lunes, 3 de enero de 2011

El vuelo de la morsa

3/Enero/2010
El Universal
Guillermo Fadanelli

Es un abuso, pero cada vez que comienza un año creo que es conveniente hacerse propósitos que sean imposibles de cumplir. Lo contrario es un tanto incómodo pues el hombre que toma decisiones en enero tarde o temprano se arrepentirá de haberse dejado llevar por el entusiasmo: en noviembre volveremos a desinflarnos. El escritor granadino Manuel Montero ha escrito en un breve libro (El proletariado en apuros) que pasa la mayor parte del tiempo siendo estúpido. Leer sus palabras me despertaron el deseo imposible de intentar ser brillante aunque sea en un par de ocasiones a la semana. Sin embargo, creo que uno es más brillante cuando duerme y lo que en verdad quiero decir es que me propongo dormir más que nunca. En los sueños no hay ciencia ni cordura ni nada que nos amargue la existencia. Pero hay que saber soñar. Cada vez que comienzo a sufrir dentro de un sueño cierto misterioso mecanismo me despierta y todo comienza a darse nuevamente. Y así hasta que encuentro un sueño adecuado a mis expectativas. El atractivo de ser un hombre feliz mientras duermes es que ese bienestar no le hace daño a nadie. Eres un bulto que no se abre camino entre los vivos. El insomnio -lo repito siempre a mansalva- es la prueba de que la eternidad debe ser monstruosa, así que intentaré dormir más horas a la semana. No me avergüenza la mediocridad de mis propósitos. Y espero su perdón por dedicar este espacio a naderías.

“Soñar es más práctico que vivir” y “el soñador es el verdadero hombre de acción”, ha escrito Pessoa. ¿Qué clase de sueño será el año siguiente? El sueño de vivir 12 meses más. El deseo de no cerrar justo esa puerta donde quedaremos dentro por siempre. Manuel Montero -que no debe ser mala persona- dice en el libro antes citado que ha soñado ser Cervantes y que una vez despierto se ha decepcionado por no haber escrito una nueva versión de Don Quijote. Entonces se pone a mirar por la ventana. A mí, en cambio, lo que más me decepciona es despertar para encontrarme otra vez conmigo mismo. Pero eso no lo puedo cambiar. Es tanta mi mala suerte que en caso de existir la reencarnación, volveré a encarnar de nueva cuenta en mí persona; nada de revivir en una rata o en un apuesto actor de cine: otra vez en el mismo cuerpo destruido. Este pensamiento me deprime profundamente (entonces yo también me pongo a mirar por la ventana). El que sueña es nuevamente niño, dice Pessoa. Un niño que mira por la ventana después de que se ha dado cuenta de que pronto todo terminará. El único propósito que vale la pena hacerse en estas fechas es el de no dañar a las personas que no conocemos pues es posible -es enteramente posible- que se trate de gente buena que sólo quiere estar un tiempo más en esta vida. ¿Comprenderán este sencillo deseo los gobernantes que se pasean tan orgullosos de sí mismos? No lo creo: antes pasará una morsa voladora por encima de nuestras cabezas. Y cuando divisemos el vuelo de esa morsa podremos tener esperanza de que las cosas cambiarán.

El sepulturero entierra a la misma profundidad a los hombres buenos y a los malos: es un verdadero demócrata. Así que debemos esperar a que el sepulturero nos haga justicia. ¡Vivan los sepultureros! Además de dormir un poco más me prometo terminar de leer El doctor Zhivago y pasar de una buena vez su umbroso principio lleno de nombres rusos e impronunciables. Prometo imaginarme una vejez venturosa y prometo que no arquearé mi espalda a la hora de escribir. Y si todas estas tonterías se cumplen hay una esperanza de que la morsa vuele por nuestras cabezas. Esa será la señal de que en verdad un nuevo año ha comenzado.

domingo, 2 de enero de 2011

Mi Top Ten (menos dos) de libros 2010

1/Enero/2011
Laberinto
Heriberto Yépez

Podría decir que los mejores libros que circulan en México-2010 son Dublinesca de Vila Matas; Blanco nocturno de Piglia; El sueño del celta de Vargas Llosa; El don de la vida de Vallejo o El Tercer Reich de Bolaño. Pero ninguno altera un ápice al arte de la novela ni son siquiera los mejores de sus autores.

Mi top ten no es espectacular o ameno. Son libros de conocimiento.

1: Mejor libro didáctico: Signatura rerum. Sobre el método (Anagrama) de Giorgio Agamben.

2: Mejor inédito: Una lectura de Kant. Introducción a la Antropología en sentido pragmático (Siglo XXI Editores) de Michel Foucault. Conecta al Foucault joven con el último.

3: Mejor reedición: ¿Qué es un autor? de Foucault (Ediciones Literales), con epílogo útil de Daniel Link. No pueden morir sin leer esta conferencia.

4: Obra maestra: Lógica formal y lógica trascendental. Ensayo de una crítica de la razón lógica de Husserl, que la UNAM alega que publicó en 2009 pero realmente circuló este año. Esta obra de Husserl está llena de planteamientos revolucionarios, disimulados por su tecnicismo. Una bomba para entender la razón humana.

5: Mejor póstumo: La cultura mexicana en el siglo XX (Colegio de México) de Carlos Monsiváis. Si hay un libro de Monsiváis que puede despertar debates, correcciones, anotaciones, es este compendio de 500 páginas. No lo tomen como un libro más de Monsiváis. Hay que debatirlo.

6: Mejor traducción: los dos tomos de Un peregrinar sin nombre. Ein Wallen, namenlos. Una antología conmemorativa (La Cabra Ediciones) del poeta y prosista Gottfried Benn, hecha por su José Manuel Recillas: imprescindible.

7: Escritor del año: Mario Bellatin, por atreverse a autopublicar su obra entera en Los Libros de Bellatin.

8: Cuando los escritores mexicanos pensamos en editoriales vienen a la mente las más grandes (transacionales) o las más sonadas (supuestamente independientes) pero si somos honestos es claro que la mejor colección que ha hecho una editorial mexicana en los últimos años ha sido la de una casi desconocida: Alias.

Alias se dedica a publicar escritos de artistas. Sus autores son Duchamp, John Cage, Lawrence Weiner, Robert Smithson, Gabriel Orozco, Cildo Meireles, Hélio Oiticica… lo mejor del arte contemporáneo.

Sus libros, además, son baratos, tienen buen diseño y en este 2010 publicaron el mejor libro y antilibro coleccionable del 2010: Una página de chistes de Ad Reinhardt: www.aliaseditorial.com

Alias no se ha equivocado en uno solo de sus 12 títulos. Cada uno es innovador teórica y escrituralmente, distinto a todo lo demás en el mercado editorial. Alias es la editorial mexicana más interesante.

