Laberinto
Florence Olivier
Si, como dijo
Octavio Paz, José Revueltas es “una figura única y aparte en la literatura
mexicana”, se debe a su perenne postura de creador indómito. Escritor y
militante marxista a la par, Revueltas no privilegió ninguno de sus dos
compromisos sino que los asumió plenamente y no dudó en ser autocrítico y
heterodoxo tanto en la creación literaria como en la práctica y el pensamiento político.
El ser militante
comunista y escritor de ficción, fiel al partido, mientras pudo, y ambicioso en
la verdad novelesca, le deparó no pocas penurias. En varias ocasiones, el
camino del escritor tuvo que franquear una “puerta estrecha”, llevándolo a
buscar nuevos equilibrios entre sus imperativos morales. Su obra aparece así
como una empresa épica de conquista de la libertad frente a los dogmas o a la
obligación de no traicionar las verdades impuestas por ideólogos y compañeros
de militancia del PCM o del PP.
Desde un inicio
inserta a figuras de militantes comunistas en las tramas de sus novelas,
confrontándolos con personajes del lumpen o del mundo marginal de hampones y
prostitutas. Crea así microcosmos que enseñan con aumento de lupa las lacras y
contradicciones de la sociedad postrevolucionaria. En Los muros de agua (1941) unos comunistas presos en el
penitenciario de las Islas Marías luchan por conservar una ética militante pese
a verse sometidos a un sinfín de pruebas y degradaciones. Crudas escenas de
sadismo y escatología muestran a los presos comunes en impotente rebelión.
Asoma ya el realismo expresionista de Revueltas aunque se ve sojuzgado por una
axiología que distingue entre valores positivos y negativos. El luto humano (1943) pudo leerse
como una novela mexicanista, situada en el árido mundo rural donde fracasan la
reforma agraria y el desarrollo técnico aportado por el gobierno postrevolucionario.
A través del éxodo de nueve personajes que huyen de una inundación se rememoran
los conflictos de cada cual, asociados a la revolución o a la guerra cristera.
La larga noche de vana fuga se corresponde con los fracasos de la historia
revolucionaria y contrarrevolucionaria. Sin embargo, esta novela profusa e inspirada,
que hurga en los lastres de la cultura mexicana, implosiona al contagiar la
expresión del mito con el anuncio postergado de la historia prometida del
comunismo. Pese al vislumbre de luchas futuras, los campesinos terminan en desamparada
agonía, acechados por zopilotes. Con Los
días terrenales (1949) estalla el conflicto entre el escritor y el
militante. La novela denuncia las derivas autoritarias y el sacrificio de la
libertad en el seno del PCM, incapaz de analizar la compleja realidad del México
postrevolucionario con sus indígenas comunistas y católicos, con sus heroicos
desempleados. Gregorio, comunista y artista, reclama ante el dogmático Fidel la
posibilidad para el hombre de una conciencia de la libre desdicha gracias al futuro
advenimiento del comunismo. Termina torturado en la cárcel tras su detención
durante una manifestación suicida que le mandaron encabezar los dirigentes del
Partido. A imitación de Cristo, Gregorio acepta su destino y hasta la ausencia
de verdad. La novela le valió a Revueltas tal campaña de denigración por parte
de sus compañeros del PP y ex compañeros del PCM que optó por retractarse y
censurarse, obedeciendo a las “razones de partido”. En 1962, tras su segunda
expulsión del Partido Comunista, persevera en la crítica al publicar Ensayo sobre un proletariado sin cabeza,
que expone los errores históricos del PCM, declarando su irrealidad. Con la
publicación de Los errores en
1964 acaba la rehabilitación de Los
días terrenales. Novela negra y urbana, la de 1964 aúna una trama
política a una trama policial en el mundo del hampa según un sistema de vasos
comunicantes que hace repercutir las fallas de los delincuentes en los errores de
los militantes. El error y el horror supremos, sin embargo, proceden de la
autotraición de los ideales comunistas por las desviaciones estalinistas en los
partidos comunistas del mundo. Con este argumento truculento y filosófico la elección de Revueltas apunta a la recreación de la
historia comunista en la década de 1930 como tragedia y como farsa. Negra
novela de la alienación, que postula al hombre como ser erróneo, supuso no poco
valor de Revueltas para desentrañar las oscuras aporías morales de sus
camaradas, cuando no las suyas propias.
En 1969, la publicación de El apando, novela breve y magistral, relato rítmico de un solo aliento, fábula sobre la alienación humana a partir de las tristes hazañas de unos apandados en Lecumberri, cuyos guardianes resultan ser no menos presos, confirma que Revueltas, el habitué de las cárceles, el curtido escritor de la empresa realista, expresionista, filosófica, por fin se halla libre. Ya fuera de la cárcel ideológica, fallece pocos años después, en 1976, joven aún. Tan libremente desdichado como Gregorio.
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