sábado, 24 de agosto de 2013

AMIGO, TÚ TAMBIÉN SER POST-NACIONAL

24/Agosto/2013
Laberinto
Heriberto Yépez

En los 1980-90, los borderizos percatamos que la cultura nacional tronó. Luego tronaría en centro y sur. 

Pero aún muchos (críticos, creadores, ciudadanos) viven la ilusión de la “tradición nacional”.

Paz la mantuvo al ser parte de la ideología del PRI. Pero lo que hace veinte años Enrique Krauze dijo de Carlos Fuentes (ser Gringo Viejo y “guerrillero dandy”) hoy se aplica a él y su grupo. Lo krauzeano es transnacional.

Y en la contracultura, lo chido ya es cool. 

Desde hace décadas Mexican music is cover. También ocurre en cine y literatura.

El nuevo conflicto de identidad no es estar agringado sino to be or not to be re-mexicanizado.

Cuerpos y criterios de USA rigen culturas en territorio MEX. Lo mexicano ya es únicamente ideología: para paisanos, ilusión de vivir en el pasado y para socios y jefes del imperio, negocio.

El campo de batalla se extendió. La participación de la cultura en la resistencia (o TLC) es binacional. Lo sepan o no, los artífices mexicanos derivan de USA.

Lo post-paceano: entre Cormac McCarthy y “experimentalismo”. La Onda, el Crack y el Border Boom fueron los adelantos de este momento inevitable.

Las inercias de artes y literaturas “mexicanas” son tendencias post-Reagan.

Y no parece haber mayor descontento —o conciencia— de esta americanización acelerada de la cultura alta “nacional”. Toda la cultura alta asemeja ya a la del imperio.

Desde la ropa hasta las fantasías sexuales, la mexicanidad ya es 45% norteamericana.

Hace una década, Bukowski inspiraba a todo el norte literario. Tal influencia gringa era condenada. Hoy Goldsmith inspira a toda la nación letrada. La nueva literatura “nacional” se inspira en varias tendencias norteamericanas que tienen en común su conformidad con el capitalismo.

Una parte creciente de los intelectuales mexicanos se forma, re-forma o radica en Estados Unidos. La nueva crítica, academia, narrativa, poesía, artes —como en otros países latinoamericanos— se hace al norte y luego se envía al sur.

Lo inmediato podría ser: re-nacionalicemos, volvamos a creer en Barcelona o Ciudad de México. Pero allí también se piensa norteamericanamente (¿lo saben?).

Ser “híbridos” es la nueva sensación que domina a la generación intelectual y artística que está llegando al poder.

La literatura mexicana actual es una combinación de los viejos valores alfonsino-paceanos —característicos de la clase social que integra mayormente a estos grupos— y los nuevos tics globales.

Todavía la programación nacionalista opera en los cuerpos pero el espíritu general de artes y literaturas en México es la apropiación de estructuras estéticas globo–norteamericanas.

Quizá los sures puedan promover la ilusión de quedarse con la Esencia Nacional. Pero sólo será moral. Los paceanos ya son hipsters.
La re-forma energética de esta literatura (¡típica!) ya es mexico-americana.

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