domingo, 14 de enero de 2018

“Juguemos al pendejo, vida mía”, un soneto de Salvador Novo para celebrar el Año Nuevo

14/Enero/2017
La Jornada Semanal
Jair Cortés

Figura capital de la literatura mexicana, Salvador Novo (Ciudad de México, 1904-1974) se distinguió por su incisiva y profunda mirada sobre los temas que atañen no sólo al individuo sino a la sociedad; su obra, extensa y variada a nivel temático y formal, es una de las más ricas en el panorama de nuestras letras sobre todo porque (en una parte considerable) da continuidad a un tono poco frecuentado por los poetas mexicanos: el humor. Novo, quien perteneció al Grupo sin grupo, como se conoció a los Contemporáneos, encontró en la sátira una de sus muchas formas expresivas sin que dejase de lado el rigor que exige la forma más perfecta en la poesía: el soneto.
En su Antología personal. Poesía 1915-1974, en la que incluye poemas escritos desde su infancia hasta su madurez, Novo escribe una nota crítica sobre el soneto en la que resume su historia y concluye lo siguiente: “Así llega el soneto hasta nuestros días de silvas vergonzantes: de ‘verso libre’o ’blanco‘ en largas tiradas cuya utilería de metáforas y adjetivación ha de parecer dentro de algunos años tan cliché y obsoleta como hoy nos lo parecen las ’odas‘ del siglo XVIII o del XIX. Y él se salva de ese envejecimiento. Como el siglo XV, como después, como mañana, representa y encarna la perfección concreta de la idea poética plasmada sin falta ni sobra de elementos estructurales y ornamentales.” Esta entrega y apuesta por la permanencia del rigor formal y conceptual del soneto se ve reflejada en los tres últimos poemas que clausuran su Antología personal: “Tres sonetos sobre sí mismo”, en donde Novo transparenta su madura condición reflejada en un desdén hacia el mundo en el que sólo importa (muy poco) la poesía, como se refleja en el primer soneto fechado en 1959: “Juguemos al pendejo, vida mía;/ verás qué bonito, cuando a huevo/ tienes que celebrar el año nuevo/ con sonetos y muecas de alegría./ Verás qué lindo, cuando cada día/ (al surgir en oriente el rubio Febo)/ sientes que el mundo ya te importa sebo/ y un ardite nomás la poesía./ Acaso te amanezca alborotada – otrora erecta, dura y agresiva– / la dulce prenda, por mi mal hallada./ No te hagas ilusiones. Pensativa/ en cuanto expulses la primera miada,/ se volverá a arrugar, triste y pasiva.” Un soneto que equilibra la tensión verbal entre lo coloquial (“a huevo”, “alborotada” y “miada”) y lo culto (“el rubio Febo” y “otrora erecta”) para hacer manifiesta la ironía del año que comienza con vanas ilusiones y obligatorios festejos donde gobierna la apariencia pública que contrasta, en la íntima soledad, con la disminuida condición sexual del pene que sólo se estimula para orinar. Un inesperado y provocador soneto para comenzar el Año Nuevo mexicano: un 2018 en el que se despejará la duda sobre si la nación mexicana se levantará o seguirá siendo “triste y pasiva”.

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