Febrero/2011
Nexos
Hernán Lara Zavala
Escribir ante el espejo
Escribir es un acto de comunicación contra uno mismo. Soy el tipo de escritor que necesita estar solo para concentrarse. Mis amigos formados en el periodismo escriben donde caiga y en las condiciones más adversas, como lo exige la naturaleza de su oficio. Otros escriben en cafés. Se llevan su cuaderno, piden algo de beber, se instalan en una mesa del rincón e inician la tarea. Autores tan prolíficos como David Martín del Campo o César Aira escriben de este modo sus novelas.
Mi amigo Marco Aurelio Carballo me preguntaba en alguna ocasión cuáles eran mis hábitos de escritura y si necesitaba un ritual para comenzar. Le contesté que mi tiempo ideal de escritura es durante las mañanas, luego de desayunar, cerca de las nueve, sin bañarme ni acicalarme, a veces en pijama, a veces en fachas o en shorts. Le comenté que no necesito ritual aunque muchas mañanas, antes de levantarme, leo fragmentos de algún libro por placer, no para imitar a su autor sino para que me infunda ganas de escribir, para que me dote de energía potencial, de inspiración. Pero lo único que necesito es tiempo, silencio y soledad.
El tiempo es más o menos prolongado (dos horas mínimo) y la intimidad absoluta. El espacio puede ser cualquiera pero el ideal es el estudio en mi casa con sus fetiches, mi ordenado desorden y con los libros que necesito a la mano. Escribo en una suerte de tapanco rodeado de ciertas imágenes —mis ídolos con pies de barro— que me alumbran y me fustigan: Shakespeare, Cervantes, Kipling, Stevenson, Conrad, Joyce, Faulkner, Lowry, William Trevor y San Gregorio Hernández a quien no sé por qué razón me he encomendado desde hace ya varios años. De no estar en mi estudio mi condición se restringe a la soledad pues si hay otra persona, sea quien sea, la camarera del hotel, alguno de mis hijos o mi esposa me impide la concentración y la posibilidad de perderme en mi imaginación. Nunca escucho música, no porque no me guste sino porque me distrae. Antes escribía con pluma fuente y tinta sepia en blocks rayados de color amarillo tamaño oficio cuyas páginas resultaban equivalentes a una cuartilla, que luego mecanografiaba. Desde 1987, cuando estuve en el International Writing Program en Iowa, me convertí a la computadora. Soy fanático de la Macintosh y nunca le he sido infiel. Escribo directamente sobre la pantalla aunque me auxilio con mis libretitas de notas con las que siempre cargo para trazar breves bosquejos, hacer apuntes, registrar bitácoras y elaborar notas que me servirán cuando quede solo y a mis anchas. Nunca corrijo en pantalla sino en papel.
Al hablar del tiempo pienso sobre todo en la fase de calistenia por la que tiene que pasar necesariamente todo escritor. A mis alumnos muchas veces los reconvengo en sus trabajos porque se nota que empezaron a escribir en frío y eso salta en los principios de sus cuentos o ensayos. La escritura requiere un proceso de calentamiento y no es sino hasta después de un rato que las palabras fluyen. El momento cumbre llega cuando ya no me doy cuenta de que estoy escribiendo sino que ya me hallo una octava por arriba de mi percepción normal, donde la imaginación se pierde entre personajes y situaciones y se establece una comunicación secreta de entes reales y ficticios, recuerdos, ocurrencias e invenciones.
Por cuestiones de trabajo a veces me veo en la necesidad de escribir en cuartos de hotel. Esto significa que si viajo y dispongo de una mañana o de una tarde libre muchas veces aprovecho ese momento de relativa paz y absoluta privacidad para ponerme a escribir. Pero a menudo me sucede algo horrible. Dispongo de los preciados espacios, tiempo y soledad pero, para mi desgracia, la mayoría de los hoteles no tiene escritorio o mesa de trabajo sino un tocador con una silla y un espejo enfrente. Por eso cuando me trato de concentrar y levanto la vista del papel o de la lap me veo mí mismo y siento que hay alguien más en el cuarto contra el que voy a tener que luchar si acaso deseo escribir algo que realmente valga la pena.
sábado, 5 de febrero de 2011
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2 comentarios:
Puedo saber,si no es mucha molestia,¿de donde extrajo el escrito? para leerlo,gracias
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