La próxima semana diré cuáles alego que son los dos libros más enriquecedores del 2010. Adelanto: no son esas novelas convencionales que tanto le gustan a los reseñistas.

2010, algo para recordar

1/Enero/2010
Laberinto
Margarito Cuéllar

Que el Fonca haya ampliado su nómina de beneficiarios poetas no es necesariamente un dato confiable para determinar el estado de salud de la poesía. Vivimos tiempos de vacas flacas. La patria luce pobre en el campo de la poesía. Mantenerse en forma para alquilar una vaquita del Fonca, que garantice el alimento durante tres años, o más, parece tener más peso que el valor real de la poesía.

La poesía de hoy parece medirse a pasos de metal, y el metal, como se sabe, termina oxidándose. La egocracia invade las letras. Lo que menos importa es el lector: convidado de piedra. Se escribe para el visto bueno de los jueces, que también suelen desfilar —¡maldito dinero!— ante otras pasarelas. ¡Viva el rey, muerte a la poesía!

Muerto Paz, y antes Efraín Huerta, Jaime Sabines, después Marco Antonio Montes de Oca y hace unos meses Alí Chumacero, la estafeta de la poesía nacional se fue a pique. La sostienen la luminosidad de la obra de Rubén Bonifaz Nuño, la fuerza de la poética de Eduardo Lizalde, los trabajos de José Emilio Pacheco, la constancia de Juan Gelman, si atendemos a que la poesía no tiene país. ¿Quién da más?

Tejido poético

No todo el tejido poético está dañado. El pesimismo no nos arrastrará en las funestas olas del festín de año nuevo. En homenaje al olvidado Bergamín, habrá que ser apasionados hasta la inteligencia. La poesía puede ser, en el mismo texto, como ha dicho Cobo Borda, sarcasmo y júbilo, exaltación y repudio, compasión e ironía, verso y prosa.

Lo dijo Paz, hasta el hartazgo: “El falso poeta habla de sí mismo, casi siempre en nombre de los otros. El verdadero poeta habla con los otros al hablar consigo mismo”. Y espero no incurrir en sacrilegio si pienso que a veces nuestro Nobel mexicano se mordía la lengua.

Repaso lo que el viento del 2010 no se llevó y extiendo la mano al librero. Algunos títulos, no muchos, nos recuerdan el peso lopezvelardeano de la poesía. El minuto difícil, poemas reunidos de 1979 a 2007, de Luis Miguel Aguilar (UNAM, colección Poemas y Ensayos).

Si la nota roja del país salda cuentas con la memoria, y un acontecimiento borra el anterior con ánimo vertiginoso, alguna poesía reconcilia pasado y presente sin maquillaje ni falsos rubores. No en el ideario de que todo tiempo pasado fue mejor, ni en la premisa caduca de la reconciliación entre el ayer y el hoy, sino con la mira puesta en que historia y poesía, infancia y edad adulta son la herencia del poeta. Entre ese largo trecho, la voz que da vida a nuestros sueños y deseos.

Luis Miguel Aguilar nos deja en estas páginas el testimonio literario de una época que la vida diaria olvida con asombrosa rapidez.

Con Dime dónde, en qué país (Visor), Marco Antonio Campos reafirma no sólo el llamado de una vocación, la poesía, paradójicamente destinada al fracaso ante el impacto social, sino el sentido de la prosa, en la que se ventila un aire melancólico, que no quejumbroso, y una prosa poética limpia, certera, musical. ¿Dónde acaba el coloquio y dónde inicia el viaje? ¿Dónde termina el horizonte de una ciudad y en qué cuadro bufonezco hemos visto la degradación de este país?

El viaje de Campos es doble: al exterior y al interior. Ofrece una lectura que nos recuerda que, si bien la máscara es uno de los trajes de la poesía, hay un sentido de terrenalidad que no se ha perdido del todo.

Libro del abandono (Era) de Javier Acosta es un poemario curativo en dos sentidos. Por una parte es un principio de saneamiento del cuestionado Premio Nacional de Poesía Aguascalientes; por la otra nos enfrenta a una voz que desde la profundidad de la filosofía es capaz de armar un coloquio con el lector. El libro tiene opiniones encontradas. Juan Domingo Argüelles, Tomás Segovia y Antonio Cisneros encontraron en la obra un tono místico, paradójicamente escéptico (La Jornada Semanal). A Luis Felipe Fabre le pareció en cambio (Letras Libres) “un cuadernillo de ejercicios espirituales escritos con poca fortuna literaria”.

A mí me parece un trabajo bien logrado, aunque no en su conjunto. Hay momentos luminosos y otros opacados no por el sentido de escéptica religiosidad, sino porque el eco de las repeticiones se vuelve contra el texto.

Luis Jorge Boone es un poeta con potencial. Aunque reconozco que Los animales invisibles (Universidad Autónoma de Zacatecas), no me convence del todo. Sedujo en cambio a Carmen Villoro, Raúl Bañuelos y a Jorge Souza, jurados del Premio de Poesía Ramón López Velarde 2009. En cambio sugiero la lectura de Primavera un segundo (Universidad Autónoma de Coahuila), del mismo Boone, que reúne textos de 1998 al 2008. Ahí están Galería de armas rotas, Legión, Novela, Traducción a lengua extraña y algunos poemas sueltos.

Que la poesía de Lezama Lima, en su centenario, sea motivo de brindis: “Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses/ hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,/ pues el viento, el viento gracioso,/ se extiende como un gato para dejarse definir”.

2011: el imposible optimismo

1/Enero/2011
Laberinto
Héctor González

¿Feliz 2011? Lo que antes era un deseo hoy se convierte en incertidumbre. Durante 2010 la lucha contra el crimen organizado dejó miles de muertes —imposible dar un número cerrado pues las estadísticas son variables—. Pero más allá del número, ciudades y pueblos del país han aprendido a vivir entre balaceras y bloqueos. El miedo y la psicosis parecen convertirse en los nuevos compañeros de viaje de cientos de personas. ¿Con tal panorama es posible ser optimista hacia el futuro inmediato? Históricamente el arte ha servido para medir el pulso de las sociedades, es por ello que convocamos a un grupo de creadores para que nos den sus expectativas respecto al año que hoy comienza.

ALEJANDRO ALMAZÁN
Escritor
No puedo ser optimista. La violencia en México se ha deformado a un grado brutal. Primero dejaban las cabezas en bares, luego subieron los videos a YouTube y ahora cuelgan a los tipos de los puentes con los testículos en la boca. Se han roto todos los códigos. Estamos por llegar a los treinta mil ejecutados. Todos los capos se sienten jefes y se pelean entre ellos. Por otro lado, el gobierno de Felipe Calderón insiste en dar el mensaje de que vamos ganando la guerra cuando es obvio que no es cierto.

