domingo, 17 de enero de 2016

Los liberales mexicanos en Nueva York

17/Enero/2016
La Jornada Semanal
Marco Antonio Campos

A la manera de José Emilio Pacheco, Vicente Quirarte es el hombre de letras de su generación. Conocido como poeta, ensayista, cronista y cuentista, Quirarte nos entrega ahora, a sus sesenta y un años, su primera novela, La isla tiene forma de ballena (Seix Barral, 2015), en la que recrea con viveza un trozo de historia escasamente conocido, el cual es la vida de una veintena de liberales mexicanos en los años de la Intervención Francesa (1863-1867) en Nueva York, del cual el más destacado, el alma de la resistencia, pese a aparecer poco, es el periodista y político Francisco Zarco. En la novela, Quirarte combina personajes reales y ficticios, hechos reales e inventados, documentos auténticos y falsos…Curiosamente, sobre los que más giran los hechos, sobre quienes se sostiene más la intriga, son los ficticios (Arístides Bringas, eje clave; Sebastián Casanueva, joven poblano converso al liberalismo; Luz Contreras Flannagan, una suerte de Mata Hari enviada por los conservadores para torpedear a los enemigos políticos), y en segundo término, quien descuella es Margarita Maza, que dirige cartas a su esposo Benito Juárez, en las cuales relata las andanzas de la familia en NY y Washington y recuenta acerca de lo que se va enterando del acaecer político en nuestro país. Como todo mexicano sabe, la esposa e hijos de Juárez se refugian en 1864 en Nueva York y luego en Washington para evitar un posible secuestro por parte del ejército de ocupación. La familia permanecería en EU tres años. Se instala en Nueva York de principio en la calle 13 este # 26. Llega durante el último tramo de la terrible Guerra civil estadunidense que, para fortuna de México, ganaron los unionistas a los confederados.
Pese a no aparecer como personaje activo, detrás de cada línea, se percibe, en una vía, la gran sombra de Juárez, y en otra vía, el dilema o el destino de la forma de gobierno de un país desangrado: monarquía o república. Entre los más conocidos miembros del Club Liberal Mexicano en ny se contaban, además de Zarco, el coronel Manuel Balbontín, “historiador verídico” (así lo llamó el académico Fernando de Ocaranza); Jesús González Ortega, general triunfador de la batalla de Calpulalpan y candidato fallido a sustituir a Juárez en la presidencia en 1864; Juan Jozé Baz, exgobernador del Distrito Federal, liberal enconado; el zacatecano Felipe Berriozábal, varias veces después secretario de Guerra y Marina; José Rivera y Río, autor de Los dramas de Nueva York, y el yerno de Juárez, el cubano Pedro Santacilia, casado con su hija Manuela, y corresponsal esencial del oaxaqueño. Buen número de los liberales en Nueva York había participado antes en la guerra con los Estados Unidos (1846-1848), en la Revolución de Ayutla de 1855 y en la Guerra de los Tres Años (1857-1860). En una guerra injusta, como la hecha por los franceses, cada quien tiene una manera de defender su país. En el exilio estadunidense, los liberales lo hicieron con la diplomacia, la compra de armamento, la búsqueda de apoyos, la pluma…
En La isla tiene forma de ballena, el autor combina la crónica, el diario, el epistolario, el diálogo, la descripción urbana, el pasaje histórico, y en diversas páginas describe el Nueva York de aquel decenio muy lejos de la mínima pulcritud, con sus barrios y calles y comercios y teatros y parques y hospitales y cementerios y gente de múltiples nacionalidades y razas…
Poseedor Vicente Quirarte de una prosa ágil y elegante, la novela no deja de leerse con interés, salvo capítulos tratados como con fórceps, por ejemplo, aquel del diálogo entre Francisco Zarco y José Rivera y Río, o bien cuando entra en disquisiciones sobre sus autores y aficiones literarias, en particular acerca de Edgar Allan Poe y el poema “El cuervo”, que sólo ponen más espigas que abultan el granero. Pese a eso, o más allá de eso, el desarrollo de la trama fluye y seguimos con vivo interés las incidencias de los personajes.
En la novela hallamos indirectamente los acontecimientos fundamentales de la Segunda Intervención francesa: la batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862; la caída de Puebla en manos de los franceses el 15 de mayo de 1863; la entrada de los franceses y la ocupación de las ciudades importantes; los pleitos de Juárez y González Ortega, incluyendo aquellos de los partidarios, por la presidencia de la República; la guerra de guerrillas contra el invasor; divisiones y deserciones de políticos y combatientes liberales; la partida de México del ejército francés vencido por los mexicanos; el pacto de Maximiliano con los conservadores para seguir en la lucha, y en 1867, el inicio del sitio de Querétaro el 3 de marzo, la batalla final del 2 de abril en Puebla, la toma de Querétaro el 15 de mayo y el fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía en el escueto cerro de las Campanas el 19 de junio. Nos emocionan también losflashbacks sobre hechos de la guerra de despojo de los Estados Unidos contra México, entre ellos las páginas vindicativas sobre el Batallón de San Patricio, y asimismo, la sobria y vívida recreación del asesinato de Abraham Lincoln el 15 de abril de 1865 en el teatro Ford de Washington, DC.
Más allá de los pleitos finales que hubo entre buen número de ellos, México tuvo en esos años de 1857 a 1875 –por poner aproximativamente dos fechas– la suerte de contar con la mejor generación de hombres de su historia. Vivieron intensamente el drama del país y le encontraron un destino. Vencieron por primera vez a una potencia extranjera, triunfó la República, crearon el Estado laico, se evitó que varios estados se desmembraran o independizaran, se respetaron las libertades democráticas, y ninguno de los prohombres se enriqueció en los puestos del poder público… En suma: acabaron de completar la independencia, que desde 1821 no acababa de darse del todo. La isla tiene forma de ballena, trozo de aquella épica, es un reconocimiento para quienes con altas miras veían a México como algo sagrado y no como un botín para saquearlo. Ante los delincuentes políticos que nos gobiernan desde hace décadas, lo creado por aquella generación fue un jardín y no este erial empequeñecido y marchito.
Una de las fuentes de consulta de Vicente para escribir la novela fueron los libros del historiador Martín Quirarte, quien, entre muchas otras cosas, fue un especialista en el tema del Segundo Imperio. Si viviera Martín Quirarte, me digo, se sentiría orgulloso de la muy buena novela que su hijo acaba de publicar y que tal vez a él mismo no le hubiera disgustado escribir 

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