25/Enero/2014
Confabulario
Yaneth Aguílar Sosa
En cuanto los amigos y cercanos a Octavio Paz se enteraron que el
crítico literario Christopher Domínguez Michael estaba escribiendo una
biografía del Premio Nobel de Literatura 1990, se acercaron a él para
compartirle documentos, anécdotas e historias vividas con el poeta. En
esa búsqueda de reunir todos los materiales relativos a la vida y la
obra de Paz, Domínguez Michael tenía varios precedentes: el libro de
Guillermo Sheridan y los varios acercamientos de Enrique Krauze, también
sabía que este libro va a envejecer rápidamente como envejecen las
buenas biografías, pues saldrán nuevos libros y documentos en torno a
esta figura fundamental de la literatura universal.
“Cuando estaba yo acabando el libro ya se había abierto en Princeton
la correspondencia entre Fuentes y Paz que ya no ví. Pero sin duda, si
algo tiene mi libro es que este es el testimonio de un escritor
contemporáneo a Octavio Paz y aspira a ser una vida y obra de Octavio
Paz que funcione lo mismo para quien tiene un conocimiento general de la
obra pero quiere sintetizarlo, que para quien se acerca por primera
vez. Es mucho pedir pero ese fue el objetivo”, señala Christopher
Domínguez Michael al hablar de su libro Octavio Paz en su siglo, publicado por Aguilar.
Esa obra que días antes de ser lanzada en español, ya había sido
presentada en París en su versión francesa, es la manera de Christopher
Domínguez Michael de retribuirle algo por la amistad y las enseñanzas
que recibió de Octavio Paz.
¿Cómo decide entrar a esta figura controvertida pero central de las letras mexicanas?
Estuve diez años con Octavio Paz en el consejo de redacción de la revista Vuelta
lo cual me hizo ser testigo de los últimos diez años de su vida, de
trabajar con él, de escucharlo, de ser su discípulo con mis otros
compañeros, cuando él muere, en varios de nosotros quedó la necesidad de
rendir testimonio de él y durante los años fue cambiado mucho la
naturaleza del testimonio que yo quería rendir hasta que llegué a la
conclusión de que había que hacer un trabajo largo, serio, exhaustivo,
sabiendo que es un trabajo que una vez publicado iba a empezar a
envejecer rápidamente.
¿Cuál era el reto de este trabajo en medio de tantos libros sobre Paz que han aparecido en los últimos años?
El reto es sencillamente sintético, hay muchísimos libros sobre
Octavio Paz, hace poco presenté dos que ya no alcancé a utilizar porque
no me daban los tiempos, pero creo que si alguna virtud tiene Octavio Paz en su siglo
es que es una síntesis de lo que había hasta el momento que acabé de
escribirlo en julio y abarca la gran mayoría de los materiales que
estaban a mi disposición; tiene un interés sintético de organizar; armé
el rompecabezas. Claro que habrá otros trabajos, otros rompecabezas.
¿No se ha terminado de abordar la figura de Paz?
Octavio Paz es un clásico y lo que define a un clásico es que cada
generación lo redescubre, este es el Octavio Paz de alguien que fue un
muchacho, que fui yo, que se encontró con él a los 27 años en los
últimos diez años de su vida. El Octavio Paz dentro de 50 años, escrito
con mayor documentación, mayor objetividad y mayor distancia, por un
investigador australiano, por ejemplo, será distinto. No es lo mismo
leer una biografía de Paul Valéry de 1950 a leer una biografía de 1990.
No necesariamente es mejor la de 90 que la de 50, son distintas.
¿Qué tanto se puede ser objetivo cuando está vibrando la emoción?
Uno de los escrúpulos que yo tenía para escribir o no escribir este
libro era decir: “bueno yo estuve demasiado cercano a la figura de
Octavio como para poder actuar con objetividad”, aunque sé que la
objetividad no existe en ciencias sociales. No es una hagiografía, ahí
están sus defectos que no son mayores a los tuyos o a los míos como toda
persona, está su vida privada en la medida en que pude plantearme las
líneas del decoro que uno se plantea frente alguien que uno admiró y
quiso, están sus contradicciones políticas que las tiene cualquiera que
hace política. Hacer política es pactar con el diablo como decía Max
Weber y Paz pactó varias veces; a veces con resultados muy buenos para
México y para la lucha por la libertad frente al Estado en el mundo, a
veces sus decisiones políticas fueron erráticas o contraproducentes. Sí,
hay cariño, admiración, hay empatía y simpatía, pero también hay muchas
cosas que yo dejo abiertas para que el público tome la decisión que
considere conveniente.
¿Ha cambiado el acercamiento de las nuevas generaciones?
Es muy difícil saberlo, hace un par de semanas estuve en París
presentando la edición francesa del libro, el promedio de edad de los
asistentes al acto era 65 años, daba la impresión de que estábamos ante
un culto en extinción, pero visto en México, quienes dan clases
frecuentemente dicen que justamente por el tiempo que ha pasado y por
los prejuicios negativos y positivos ante Octavio Paz han desaparecido,
quienes dan clases de literatura dicen que hay una nueva generación de
lectores que está entrando a la obra de Paz con mayor libertad que
nosotros que lo teníamos ahí.
Este año no solo salió mi libro, se completó la nueva edición
mexicana de las obras completas, salió una infinidad de material nuevo,
creo que está sobre la mesa una nueva biblioteca para acercarse a Paz
que algunos pocos jóvenes, que son los que siempre valen, van a leerlos
con mucha atención.
¿Dice que es una biografía no autorizada, Marie Jo no le pidió ver el manuscrito?
Cero, cero. Yo había hablado con Marie Jo varias veces antes, yo no
le dije nada, en marzo le hablé y le dije estoy haciendo esto, necesito
hablar contigo para cosas imprecisas que te quiero preguntar, si quieres
ver el libro te lo llevo a tu casa en este momento, me dijo no,
adelante. Me cito en su café preferido en Polanco en la ciudad de México
y me contestó preguntas personales precisas que yo le hice, pero en
ningún momento pedí su autorización, procuro ser menos amigo de Sócrates
que de la verdad. Pues autorizada no es.
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