ALONSO ARREOLA
Músico
Desafortunadamente espero más violencia, pues a la corrupción generalizada se sumará la terrible y sucia carrera presidencial. En tal contexto imagino un mayor distanciamiento entre la sociedad y sus representantes políticos y religiosos, por lo que el papel de los creadores será fundamental para mantener algo de ánimo y esperanza. Terminado el bochornoso año del Bicentenario, sólo espero que en México cada quien haga lo que le corresponde, ni más ni menos, pensando que no hay queja que valga cuando se forma parte de lo podrido.

ÓSCAR DE LA BORBOLLA
Escritor
Mis expectativas no son buenas. Para remediar la violencia es preciso crear fuentes de empleo. En la medida en que los jóvenes que aspiran a estudios universitarios son rechazados en un noventa por ciento, no se podrá avanzar de manera positiva. Se puede hacer cuanto se quiera para remediar los problemas del crimen organizado pero como el ejército de reserva del país es enorme, será un barril sin fondo. Veo un porvenir muy negro donde la gente por necesidad se lance al crimen desorganizado. Todo bajo una conducción actual deficiente y de presidencia mediática. El 2011 será época de precampaña por la Presidencia, así que quizá se calmen las cosas entre los políticos pero se pueden enturbiar a nivel social.

FRANCISCO CASTRO LEÑERO
Artista plástico
Espero que la situación de inseguridad tome otro curso y que no sea al inicio de algo más grave. Mi esperanza es que todos estos acontecimientos nos sirvan para que el Estado tome medidas que nos lleven a una mayor tranquilidad. Algo importante es que la sociedad está ejerciendo presión para que las cosas cambien, es necesario que el gobierno responda de mejor manera. Por ahí es donde veo el asunto más esperanzador.

JOSÉ DE LA COLINA
Escritor
Desgraciadamente creo que veremos más violencia porque es parte de un proceso acumulativo, que no se detendrá mientras no se resuelvan los grandes problemas del país: la corrupción, la desigualdad económica. El drama de México es imparable porque tiene de fondo la sobrepoblación, es difícil sostener un país así. Para revertirlo se necesita un cambio educativo, es necesario para atender los problemas de fondo pero eso no llevará poco tiempo.

JOSÉ LUIS CUEVAS
Artista plástico
Vivimos una situación muy compleja porque cada vez estamos peor. No vemos ninguna solución aunque se han enfocado todos los recursos contra la delincuencia y el narcotráfico. Es triste ver al país en declive, ojalá el próximo año pinte diferente. Espero que el Presidente recoja mejores cosechas. También habría que exigirle más balance a los medios de comunicación porque en los noticieros todo es terrible, el cambio tiene atravesar por ellos para que la gente cambie su mentalidad.

ÁLVARO ENRIGUE
Escritor
No creo que las cosas cambien, las cosas han empeorado y no veo por dónde puedan mejorar. No imagino un cambio sustancial. Hay una guerra entre los cárteles y no se detendrá porque cambie el número del año. Podemos tener expectativas a muy largo plazo cambiando programas de educación, nuestra manera de habitar las ciudades. Para ser más positivos tendríamos que cambiar patrones culturales.

HORACIO FRANCO
Músico
No creo que podamos esperar gran cosa. Mientras no se ataque de fondo el problema del narcotráfico —que es el negocio que sí reditúa a las cúpulas, traficantes, y a muchos gobernantes y empresarios coludidos con ellos—, todo lo que se haga para eliminar la violencia y la inseguridad va a ser en vano. Y más aún, si la brecha económica y la pésima repartición y administración de la riqueza entre los mexicanos sigue igual, muchos jóvenes van a seguir buscando horizontes como sicarios o traficantes.

ROGELIO GUEDEA
Escritor
La expectativa es de más violencia. Estamos en una crisis profunda y la situación será desesperanzadora mientras no se cambie la estrategia de seguridad que tiene el país. El combate frontal contra el narcotráfico nos tiene al borde de una nueva revolución.

LUIS GONZÁLEZ DE ALBA
Escritor
Podría empeorar la violencia. Se ha visto que tras la muerte de los cabecillas hay una lucha intestina por ocupar el lugar vacante. Si se aprehenden a grandes capos es posible que veamos más enfrentamientos. La única forma de revertirlo es legalizando el uso de las drogas, pues en ese momento se convierte en un comercio abierto como se hace con la cerveza. No veo por qué no se hace, el alcohol produce daños más severos que la marihuana. En lo económico no tengo idea de qué pasará… creo que puede mejorar gracias a que no ha habido inflación desbocada.

BÁRBARA JACOBS
Escritora
No puedo ser optimista. Se han desatado los demonios, estamos en una etapa de una permisividad enorme, un descontrol donde se favorece la personalidad —perdón por ponerlo en términos primitivos— de los malos, se les hace mucho caso. Cada que sucede algo importante con los narcos salen en las primeras planas y en los noticiarios, y eso es un triunfo para ellos porque lo que buscan es ser conocidos.

HERNÁN LARA ZAVALA
Escritor
De acuerdo con las filtraciones de Wikileaks México no podrá vencer al narcotráfico por las “rivalidades internas” (“fuerzas armadas”) y la corrupción. Les faltó señalar los intereses partidistas a raíz de las próximas elecciones. Los augurios por tanto son nada halagüeños. Nuestro país debe aceptar que estamos en una situación sumamente crítica que puede llevarnos al colapso total. Para evitarlo se requiere de la participación de todos los sectores: partidos políticos, gobernadores de todos los estados, los tres poderes (y muy particularmente el Legislativo), la participación financiera de la iniciativa privada y el concurso de la sociedad civil. Sólo eso nos permitirá hacer un frente común a nivel nacional en contra de la violencia que en este momento es el principal enemigo a vencer si acaso queremos un mejor México para nuestros hijos. Hagamos un pacto nacional encaminado a acabar con el narcotráfico y la violencia de una vez por todas. De otro modo efectivamente la guerra estará perdida, como ha sucedido tantas veces en nuestra historia, por intereses partidistas, electorales y de corrupción generalizada al margen de triunfe quien triunfe en las próximas elecciones.

GABRIEL MACOTELA
Artista plástico
Vivimos una situación muy difícil, parece que no terminará la violencia. Y eso afecta todo, pero lo más grave es el miedo de la gente que ya lo padece como una cuestión psicológica, enferma y que contamina la vida cotidiana. Por otro lado, hay un desastre político. Entre los partidos hay una lucha horrible por el poder. Desafortunadamente no veo una posibilidad de cambio. Un reflejo de ello son las estadísticas sobre el estado de la cultura y la educación. El desempleo ha aumentado igual que la pobreza, todo esto generado por un gobierno torpe. No quiero ser pesimista pero no veo una luz clara.

