Jornada Semanal
Antonio Valle
Sólo escuchar el nombre de Elsa  Cross me despertaba sensaciones extraordinarias. La poesía de la legendaria poeta zen –como algún crítico deslumbrado
 la describió en la década de los setentas–, me conducía por territorios
  ilimitados donde podía ver algunos de sus sueños más terribles y 
hermosos. Con  sus libros fui ensamblando un mapa que crecía  año tras 
año. Era una cartografía secreta que visitaba con la felicidad  de quien
 explora un libro de viajes. Desde entonces he leído con fervor su  
poesía oscura con resonancias románticas y medievales; he visto las 
misteriosas  estampas que traía de sus viajes por Mesoamérica y he 
escuchado sus cantos  poderosos para invocar al Ser. Cuando a fines del 
siglo pasado apareció su  breve antología: De  lejos viene, de lejos va llegando, me pregunté  quién sería el misterioso personaje que se insinuaba en esa colección. En El arco y la lira Octavio Paz asegura que la poesía  es un diálogo con la ausencia. Seguramente la invención de la que hablaba Paz venía cabalgando por el mismo sendero que anunciaba la  poeta. 
   
Poesía: arqueología de la vida
Poesía: arqueología de la vida
Recientemente, el Fondo de Cultura  Económica publicó el volumen de su Poesía completa.
 La edición consta de veintinueve libros escritos entre 1964 y  2012. Es
 importante mencionar que la doctora Cross es una autoridad en estudios 
 de religiones comparadas, su obra como traductora es substancial y sus 
ensayos  y poemas son considerados clásicos. No obstante su erudición, 
en realidad no es  difícil acercarse a sus intuiciones, sensaciones y 
pensamientos más profundos.  La manera más sencilla es hacer contacto 
visual y auditivo, y sin más, fluir  con el ritmo de sus versos. Si bien
 algunos de sus poemas aluden a hechos de  carácter histórico 
–naufragios, revueltas y combates– también suelen aparecer  santuarios y
 territorios fabulosos. Destiempo es un libro de estampas 
preciosas en el que Elsa incluyó el poema “Bajo un  sauce”: “y el sauce 
te canta y te enamora”; composición que ilumina un epígrafe  de Matsuo 
Basho, legendario maestro de haikú. Es curioso observar las  siguientes 
coincidencias: como el gran poeta japonés, Elsa Cross se gana la  vida 
dando clases. Como Elsa; Basho solía olvidarse de la academia y los  
intelectuales para ir al encuentro de la naturaleza; además, ambos 
poetas  solían, y suelen todavía, solfear apoyados en “oleadas de silencio”. De aquel lado, en Japón se  hacen recorridos por los senderos que hizo Basho en el siglo XVII; de este lado, en 2012 conocimos los relieves geográficos y  espirituales que Elsa recorrió en su libro Escalas,  donde se soltaron las amarras para: “Zarpar// en el sonido de la palabra  Taormina”. (“Taormina”). Las  edades perdidas
 es otra pieza que mezcla la  historia del arte con el oficio de juglar.
 El poema llega a donde las edades  perdidas “dejaron testimonio// entre
 el polvo que borró los caminos.” Junto a  otros libros de Elsa Cross, 
esta obra confirma uno de los hallazgos más felices  de Odysseas Elytis:
 “La poesía es la verdadera arqueología de la vida.” Poesía completa,
 de Elsa Cross, es un libro tan vasto y con destinos tan  diversos, que 
es imposible recorrerlo todo en el mismo viaje; por su  complejidad será
 objeto de innumerables estudios. Aquí menciono sólo algunas de  sus 
obras con los que reflexiono en torno a tres temas precisos.
La acústica: Dionisos-Orfeo 
En el  ensayo “Nietzsche y la academia” que Elsa escribió para el coloquio Cien años  sin Nietzsche, al analizar El origen de la tragedia
 –libro provocador del filósofo  alemán– la poeta explicaba cómo el 
éxtasis dionisíaco produce un corte con el  sentido de la realidad y con
 la percepción lineal del tiempo. Esa incisión  provocaría una 
“experiencia extática” que explicaría algunas situaciones  
extraordinarias, por ejemplo, la aparición de la música en la tragedia 
dionisíaca, o el estado de gracia desde el que parecen crear 
algunos  poetas iluminados y también oscuros. Octavio Paz pensaba que, 
en efecto, “magos y  poetas, a diferencia de filósofos, técnicos y 
sabios, extraen sus poderes de sí  mismos”. El poeta y el místico 
dionisíaco, una vez que alcanzan estar afuera  de sí, buscan un
  tiempo y un espacio intensamente personal que propicie un nuevo 
comienzo –un  trance– de música –poesía. Elsa Cross lo define de esta 
manera: “La experiencia  del éxtasis dionisíaco […] abre la percepción 
hacia lo discontinuo, lo  simultáneo, lo recurrente, y también hacia ese
 absoluto, sea totalidad o sea  vacío, que lo fusiona todo en ese retorno a lo Uno primordial.”
