16/Marzo/2013
Milenio
Jesús Alejo Santiago
Durante más de 30 años vivió fuera de México, pero antes y después
formó parte de una tríada que recorría las calles de la ciudad y hablaba
de libros, de hallazgos y coincidencias. Luego fue uno de los primeros
interesados en traer al español a escritores que formaban parte de los
gustos de unos cuantos.
Pitol se sabe un escritor difícil, de pocos lectores —pero
muy fieles, aclara. Sin embargo, no se trata de una condición que lo
alarme; al contrario, recuerda que jamás ha estado interesado en
escribir sobre lo que está de moda o resulte
fácil para el lector.
Al llegar a sus 80 años, que el escritor festejará mañana, pese a problemas de
salud
mantiene una lucidez que se refleja en sus textos. Los festejos
iniciaron en la FIL del Palacio de Minería y continuarán la próxima
semana en la Universidad Veracruzana.
Como un reconocimiento al escritor, MILENIO presenta las opiniones de
13 miembros de nuestra república literaria, quienes coinciden en la
importancia del escritor para las letras hispánicas.
Juan Villoro
Entiende la narrativa como una aventura de la libertad,
donde los géneros se mezclan fecundamente. En El desfile del amor el
ensayo se mezcla con el relato y la autobiografía. No es muy común que
la literatura latinoamericana sea tan reflexiva. En Pitol, las ideas son
parte esencial de la trama. Además, es un traductor excepcional, que ha
ampliado los
registros de nuestro idioma traduciendo casi 100 libros de otras lenguas. Por él conocimos a Gombrowicz, Pilniak y muchos otros.
Es difícil escoger, pero la pasión está hecha de caprichos: elijo el
libro de cuentos Vals de Mefisto. Es una lección maestra de cómo se
escriben los cuentos. Pitol investiga su historia a medida que la narra,
la discute, la corrige y le busca nuevas posibilidades. Cada cuento es
un taller sobre cómo se escriben los cuentos. Una maravilla.
Hernán Lara Zavala
Su obra narrativa es excéntrica y singular. Sus cuentos y novelas son
completamente diferentes a los de sus compañeros de generación, acaso
por vivir tanto tiempo fuera del país: ocurren en diversas partes del
mundo y sus temas siempre sorprenden por lo misterioso, lo oblicuo y su
agudo sentido del humor, que nos hace reír con un dejo de amargura.
La obra que más admiro es El arte de la fuga, pues en ella se
combinan de manera excepcional la prosa fina y delicada, el lector
inteligente y el artista sensible que ama la pintura, la música, los
viajes y la literatura en el todo unitario del arte.
Rodolfo Mendoza
Se figura es emblemática, pero al mismo tiempo es una rara avis de la
literatura mexicana y en lengua española. La de editor es una de sus
facetas menos conocidas, pero dirigió para Tusquets la colección
Heterodoxos, sin la cual no hubiéramos visto en lengua española muchos
de los libros que ahora nos resultan tan importantes.
Él fue testigo de mi boda, y ahora que seré padre por vez primera fue
Sergio el primero en saber la noticia. Eso sucede con las personas por
las que uno profesa una admiración tan sobrada como se la tengo a él: un
ser de una generosidad absoluta, de un sentido de la amistad y la
solidaridad a prueba de todo.
Rafael Pérez Gay
Su obra es una de las aventuras creativas más intensas de las letras
mexicanas. Desde la publicación de El tañido de una flauta, inició un
viaje interior en busca de su propia expresión. Desde luego, la trilogía
de El Carnaval es un tríptico superior de la narrativa mexicana: El
desfile del amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal me gustan.
Volvería a leerlas sin duda alguna.
Otro gran libro: de 1996, El arte de la fuga. En su carácter anfibio,
en su entramado autobiográfico, las páginas de este libro entregan un
largo regreso al ensayo más viejo, más clásico, al mejor de los ensayos,
aquel que combina con tanta libertad como poder lingüístico la búsqueda
interior, la confesión, el diario, el libro de viajes, las memorias.
Fernando Solana
La obra de Sergio me representa una revelación, un aprendizaje
iniciático, una alta lección de sensibilidad y literatura, un magisterio
superior. En suma, una polifonía creativa sin la cual el lenguaje y la
imaginación no serían lo que son.
Su tríptico novelesco El desfile del amor, Domar a la divina garza y
La vida conyugal me apasiona. Pero también otras novelas suyas, sus
laboriosos cuentos, sus lucidísimos ensayos y sus incandescentes
traducciones. Resumo y preciso: me gustan sus obras completas. ¿Por qué?
Porque son inagotables.
Armando González Torres
Las novelas y cuentos de Sergio Pitol fueron para mí una referencia
literaria exquisita y misteriosa; Pitol personificaba una sensibilidad
cosmopolita, así como una escritura versátil y excéntrica. Esas
cualidades se han ido decantando en sus obras de madurez, cuando rompe
de la manera más virtuosa con las fronteras entre géneros. Por supuesto,
estas cualidades como escritor no están desvinculadas de su tarea de
traductor: al ser intermediario lo mismo de clásicos como Henry James,
que de auténticos genios extraterritoriales como Witold Gombrowicz o
Jerzy Andrzejewsky, Pitol eligió y emuló un canon heterodoxo que explica
mucho de sus propios tonos y temas.