NACHO MÉNDEZ
Músico
No visualizo una mejoría en el panorama nacional para el año de 2011. Los ciudadanos estamos decepcionados de los políticos. Los partidos viven disputas internas. El crimen ha crecido exponencialmente. La única solución que visualizo es proporcionar al pueblo educación, salud y oportunidades para elevar su nivel de vida. Desgraciadamente, esta es una solución a largo plazo que, sin embargo, debe iniciarse cuanto antes si queremos ver una disminución de la criminalidad.

LAURA EMILIA PACHECO
Escritora
Me encantaría que hubiera menos violencia. Bien a bien no sé qué ocurre, pero en general creo que nadie lo sabe, no hay un entendimiento de los trasfondos de lo que sucede, ni de los hilos que mueven toda esta violencia. A estas alturas debe haber algo atrás.

IGNACIO PADILLA
Escritor
Es muy prematuro esperar algún tipo de cambio para 2011, debemos tener puestos los ojos en 2012. Las perspectivas de violencia seguirán aumentando necesariamente y eso se traducirá en la manera en que vote el mexicano en las próximas elecciones. Existe un riesgo de recapitulación sobre la efectividad o inefectividad de la lucha contra el narcotráfico y también de un riesgo enorme de retorno a la dictadura de partido, que es lo que me preocupa más: que el pueblo mexicano, de muy flaca memoria, prefiera la paz social con una dictadura de partido sin ejercicio de una democracia que no ha sabido crecer, o bien que pueda tener el valor suficiente para seguir buscando la manera de luchar contra el narcotráfico aun pagando un precio que, esperemos sea provisional, de violencia.

FERNANDO DEL PASO
Escritor
Me temo que antes de que las cosas empiecen a mejorar van a empeorar. Día a día crece la violencia y al menos en corto plazo no se ve cómo decrezca. No soy economista ni político, pero por principio de cuentas es obvio que la pobreza, la miseria y la ignorancia son las semillas primeras que generan el crimen organizado, que después ya se vuelve autosuficiente y dominador. Mientras no se supere la desigualdad no veo cómo podamos mejorar. Pero para eso se necesitan varios años. En México prevalece una corrupción que es como el sida espiritual, cada vez se extiende más a todos los niveles del gobierno incluso en empresas particulares. Suben al poder los corruptibles, parece que pocos escapan a eso. No dudo que haya personas bien intencionadas pero muchas de ellas no tienen interés en asumir cargos políticos.

HILARIO PEÑA
Escritor
Según el Presidente habrá una baja en la inseguridad pero yo siempre digo que no encuentro una solución real para este tema. Opino como Cormac McCarthy: “Creo que todo se fue al pozo el día en que dejamos de decir ‘gracias’ y ‘buenas tardes’”. Pusimos en tela de juicio demasiadas formas y quizá hoy pagamos la factura de todo ello. Me parece que la manera de salir es por medio de la educación, la clave está en la civilidad.

ELENA PONIATOWSKA
Escritora
Espero que mejore la situación porque no puede ser peor. Estamos en una psicosis, todos los días revisamos los obituarios. Abrimos el periódico esperando encontrar una mala noticia. Nosotros mismos nos estamos dando cuerda con eso, tanto las autoridades como los ciudadanos. Es preciso cambiar la actitud y no estar pensando en que nos van a asesinar.

RIUS
Monero
La expectativa para el 2011 es terminar el año con vida. Vivimos una situación donde no sabemos qué pasará cuando salimos de nuestra casa y esto genera un estado de pánico, sobre todo en la zona de la frontera norte. No me explico porque no se puede parar esto.

ARTURO RIVERA
Artista plástico
Es difícil opinar. Las cosas no están como para ser optimista. Por otro lado no sé qué esperar para México, un pintor no puede opinar mucho al respecto. Esa es tarea para Lorenzo Meyer o Enrique Krauze.

VICENTE ROJO
Artista plástico
Más que esperar algo para el próximo año, deseo que termine tanta atrocidad. Para que eso suceda necesitamos: audacia, valor, inteligencia, honestidad, compasión, responsabilidad y sentido de la justicia, no necesariamente en este orden.

AGUSTÍN SÁNCHEZ
Escritor
La expectativa es negra. Las políticas gubernamentales contra la violencia han engendrado más violencia. Los tiros no los puedes erradicar a tiros. Hace unos años viví en Sinaloa y una forma de contrarrestar al narco es con la cultura, pero es algo que difícilmente un gobierno analfabeta podrá entender.

PACO IGNACIO TAIBO II
Escritor
Vamos a tener un año oscuro, de gran resurgimiento y reagrupamiento de fuerzas populares pues la crisis es profunda. El gran cambio se va a dar en que el sector más chafa y conservador del PRD va a quedar borrado porque es el paso previo a la reconcentración de la izquierda. Será un año interesante en ese sentido. Respecto a la política gubernamental persistirá en la guerra contra el narco absurda y un manejo económico torpe. Será conflictivo por la cabalgata del PRI con Peña Nieto. Será un 2011 oscuro pero movido.

GUILLERMO DEL TORO
Cineasta y escritor
No sé qué pensar del futuro, estamos en un momento desconcertante. Me aterra la política, ese oficio tan lejano a su fin. Creo que debemos reflexionar y ante el miedo deben venir la inteligencia y la posibilidad de ser valientes.

El poeta frente al espejo

2/Enero/2010
Jornada Semanal
Guadalupe Calzada Gutiérrez

Quiero tocar la almendra de tu esencia/ la intangible verdad de tus raíces/ y el venero constante de matices/ que revela el poder de tu existencia.
Elías Nandino,
Triángulo de silencios

