sábado, 26 de febrero de 2011

26/Febrero/2011
Milenio
Heriberto Yépez

En México, muchos artistas que laboran en universidades son tratados como si fueran académicos de segunda clase.

Lo absurdo: se les mide desde el punto de vista de la producción académica (verbal).

Un académico mediocre con un buen número de malas ponencias supera en puntaje a un artista con obra visual reconocida.

Muchos artistas visuales producen más (y mejor) pero reciben menor paga y evaluación. Los tabuladores no valoran bien los rubros del arte.

Gran círculo vicioso: no se abren posgrados en arte porque no hay doctores en arte para abrirlos y, como no hay posgrados, muchos artistas mexicanos no pueden trabajar en las universidades.

Si son pocos los posgrados en artes para formar académicos, en México los posgrados para formar artistas se cuentan con los dedos de una mano mutilada.

Si tuvo la suerte de vivir cerca de un posgrado (aunque no sea en arte) o ser admitido en uno lejano, de todos modos, un gran artista visual puede terminar con el sueldo de un pobresor de asignatura. Sus actividades artísticas no tienen buen puntaje. Fuga de cerebros.

En muchas universidades de USA, un creador no necesita títulos académicos. Es profesor gracias a su obra.

Picasso, sin título, no podría ser contratado por una universidad mexicana.

En el presente (desde hace décadas) en el primer mundo, el artista crece en las universidades. Una mayoría creciente de los creadores artísticos salen directamente de ellas.

Invocar el ideal romántico del artista “no-académico” sería una payasada.

Las universidades no pueden maquilar artistas. Pero artistas definitivamente pueden incrementar sus capacidades teóricas y técnicas si ingresan a universidades; en lugar de, a la antigüita, taller o autodidactismo.

Con más licenciaturas y posgrados y justo reconocimiento a su producción, los artistas, además, no necesitarían de tantas chambas y becas. Tendrían alternativas.

Otro problema es que el Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) de Conaculta no tiene el mismo reconocimiento en las universidades que el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de Conacyt. Muchos artistas se quedan en el limbo. El sistema simplemente no tiene un modo de reconocerles o permitirles avance. Por eso tantos huyen al extranjero. O engrosan el desempleo.

Los artistas visuales —donde la producción verbal es de segunda o tercera pertinencia— se encuentran en aprietos: si llegan a entrar al Sistema Nacional de Creadores —nada fácil—, de todos modos el SNCA no tiene mucho peso en las universidades; ahí es como un SNI de segunda clase.

Todo esto explica, en buena medida, por qué los artistas mexicanos siguen fuera de las universidades, como si viviéramos en el siglo antepasado.

¿Cuál es el problema de fondo? La negligencia de nuestras autoridades educativas y culturales.

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