “Manchuria. Visión Periférica” (2008), la retrospectiva de Felipe Ehrenberg, que desde el nombre ex céntrico ejemplificó que Gómez Peña ya fue segunda generación de artistas globales mexicanos.

El bicentenario, en definitiva, fue la despedida.

Murió Monsiváis y su féretro con la bandera gay —lo marginal en el centro— será tan célebre como la bandera comunista en el ataúd de Frida Kahlo, pionera del etno pop.

Sólo que al ataúd también le yuxtapusieron la bandera de la UNAM y la mexicana. Pero, ¿de verdad en Monsi fueron más importantes los estudios universitarios que Universal Studios?

¿No hubiese sido más representativo —sin afán de ofender— una bandera con el logo de Televisa?

¿Y qué onda con el lábaro patrio? Disculpen, pero si se trababa de resumir su identidad, faltó la bandera clave en el ataúd de Monsiváis: la bandera estadounidense.

Por más que quieran expropiar al primer escritor norteamericano nacido en México, Monsi era gringo de clóset.

2003-2010, años apocalipstick de la cultura desnacional.


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