Recordar la obra de Elías Nandino sin aludir al grupo los Contemporáneos sería difícil; aunque muchos estudiosos lo separan de esa generación de escritores, los artículos publicados en la revista literaria y la cercana amistad con Salvador Novo y Xavier Villaurrutia desde la época de juventud, cuando acababa de llegar de Guadalajara para estudiar medicina a Ciudad de México, es algo que no se puede omitir. El grupo Contemporáneos nació con la revista literaria de este nombre y unió a una generación de escritores por un período de tres años (1928-1931). Sus principales miembros fueron Jaime Torres Bodet y Bernardo Ortiz de Montellano –quienes la dirigían y editaban–, José y Celestino Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, Salvador Novo y Gilberto Owen. Carlos Pellicer y Elías Nandino, aunque no pertenecieron totalmente a este grupo, participaron con algunas colaboraciones. Si bien la revista nació cuando los “ismos” estaban en plena efervescencia, el grupo no adoptó totalmente las tendencias culturales del momento; su empeño de modernización se refleja en cuanto a la renovación de la literatura pero sin transgredir las normas del establishment. No obstante que escribían sin el carácter agresivo que distinguió a las revistas que surgieron en esa década en América Latina, y que estaban cambiando la literatura y la cultura, el grupo Contemporáneos tuvo gran importancia en la vida cultural del México de los años veinte; esta generación se dio a la tarea de dar a conocer las nuevas corrientes literarias y poéticas; traducían obras inglesas y francesas; escribían teatro y poesía con las tendencias actuales, sobre todo la francesa, y aunque su escritura no tuvo el carácter agresivo o la tendencia política de ese momento, sí resalta en su poesía la importancia de lo inmutable y eterno. Un par de ejemplos: “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, y “Canto a un dios mineral”, de Jorge Cuesta, sólo por no citar las obras de Villaurrutia, Owen y Novo.

Nandino nació en Cocula, Jalisco. Su primera infancia la pasó en su pueblo natal, pero su deseo de estudiar medicina lo llevó a Ciudad de México. Durante su vida de estudiante pasó dificultades económicas, pero también conoció a los que serían amigos entrañables: Villaurrutia y Novo. Médico de profesión, Nandino desarrolló su obra poética simultáneamente a sus estudios. Su poesía no es la que ofrenda un hombre a una mujer: es poesía frente a un espejo, erotismo que se traduce en “sed de otredad”; sobresalto, una herida que refleja desamor y ausencia, es el enfrentamiento a una fractura: la paradoja del deseo y el sosiego, tal como se puede sentir en el siguiente verso: “No es tu cuerpo: lúbrico venero,/metal vibrante de tu sexo vivo,/ hoguera de tu beso convulsivo;/ lo que con manos de ansiedad espero.” El erotismo de Nandino se manifiesta en la experiencia corporal, en los placeres y displaceres del sexo. Para él, el tema de la muerte no fue una obsesión; abordaba la muerte desde su perspectiva erotismo-vida-muerte. Pensaba en el erotismo como la sensación escindida para quebrar la soledad o el abismo que hay con el otro; la no correspondencia, el desencuentro: “Muerte sin fin que sufre el alma mía/ esparcida en un cielo de zafiro,/ para llegar al mundo en que deliro/ y hacerte renacer de cada día.” En la biografía Elías Nandino: una vida no/velada, de Enrique Aguilar, publicada en 1986, el autor muestra a un hombre jocoso, desinhibido ante su homosexualidad. Si bien Aguilar se basa en algunas entrevistas que le realizó al poeta, cuatro años después, en 2000, Nandino publica su autobiografía Juntando mis pasos, para “autodefenderse” de Aguilar, a quien califica de “un macho que piensa con los testículos”, argumentando que el escritor sólo se centró en su vida sexual, dejó de lado su obra poética y no muestra con fidelidad lo expresado por él. En la presentación de Juntando mis pasos, Nandino declara: “Los poetas tenemos una cosa: en un poema podemos realizar el deseo de un cuerpo. La creación poética te trae a la ficción de la posibilidad de tener un cuerpo entre tus manos.” Reconoce públicamente la labor del poeta Enrique López Navarro, quien le ayudó a mecanografiar el texto porque ya estaba casi ciego y sordo. En la autobiografía, Nandino hace patente su dolor por una “anormalidad del homosexual”, sus experiencias sexuales con niños de su edad, las prácticas zoofílicas, los abusos sexuales que los sacerdotes cometían con él y sus experiencias homoeróticas. Presenta a su padre como un macho violento, egoísta y mezquino. Juntando mis pasos está conformada por cuarenta y un capítulos, una nota aclaratoria y un prefacio. También añade un “Poema prefacio” donde se siente la melancolía, la soledad y el sufrimiento por su impotencia sexual, aunada a los problemas visuales y auditivos que padecía. Pero si, como se dice, el erotismo es un impulso vital que purifica el alma y la aleja de la sexualidad, Nandino mostró lo contrario y, casi al final de su vida, se lamenta: “Mi orgasmo en frío, como gotas de llanto en medio de una tormenta. Y hubo noches de hasta cuatro tormentas. Era un celeste infierno.” En 1972 escribe: “Había perdido los ojos en las yemas de los dedos para ver en las entrañas de los cuerpos, adivinar con el tacto el tamaño de los tumores.”

Para Nandino la sexualidad no era solamente el acto sexual, era ceremonia, rito erótico, placer y muerte. Una búsqueda del cómplice para otorgarle placer: “Durante mi vida amé como nadie. Tuve una capacidad de amor inmensa. Por eso creo que soy hombre; más hombre que cualquiera, porque, si no ¿entonces cómo pude dominar a tantos con los que tuve que ver?” Nandino fue un erotista religioso; unió el cuerpo y el corazón para conocer lo que únicamente puede explicarse a través de signos y figuras. Siguió los impulsos de su naturaleza primitiva para jugar con los límites de su propio ser.

Elías Nandino y Estaciones

2/Enero/2010
Jornada Semanal
Gerardo Bustamante Bermúdez

El nombre de Elías Nandino ha quedado casi borrado dentro del panorama de la lírica mexicana del siglo xx: las reediciones de sus libros siguen pendientes, así como su justa aparición en antologías de poesía.

De 1956 a 1960, Elías Nandino, junto con su amigo Alfredo Hurtado, idearon la aparición de una revista que diera espacio a los nuevos talentos literarios. Es así como surge Estaciones. Revista Literaria de México, que apareció en veinte números, cada número corresponde a una estación del año. Estaciones. Revista Literaria de México bien puede ser una conciencia plural que surge como reacción a la revista Contemporáneos, en la que el poeta Nandino no participó. La revista de Nandino fue siempre una publicación abierta que dio espacio a las nuevas voces del teatro, la poesía, el ensayo, la crítica literaria y la narrativa, principalmente nacional.

Actualmente, los suplementos culturales y las revistas dedican muy poco espacio a la reseña de libros, al punto de que casi está en extinción este tipo de escritos. La revista de Elías Nandino estuvo atenta siempre a las novedades editoriales y fue a través de la famosa sección Ramas Nuevas, dirigida por José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, que se pasó revista a todo libro que llegara a la mesa de redacción. Para los estudiosos de la literatura mexicana de mediados del siglo xx, Estaciones debe ser sin duda una fuente de consulta obligatoria.

