sábado, 30 de marzo de 2013

Los fracasos del editor

30/Marzo/2013
Laberinto
Braulio Peralta

Es sano que un editor conozca la bodega de libros, el stock de obras que toda empresa editorial tiene celosamente oculta. Libros, en su mayoría sin posibilidades de venta, una vez que retornaron de su primera distribución sin captar el interés del lector. Que un editor no visite esas bodegas es negarse a observar de primera mano los fracasos en su elección para decidir el libro que, creyó, sería un gran éxito comercial.
La primera vez que tuve oportunidad de ir a la bodega la imaginé como un cementerio de ideas que ni siquiera sobrevivieron, de cara al lector. Múltiples razones para el fracaso de una obra. Los editores son soñadores; los vendedores, gente que apenas mira la portada del volumen sin conocer sus contenidos: asume que el editor les cuenta la historia, misma que verterá al distribuidor para que lo adquiera para su colocación, y a esperar su destino...
Los fracasos del editor se huelen en esas bodegas. Sueños rotos en todo tipo de género: narrativa o poesía, ensayo o crónica, autoayuda o supuestos best sellers…Una lista interminable de títulos que son un desastre económico para la editorial. Obras que tuvieron la oportunidad de ser novedad y salir a la venta en una primera ronda, una segunda y quizá hasta una tercera ocasión. Si no venden, el retorno a las bodegas será su tumba, hasta que llegue a la trituradora, la desaparición absoluta de toda idea contenida en una página. Vida cruel para un editor con ilusiones.
Ahora que tenemos el Gran Remate de Libros en el Auditorio Nacional recordé las bodegas de las grandes empresas trasnacionales. Bodegas enormes, insuficientes para tanto fracaso. Fracaso que ahora quiere revertirse como éxito por los organizadores del evento. No: ahora las bodegas de libros salen a exhibición, la vergüenza que se disfraza de éxito cuando la realidad es otra. Dime qué libro publicaste y te diré que tipo de editor eres.
Enumerar los fiascos de un editor es hacerse hara kiri. Un editor aprende de sus errores: una larga lista de libros “extraordinarios” que por diversas razones no encontraron su lector. O el vendedor no hizo su tarea, o el distribuidor no se interesó en el título, o estuvo presente en librerías pero el lector simplemente ni lo peló. También, pésima difusión y peor publicidad. Un excesivo, inventado, o ineficiente mercado del libro. Es más fácil fracasar que lograr un éxito de ventas.  Así, hasta la eternidad.
Consejo: deje para la venta nocturna toda adquisición de libros en el Auditorio Nacional. Ninguna editorial quiere regresar nada a sus bodegas. Es archivo muerto.  Aproveche y, de paso, vaya a presenciar el fracaso de la industria editorial, aunque presuman de su gran consolidación, de ese gran remate con saldos de libros con hasta 80 por ciento de descuento. Los lectores son los que ganan de un fracaso, claro, si encuentran algo que valga la pena.
Coda
No estaría mal que algunos autores con ínfulas de éxito se dieran una vuelta para verse en el espejo de su realidad.

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