Mi obra preferida de Pitol es Domar a la divina garza, que es una
comedia muy inteligente y exigente, capaz de burlarse de la vanidad y
los afanes de grandeza intelectual de una manera muy espontánea y
gozosa, sin caer en el moralismo ni en el resentimiento.
Ignacio Padilla
Es el maestro y la punta de lanza de la apertura de la literatura
latinoamericana a la influencia de las letras europeas contemporáneas,
particularmente a ciertas letras eslavas y algunos rescates
anglosajones. Sabio, elegante, universal e influyente, es una rara avis
que se convirtió en un maestro indispensable.
Su trilogía es su obra más notable: lección de estilo, estructura,
pensamiento y humor. También es importante mirar con atención su trabajo
como traductor, en el que también se ha permitido ser creador.
Javier García-Galiano
Creo que representa sobre todo un lector sagaz y certero, que
descubre incesantemente autores que acrecientan el placer de la lectura.
En su autobiografía, se recuerda leyendo desde niño, en Córdoba,
Veracruz. Su curiosidad literaria parece infinita y se recrea
perpetuamente rememorando, como un viaje, obras diversas como los
clásicos de cualquier idioma, como las de escritores legendarios como
Jakobsen, Chejov, Conrad, Graves o Bulgakov; rarezas como Pilniak,
costumbres como Pérez Galdós, Tolstoi o Rilke, a muchos de los cuales ha
traducido. Quizá por eso, el libro que recomendaría es El arte de la
fuga, en el cual ese lector admirable conjuga apuntes de lectura y de
viaje, diarios, ensayos, recuerdos, historias, chistes y chismes como un
gran conversador.
Alberto Chimal
La obra de Sergio Pitol representa una de las cimas de la literatura
mexicana del siglo XX. Una obra que se podría ver como la representación
de una conciencia inconfundible, curiosa, profundamente universal. No
hay otro escritor entre los grandes que tenga esa individualidad tan
acendrada y tan potente, y su avidez intelectual es un ejemplo tan
poderoso para todos sus admiradores como su estilo
Rosa Beltrán
La obra de Sergio me parece fundamental por la reinvención
permanente, el asombro, la fusión de novedad y tradición, el desprecio
por la solemnidad y el rescate de ese náufrago de nuestras letras: el
humor. El arte de la fuga es el libro que más me gusta, porque es la
invención de un estilo: su estilo.
Jorge F. Hernández
Nadie como él ha respirado en lecturas y viajes el orden misterioso
del mundo, los escenarios del frío, las traducciones de autores que
escribían en la nieve y, quizá por lo mismo, al volver de su periplo
vital por Europa, Pitol se volvió el corazón palpitante, poco visto,
aquerenciado al tiempo que aumentaban los registros de sus afectos,
habitando precisamente el corazón de Xalapa. Han premiado a un escritor
inmune al veneno de las vanidades, dueño de la epifanía tortuosa de la
creación literaria en su emoción más pura, y a un hombre que ha sabido
contagiar en algunos la intensa palpitación de la sinceridad que ofrece a
todos.
El arte de la fuga es memoria y la cartografía del oficio; son los
laberintos de los párrafos y las admiraciones que contagia... Es un
amoroso revuelto de géneros y un acicate para todo aquel que se cree
escritor, siendo sin olvidarlo lector.
Ignacio Trejo Fuentes
Su obra es entrañable y aleccionadora. Me ha enseñado a más o menos
leer bien y, sobre todo, me ha dado lecciones de vida. Hemos convivido y
conbebido. Hace muchos años, estaba yo revisando el anaquel donde
estaban los libros de Anagrama en la recién inaugurada librería del
Palacio de Bellas Artes, cuando una voz a mis espaldas dijo: “No pierdas
el tiempo; lee a Fulana, a Zutana y a Mengano”. Era Sergio, y le hice
caso. Luego conviví con él y con Vicente Quirarte, Jorge Esquinca,
Guillermo Fernández, Eduardo García Aguilar, Rafael Vargas, Mario del
Valle y varios más en La Casa de las Brujas.
Me gusta mucho El desfile del amor, muchos de sus (repetitivos)
cuentos y sus libros de crónica. No entiendo muy bien su trilogía, donde
incluye Domar a la divina garza; me parecen novelas esperpénticas y
para “iniciados” en algo, no sé qué. Es un magnífico ensayista. Lo
admiro.
Marcial Fernández
De su vasta obra lo que me parece más interesante es su cuentística:
el relato breve de corte ficcional, la autobiografía que se inventa o
reinventa en situaciones cotidianas, casi siempre en países distantes,
lo que hace que sus cuentos sean para el lector mexicano cercanos y
misteriosos, y para el lector extranjero un descubrimiento de cómo otros
ojos ven su realidad.
Su gran apuesta, más allá de su cosmopolitismo, está en convertir la
lectura en un acto de creación mediante una intrincada estructura que
deja espacios vacíos, oquedades para el decir de los lectores.