Estaciones publicó textos de Amaro Dávila, Alfonso Reyes, Rosario Castellanos, Beatriz Espejo, Hugo Argüelles, Sergio Pitol, Gustavo Sainz, Tomás Mojarro, Andrés Henestrosa y un sinfín de escritores jóvenes y consagrados. También incluyó algunas voces de sus amigos del grupo Contemporáneos: José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Carlos Pellicer, entre otros. Desde el primer número se advierte la intención de la revista: “Alentar a los que ahora se inician; en consecuencia, estaremos atentos a la producción de los jóvenes con auténtica vocación por la literatura.”

Los veinte números de Estaciones fueron auspiciados por el doctor Nandino; su consultorio médico en la calle de Revillagigedo 108, despacho 202, sirvió también como oficina de la revista. La publicación tenía pocos suscriptores, aunque se valía de algunos anunciantes: imprentas, empresas de azúcar o de sorteos; también se anunciaban al final charlas con autores o presentaciones de libros. Desde su consultorio, Nandino recetaba a sus pacientes a la vez que corregía pruebas, revisaba escritos y atendía peticiones de toda índole. La revista tuvo detractores, como Fernando Benítez, quien jamás confió en la labor de Nandino y con frecuencia minimizaba su trayectoria poética. No obstante, sería Benítez quien se llevaría a varios de los colaboradores de Estaciones a su famoso suplemento México en la Cultura.

En Estaciones también hubo espacio para números casi monográficos sobre autores hispanoamericanos o españoles. Más allá de la reseña de libros, la crítica de arte y literaria tuvo un lugar preponderante. En el núm. 3, por ejemplo, el tema del surrealismo ocupa la atención de varios colaboradores, entre ellos el propio Nandino, quien publica: “¿Después de surrealismo… qué?” En este texto, el autor arremete contra una “moda” trasnochada en México: escribir para él no debe ser una moda o imitación, pues de esta forma no hay autenticidad. Lo que espera el poeta a partir de su disertación es que la libertad creadora no se suscriba a ninguna tendencia impuesta por los poetas que dictan las formas de escribir en México. Para esa época, es claro que la alusión es a Octavio Paz, quien según Nandino, le hizo “la conspiración del silencio”, es decir, lo borró del panorama literario mexicano.

Varios números de Estaciones también aparecieron con ilustraciones intercaladas de obra de artistas, como Raúl Anguiano, Salvador Dalí, Joan Miró, Georges Braque, Pablo Picasso o Dolores Álvarez Bravo, quien inmortalizó en esta revista a la famosa muñeca Aurelia, con la que Xavier Villaurrutia quedó maravillado desde que la vio en una tienda de antigüedades en Puebla hasta que la compró y la trató como a su compañera.

Con el núm. 20, invierno de 1960, Elías Nandino cierra la primera época de la revista y delega en Gustavo Sainz la dirección. Con sesenta años de edad, Nandino continúa su labor poética y el impulso de otras revistas, como Cuadernos de Bellas Artes, que dirigió de 1960 a 1964 con el fin de seguir apoyando a las nuevas voces de la narrativa, la poesía, la pintura, el teatro, el ensayo y la crítica literaria.

Nandino siempre estuvo pendiente de la escritura y dirección de revistas en los jóvenes. Cuando regresó a Jalisco, después de haber vivido más de cincuenta años en Ciudad de México, estuvo al lado de los escritores jaliscienses que participaban en publicaciones como Campo Abierto, Cuadernos de Occidente, Papeles al Sol, La Capilla, entre otras, en las que se difundió la obra de varios de los jóvenes que participaban en su taller literario.

Tras las huellas de Lowry en Oaxaca

2/Enero/2010
Jornada Semanal
Alberto Rebollo

…le había parecido a Sigbjorn, mientras señalaba con
el dedo, que allí, borrosamente y por vez primera,
había una vaga señal de Oaxaca.

Malcolm Lowry,
Oscuro como la tumba donde yace mi amigo

Similar a lo que sucede con la ciudad de Cuernavaca, la Oaxaca de hoy no se asemeja mucho a la Oaxaca que conoció Malcolm Lowry; el hotel Francia ahora es un hotel de tres estrellas, la ciudad está congestionada por el tráfico de automóviles, la cantina El Farolito (ubicada en la esquina de la avenida Independencia y Mier y Terán) es ahora una Farmacia del Dr. Simi, etcétera. Sin embargo, la Basílica de la Soledad, con su maravillosa virgen piadosa, algunas hermosas calles del centro histórico, el asombroso convento de Santo Domingo y los increíbles templos de Monte Albán, siguen tan o más radiantes que cuando Lowry los visitó por primera vez a finales de 1937, cuando estuvo en la ciudad de Juárez en su primera escapada suicida para conocer el famoso mezcal de Oaxaca, luego de haberse se-parado de su esposa, la bellísima estadunidense Jan Gabrial. También es cierto que la ciudad y el estado en general siguen poseyendo un tremendo velo mágico que pende sobre sus montañas; desde que uno se empieza a adentrar en sus fantásticas serranías, comienza a darse cuenta de por qué los zapotecas, con su sabiduría ancestral, eligieron este lugar para construir sus ciudades más importantes; difícilmente existe una ciudadela en el mundo más hermosa que la de Monte Albán, donde el paisaje natural y las construcciones humanas tengan una correlación tan estrecha y tan inspiradora. Pero lo que más cautivaría el día de hoy a un viajero del siglo xxi que bus-cara las huellas de Lowry en Oaxaca, serían los pueblos que Lowry visitó en su infausta estadía en Oaxaca: Cuicatlán, Tomellín, (Tomalín en Bajo el volcán1) Nochixtlán y, por supuesto, el mítico Parián.

Durante su estancia en Oaxaca, Malcolm Lowry visitó múltiples cantinas de la ciudad. En una de ellas, de nombre La Covadonga, de pronto se le acercó un joven y le dijo en inglés: “Veo que está usted muy turbado con sus pensamientos, debería dejar de preocuparse.” Se trataba de Juan Fernando Márquez, quien había estudiado farmacéutica en la Universidad de México y dominaba varios idiomas. Iniciaron así una gran amistad, fueron a Monte Albán, bebían por las noches en el Farolito y en las mañanas discutían sobre filosofía en las oficina del Banco Ejidal. Lowry en varias ocasiones fue sacado de la cárcel por su amigo, e incluso le prestaba dinero para que pagara sus deudas en las cantinas; en una ocasión lo defendió de un grupo de enfurecidos borrachos que lo querían matar. Fernando trabajaba para el Banco Ejidal, entidad que se encargaba de llevar el dinero a los campesinos para que ellos cultivaran la tierra y luego pagaran sin intereses, y él tenía la peligrosa misión de fungir como jinete y mensajero, encargado de entregar los dineros cruzando pueblos y rancherías a caballo. En una ocasión, entre finales de enero y principios de febrero de 1937, Fernando invitó a Lowry a hacer algunas entregas a Cuicatlán, para de ahí dirigirse a Nochixtlán, pasando por Parián. Resulta que en el camino casi fueron baleados por paramilitares de derecha que estaban bajo las órdenes de caciques fascistas (raro en Oaxaca), quienes tal vez los ubicaron como emisarios del gobierno de Cárdenas. Seguramente, de esta experiencia a Lowry le surgió la idea de que el indio de su novela fuera asesinado por una de estas cuadrillas de bandoleros: “Asaltado con frecuencia por bandidos que criminalmente gritaban ¡Viva Cristo Rey!, blanco de balas disparadas por enemigos de Cárdenas apostados en los campanarios de reverberantes iglesias.” (Bajo el volcán.)

