Jornada Semanal
Jair Cortés
Fue Miguel N. Lira, poeta tlaxcalteca, quien publicó los primeros versos de Octavio Paz en 1933. Luna silvestre fue el título de esa plaquette
que inauguraba el oficio del futuro (y único hasta la fecha) Premio
Nobel de Literatura mexicano. Sin embargo, estos versos de juventud
fueron suprimidos por el mismo autor cuando reunió su obra poética en
el volumen Libertad bajo palabra (1935-1957). Respecto a lo
anterior, Paz afirmó que: “Los poemas son objetos verbales inacabados e
inacabables. No existe lo que se llama versión definitiva:
cada poema es el borrador de otro, que nunca escribiremos… pero hay
poetas precoces que pronto dicen lo que tienen que decir y hay poetas
tardíos. Yo fui tardío y nada de lo que escribí en mi juventud me
satisface; en 1933 publiqué una plaquette, y todo lo que hice
durante los diez años siguientes fueron borradores de borradores. Mi
primer libro, mi verdadero primer libro, apareció en 1949: Libertad bajo palabra.”
La obra de Octavio Paz es de una inmensidad
apabullante. Cualquier lector tiene ante sí una vasta y variada obra
que puede invitarlo a sumergirse en ella o bien, puede desconcertarlo,
hacerlo naufragar o extraviarse en sus profundas aguas. Cioran decía:
“Pobre de aquel escritor que no cultive su megalomanía, que la vea
menguar sin reaccionar, pronto se dará cuenta que uno no se vuelve normal
impunemente.” Esta idea ilustra las aspiraciones de Octavio Paz, un
megalómano cuya obra cumple y rebasa las expectativas de la tradición
literaria de nuestra lengua. A pesar de esta inmensidad, una gran
cantidad de lectores acude a los mismos textos: “Piedra de sol”, en el
caso de la poesía; o fragmentos de El laberinto de la soledad o La llama doble, cuando hablamos de ensayo. Por otra parte, muy pocos se aventuran a leer La hija de Rapaccini, la única obra de teatro que Octavio Paz escribió, o esa maravilla que cruza la frontera de los géneros titulada El mono gramático.
Lamentablemente, en estos festejos del centenario
del natalicio de Octavio Paz, la mayor parte del público mexicano no
lee al poeta, se limita a verlo y a escucharlo en los programas
televisivos, una dinámica que fomenta ausencia de lectores y, por lo
tanto, ausencia de crítica. A quienes estén interesados en abordar la
poesía de Paz recomiendo que comiencen por el principio: Libertad bajo palabra,
en donde el poeta afronta un amplio horizonte temático y explora las
posibilidades formales que van del haikú al poema de largo aliento (al
amparo del verso medido, el verso libre, la prosa poética y el cuento).
Libertad bajo palabra es el libro capital de Octavio Paz, es
la exposición de casi todas las preocupaciones que habrá de tratar en
sus siguientes libros: la poesía como actitud crítica y manifestación
lingüística del espíritu libertario, el amor y la memoria como elementos
para develar la verdadera esencia de la realidad.
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