sábado, 30 de enero de 2010

Cervantes era gay

01-30-2010
Suplemento Laberinto
Heriberto Yépez

El máximo en lengua española, Miguel de Cervantes Saavedra, fue esclavo. De 1575 a 1580 fue propiedad de Hasán Veneciano. Y, según revela un estudio, su amante.

Que nuestro querido Cervantes era querido de otro lo afirma Sergio Fernández en un libro académico: El Mediterráneo de Cervantes, su juventud: Italia y Argel (Conaculta-UNAM, 2009); un recuento conversatorio y simpatizante de la digresión, la erudición y el chismecillo.

Ahí se debate si Cervantes era bardaj (pasivo) o era bujarrón (activo).

Fernández lo describe como “un pobre soldado manco, desconocido, pobre, enfermo y valiente” y agrega que él y su amo “muy posiblemente hayan tenido relaciones íntimas, nada inusual en el medio argelino y en todo el Magreb”.

Los motivos se sospecha de menor envergadura es que especialistas —como Françoise Zmantar— han ubicado ambigüedad sexual en personajes y relaciones de Los baños de Argel —basada en su cautiverio— y, en general, en su obra hay aire de algo que hoy hemos aprendido a reconocer gracias a estudios y literatura queer y gay.

Otro motivo de fuerte sospecha es que Cervantes intentó fugarse cuatro veces y su amo extrañamente lo perdonaba.

A estas evidencias yo quisiera agregar una pop. Hoy sabemos que Batman y Robin secretamente eran pareja —caray, basta verlos, puro drag queen— y, por su parte, Sancho y Don Quijote resultan, en retrospectiva, bastante sospechositos.

¿Por qué no se habla de la homosexualidad de Cervantes?

Primero que todo, porque si enlistamos a los grandes escritores —de Platón a Proust y de Whitman a Ginsberg, y de Gide a Lezama— pocos son heterosexuales. Y este asunto poco se toca en nuestras machas universidades y menos aún en contraportadas comerciales.

Además, porque a los españoles se las paran los pelos cuando el tema es abordado. Si lo hace un exegeta mexicano es porque ya se sabe excomulgado de la cervantología hispánica de antemano.

Pero no es, pues, la primera vez que se especula “la posibilidad de que la homosexualidad pudiera ser un componente más de su perfil biográfico, en particular durante sus cinco años de vida en Berbería”. Y no será la última.

Ya Kathy Acker en su Don Quixote volvió al caballero una mujer delirante y a Sancho, un perro, para dejar clara la falsedad de toda identidad social.

Podría ser que este siglo sea el que convierta a Cervantes en un ídolo de la cultura gay e inclusive dominatrix.

Si Madonna se entera, Cervantes será coreografía loca de su nueva gira.

Si nuestros dirigentes mochos leyeran y se enterasen de este dato sobre Cervantes, dadas las circunstancias, podría ocurrírseles prohibir la lectura de El Quijote, por temor a pervierta a sus hijotes.

O se vuelvan evidentes sus propios antojos escondidos.


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