Durante esta travesía, de pronto el escritor inglés perdió accidentalmente el caballo y, antes de que intentaran conseguir otro, Fernando le ofreció tomar el suyo y corrió detrás de ambos por más de veinte millas a campo traviesa. Lowry le vivió por siempre agradecido, porque también lo acompañó en la pena de haber perdido a su esposa, lo curó de sus enfermedades y le dio valiosos consejos que le servirían para toda la vida. Juan Fernando le dijo en alguna ocasión, refiriéndose al alcoholismo: “La enfermedad no está sólo en el cuerpo sino en aquello que solía llamarse alma.” Lowry siempre le consideró su mejor amigo, sin embargo, cuando regresó a buscarlo a Oaxaca en 1945-1946 con su segunda esposa, resultó que, trágicamente, su amigo había sido asesinado en un pleito de cantina, tal como había muerto el Cónsul (su héroe trágico en Bajo el volcán). Se habían visto por última vez en El Parián, y tal vez por eso Lowry decidió inmortalizar el nombre del pueblo donde vio por última vez a su amigo y también le dedicó el título de su siguiente novela: Oscuro como la tumba donde yace mi amigo.

Cuicatlán es un pequeño pueblo pintoresco con una hermosa montaña roja como telón de fondo, una pequeña iglesia y un simpático mirador. El canto de unos insectos conocidos como “catanes” suena todo el tiempo y de ahí deriva su nombre, que significa, “lugar del canto”. Nochixtlán es un pueblo ya bastante populoso, hay bancos, plaza, mercado, y la moderna súper carretera que pasa cercana le ha traído cierta prosperidad. En contraste, Tomellín es un pueblo desolado y triste debido a la ausencia definitiva del ferrocarril que fue privatizado y luego desmantelado, lo cual significó su agonía. Sólo quedan por ahí algunos vagones abandonados y una estación del tren en ruinas. Pero el premio mayor a la desolación se lo lleva el poblado de El Parián. Enclavado en un pequeño valle en la sierra de Oaxaca, Parián es hoy un auténtico pueblo fantasma. Sus montañas aledañas parecen paredes que por las noches obstruyen al pueblo de cualquier rayo de luz de luna; sería difícil encontrar un lugar más lúgubre y melancólico; no hay nadie en la calle, no hay un solo negocio abierto, sólo se escucha el soplido del viento. La mayoría de las casas, construidas de adobe, están totalmente en ruinas, la estación del tren abandonada, las vías se observan con dificultad entre las hierbas ya muy crecidas. Curiosamente Parián, más que lowriano, es un lugar absolutamente rulfiano; sólo falta que el viento susurre: “Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen.”( Pedro Páramo.) Incluso, como si fuera película del oeste, algunas puertas se escuchaban rechinar volviendo la situación entre espeluznante e irrisoria al mismo tiempo. Para un observador externo, el tiempo que pasas en Parián parece un instante, aunque para sus escasos pobladores seguramente el tiempo se ha detenido por completo… otra dimensión.

Casualmente, hay una cantina, cerrada desde luego, que increíblemente lleva por nombre El Farolito, justo atrás de ella hay una barranca que conduce al río, y por si fuera poco, para hacerlo coincidir más con el Parián de Bajo el volcán, éste fue un pueblo con tradición política y militar importante desde antes de la Revolución. En el Parián oaxaqueño están todos los elementos del Parián de Bajo el volcán; la cantina al borde de la barranca, la policía secreta, el peligro, el mezcal, la soledad, sin embargo no había sido explorado en este sentido.

Tampoco se sabe mucho de los días en que Lowry visitó este poblado en compañía de su amigo Juan Fernando. Los biógrafos sólo mencionan que en este poblado se despidió para siempre de su amigo, pero es evidente que estuvo bebiendo algunos días aquí, extrañando a su mujer y llorando por ella, y seguramente de aquí también se le ocurrió incluir en su novela la siguiente referencia: “Un abismo casi perpendicular llegaba hasta el fondo de la barranca. ¡Qué lugar tan oscuro y melancólico! En Parián, Kubla Khan.”2 La relación que Lowry hace con Xanadú, al sustituirla por Parián, es extraordinariamente precisa, porque en Kubla Khan fue escrito por Coleridge al despertar de un sueño que le produjo el uso del opio, y en él se describe a una región remota y antiquísima, un poema de una resonancia extraordinaria y de una serie de imágenes míticas fantásticas, así que compararlo con Parián resulta en uno de los aciertos poéticos más grandes de Lowry.

El Parián es tal vez un lugar tan terrible e infernal como Lowry lo imaginó: “Parián parece tener algo siniestro.” (Bajo el volcán). “Así es que a media noche, me fui en el Plymouth a Tomalín para ver a Cervantes, mi amigo tlaxcalteca, el gallero del ‘Salón Ofelia’. Y de ahí vine a Parián, al Farolito donde estoy sentado ahora, en un cuartito vecino a la cantina, a las cuatro y media de la madrugada, bebiendo ‘ochas’ y luego mezcal y escribiéndote todo esto en una hoja de papel que robé en el Bella Vista la otra noche.” (Bajo el volcán)

Definitivamente Lowry tenía mucho de profeta y su visión apocalíptica del mundo es cada vez más espantosamente real. Pero, bueno, el hecho es que El Parián existe, aunque es un pueblo fantasma, de-tenido en una burbuja del tiempo. Desafortunadamente, su cantina El Farolito, aunque romántica, “no estaba en Parián sino en Oaxaca, en parte, por supuesto, ya que en parte era El Bosque en Oaxaca y La Universal en Cuernavaca”.

