sábado, 3 de octubre de 2009

La biblioteca digital mexicana

2009-10-03
Suplemento Laberinto
Heriberto Yépez

En el futuro próximo, obras raras o agotadas podrían ser vendidas por Google sin más inversión que su digitalización.

Gran error hacer la Biblioteca Vasconcelos en el viejo paradigma.

Prosiguió el centralismo y, sobre todo, al erigirla físicamente se permaneció en paradigmas empolvados. Requerimos una megabiblioteca nacional: electrónica.

Bastaría con que todos los libros y revistas que han editado instituciones como la UNAM, INAH, Conaculta, SEP, Bellas Artes, INI y FCE —por sólo citar un puñado— pudieran consultarse íntegramente en internet para producir una revolución nacional en la lectura y el conocimiento.

Los beneficios serían desde un vasto incremento en el nivel de la información que estudiantes podrían acceder para sus tareas ordinarias y tesis de licenciatura hasta abaratar los gastos de un autor para poseer el material necesario para su formación, actualización e investigación.

La innovación académica crecería y disminuiría la disparidad educativa, desde lo escolar hasta lo autodidacta.

Las universidades públicas y privadas están obligadas a construir esta megabiblioteca virtual, junto con Conaculta y la SEP, para dar acceso a las publicaciones que miles de mexicanos han trabajado y que hoy —a pesar de los millones de pesos invertidos históricamente— es como si no existieran: olvidadas, deteriorándose y tan difícil de acceder como una aldea en los Altos de Chiapas.

Para evitar problemas de derechos de autor se podría, por ejemplo, escanear materiales académicos que seguramente nadie tendría objeción en poner en libre acceso y no incluir, digamos, obras comerciales. Y, por supuesto, a partir de ahora acordar que cualquier publicación pagada por fondos públicos implique que su autor autoriza su consulta pública en internet.

(¿No le interesa? Busque una editorial privada.)

He aquí el meollo. Si yo quiero leer un artículo del número 39 de la revista Anales, que editó INAH-SEP en 1958, tengo estas opciones. Rastrearlo en alguna biblioteca del DF, la única ciudad donde tendré probabilidades de ubicarlo: pagar a alguien para fotocopiarlo o yo volar y hospedarme hasta ubicarlo.

O comprarlo por internet, donde ese número se vende a casi 2 mil pesos en España y EU. Oh, absurdo.

Conaculta-SEP tienen la obligación de construir la Biblioteca Digital Mexicana. Su costo sería menor al sistema nacional de bibliotecas de cemento y papel y su alcance mucho mayor.

Todo Justo Sierra en cada pantalla.

Los grandes libros son derechos humanos.

Éste es el mayor proyecto de infraestructura lectiva que pueda realizarse hoy; el equivalente de los libros de texto gratuitos en el pasado.

La puerta del nuevo milenio ya se abrió. ¿Vamos a entrar? ¿O vamos a tener los mejores pretextos para quedarnos atrás?

Tiempos de cri$is. Funcionarios: ahorren. Avancen. Democraticen. Innoven.

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