Lo importante de todo esto es que a raíz de este viaje con su amigo Juan Fernando, Lowry obtuvo el material necesario para ir construyendo su novela e imaginar a su héroe indígena muerto por estos rufianes. Lo más probable es que haya tomado notas, como solía hacerlo, y que después las rehiciera durante su estancia en Canadá. La forma que le fue dando a la geografía y la historia de México es como una especie de fotomontaje, nunca un error; una especie de México donde deliberadamente algunas imágenes se sobreponen a otras, fundamentalmente las de Cuernavaca y las de Oaxaca. O tal vez sea más claro como lo explica William Gass: “Lowry no está describiendo un lugar, lo está construyendo.”

Una más de las maravillas de México es que durante el siglo xx haya inspirado a grandes escritores, nacionales y extranjeros, a escribir sus mejores novelas: Bajo el volcán a Malcolm Lowry (1947), Pedro Páramo a Juan Rulfo (1955) y Cien años de soledad a García Márquez (1967), por mencionar sólo a algunos cuyos temas fluyen entre la realidad cotidiana y los fantasmas que habitan esta tierra, espectros a quienes es fácil percibir entre los incontables muertos que viven en México desde hace cientos o miles de años, y que todo parece indicar que seguirán sobrepoblando los panteones en su camino a “Aquel glorioso Parián, yermo donde el hombre jamás tenía sed…”


Notas

1“ Había, por supuesto, ciudades reales llamadas Tomalín –o, por lo menos Tomallín– y también Parián, el último lugar en donde había visto a Fernando, saludándolo con la mano en la plataforma del tren, con una botella de mescal, después de su alocada aventura en Nochitlán; (sic), pero aquellas quedaban en Oaxaca, mientras que en el libro estaban en un estado mítico llamado Parián cuando el verdadero estado era Morelos, y a veces Morelos y Oaxaca.” M. Lowry, Oscuro como la tumba.

2 El poema de Coleridge es de un misticismo impresionante, pero se debe degustar en inglés para poder paladear toda su resonancia; el original dice: “In Xanadu did Kublai Khan/ a stately pleasure-dome decree:/ Where Alph, the sacred river, ran/ Through caverns measureless to man/ Down to a sunless sea.”

sábado, 1 de enero de 2011

Mis 15 libros/ y II

1/Enero/2011
Laberinto
Ariel González Jiménez

Prosigo en esta entrega con la enumeración de los quince títulos de 2010 que a mi juicio vale la pena incorporar a nuestra biblioteca. Quedan, como es obvio, muchos textos fuera de este listado; libros que son sin duda interesantísimos o muy relevantes, pero la restricción aritmética a la que me vi sometido (quince, sólo quince) no deja margen alguno para hablar de ellos. Por tanto, me concentré en un conjunto más bien variado que funcionara a manera de pequeña representación del universo editorial que se nos presentó a lo largo del año.

No muy a la vista (publicitariamente hablando), la compilación Sol Jaguar. Antología de cuentos sobre México (Fondo de Cultura Económica, 2010), de Alberto Manguel, es una excelente muestra de la inspiración e imágenes que ha suscitado nuestro país en la mirada de escritores extranjeros como Margaret Atwood, Jorge Luis Borges, Italo Calvino o Ray Bradbury, entre otros.

Uno de los libros que mejor exponen el talento crítico de Christopher Domínguez es El XIX en el XXI (Sexto Piso, 2010), un recorrido vertiginoso a la vez que profundo por algunas de las grandes luminarias de la literatura universal. Los acercamientos a este conjunto de autores imprescindibles poseen el encanto de la estampa y la solidez del ensayo exhaustivo; la atractiva agilidad del artículo combinada con la enjundia del estudio académico.

La obra del año con la que claramente se pueden correr muchas emociones, ya sea trotando o velozmente, puesto que va (y así lo escribí para este mismo espacio en su momento) como toda gran historia, al centro de la vida, es Correr, de Jean Echenoz (Anagrama, 2010). No merece ser leído como una simple biografía del incomparable atleta checo que alcanzó lo que nadie más ha conseguido: ganar tres medallas de oro en pruebas como los 5 mil metros, los 10 mil y el maratón. «Emil empezó a correr por obligación —dice Echenoz— cuando los nazis invadieron Checoslovaquia y continuó corriendo bajo otro régimen autoritario». Así pues, Zátopek corrió contra muchas adversidades y restricciones que a cualquier otro habrían derrotado. Las lecciones de una historia de este nivel —el autor nos lo hace saber— no pueden ser menores.

Que uno de los filósofos alemanes más reconocidos y penetrantes de la actualidad decida —por una vez— bajar a un cierto nivel introductorio, ocupándose a vuelo de pájaro de una galería de filósofos fundamentales, es algo que debemos saludar. No en balde un importante medio alemán definió en su oportunidad a Temperamentos filosóficos. De Platón a Foucault, de Peter Sloterdijk (Siruela, 2010), como el libro de filosofía del año. Y aunque en México se lo conozca y lea poco (dada la natural complejidad de buena parte de su trabajo filosófico), es un hecho que este texto se presenta como la pieza más accesible de Sloterdijk, una que no hay que dejar pasar.

Nombrar a Salvador Elizondo es nombrar también el territorio de la literatura mexicana de excelencia. Quien lo quiera confirmar no tiene más que dedicar unas horas a El mar de iguanas (Atalanta, 2010) donde se reúnen algunas de las obras y experiencias creativas más audaces del escritor, incluyendo su “Noctuario”, esa exquisito observatorio de prosa nocturna en el que Elizondo exploraba el diario acontecer.

Dado que frente al Bicentenario de la Independencia, el centenario de la Revolución Mexicana se quedó chico, la publicación de las Obras completas de Martín Luis Guzmán (FCE, INEHRM, México, 2010) supone todo un acontecimiento editorial. La obra de este escritor condensa, por la participación directa de Guzmán en los acontecimientos que relata y la desenvoltura de su pluma, a toda una generación que vivió y pensó el movimiento armado.

Pareciera una pequeña trampa que un escritor del que siempre estamos esperando algo nuevo vuelva a las librerías con una compilación de sus discursos, pero tratándose de un Premio Nobel, la cosa adquiere otro sentido, acaso más en el campo del homenaje editorial. De ahí que Yo no vengo a decir un discurso, de Gabriel García Márquez (Random House, 2010), se convierta por derecho propio en una de las referencias que hay que tener presentes del Nobel colombiano, toda vez que en cada una de estas memorables piezas discursivas nos encontramos de lleno con su oficio de escritor.

Como se nos olvida que no sólo el año terminó anoche, sino que también se fue la década, vale mucho la pena revisar este periodo desde la mirada de los fotógrafos que han captado a lo largo y ancho del mundo las 500 imágenes más impactantes, bellas y terribles. Década (Phaidon, 2010) viene a ser la obra que hace posible dicha revisión. Imperdible. Feliz año nuevo. Feliz década nueva.