Naxos 
Diez  años antes de que en 1964 apareciera Naxos,
 el primer libro de poemas de Elsa Cross, Octavio Paz precisaba  que el 
poema “no es sino ritmo, marea que va y viene.” En este sentido Naxos forma  parte de un sistema de mareas con los que Elsa ha producido miríadas de cantos  profanos y sagrados. En Naxos Elsa sella, como si dibujara un mudra,
 la alianza espiritual que la llevará a  cumplir con una vida ofrecida a
 la poesía. Es interesante recordar que Teseo,  rey mítico de Atenas, 
una vez que acaba con el Minotauro, abandona Naxos para 
consumar una tarea de carácter  civil; a diferencia de Ariadna, quien 
luego de allanar el paso del héroe por el laberinto, cumple con su 
destino sagrado. Naxos es una balada analógica a la elaboración del duelo de Ariadna y su consiguiente  comunión con Dionisos. Veinte años más tarde Elsa escribe Bacantes,
  poema cuyo tema es el carnaval donde algunos personajes experimentan 
fenómenos  paranormales en busca de éxtasis y trascendencia. Sensual y 
divertido, Bacantes nos ofrece algunas claves que nos permiten descubrir su génesis mexicano. 
Poemas y cantos de raíz órfica
Mediante un acto de confesión  abismal, en “La dama 
de la torre”, la protagonista hace un ajuste de cuentas  radical con el 
pasado para allanar su porvenir. “Nigredo”, por ejemplo, es un  poema 
escrito en un tono casi fantástico donde la poeta recibirá algunos  
símbolos que le permitirán emplear su gracia como visionaria: “Hoy se me
 dan  los aros del saltimbanqui// la daga del  asesino y los libros 
sagrados del profeta.” “Amor el más oscuro”, es un  poema transgresor y 
romántico de largo aliento. Poesía que se abre paso entre anatemas e 
imágenes insólitas: “Maldigo desde  ahora// tu cuerpo cerrándome el 
abismo.” La poeta busca que el verso sacie su sed de infinito y la religue
 nuevamente con la vida. “La dama de la torre” y “Amor el más oscuro”, 
son dos  poemas letales, cuyos versos se deslizan entre ruinas afectivas
 y  existenciales. Ambos poemas ahondan en el tema de la elaboración del
 duelo en Naxos.  Estos cantos forman parte de los más altos registros del dolor femenino en la poesía  mexicana.
El ser y el corazón de India
Pasaje de fuego es un libro de transición y
 encuentro con la  divinidad en una de sus vertientes abismales. Proceso
 místico de purificación  donde se perciben y aceptan las decisiones 
irracionales de los dioses. Poema  que esta vez religa a la poeta con el absoluto:
 “Oh vórtice ciego de la noche// perpetuando el lentísimo asombro del  
ser// ante su nacimiento…” El siguiente verso  expresa el poder ígneo 
que ha alcanzado la poeta: “…sílaba ardiente// semilla  // diamante // 
grieta de luz // Corona tocada por el rayo.” Pasaje de fuego es
 un libro de culto a la poesía  misma que hará posible la creación de 
otros libros donde Elsa Cross se  instalará amorosamente en el corazón 
de India: Baniano, libro escrito bajo el influjo de  maestros espirituales del linaje Siddha Yoga; Canto malabar,
 colección de asombros que parecen cantados por una médium: “Y en lo  
oculto de lo oculto// en el fondo más secreto// veo sin parpadear la 
cifra que  se aclara.// Mi ser se pierde en ti// y en la raíz de tu 
nombre se libera.” Visiones del niño Ram, pequeño libro 
elaborado con estampas  imaginarias y milagrosas que el santo Bhagaván 
Nityananda vivió en su  infancia: “Duermes// y en tus labios cerrados// 
se juntan los dos mundos”; Singladuras (Poemas desde la India),
 libro que, entre la intuición y los  sentidos, desdobla la idea misma 
de la existencia: “adivinamos otras vidas latiendo en las de ahora”. 
El ser y el canto
Recientemente,  Elsa comentó que su poesía, “más que
 un decir, con frecuencia ha sido un  escuchar”. Ante tan extraña 
declaración, sobre todo viniendo de una poeta, es  importante hacer las 
siguientes reflexiones. Todos sabemos que no puede cantar  quien no 
tiene un buen oído. Para oír se precisa guardar silencio. La sordera  
produce ruido, es reflejo de la farfulla interior; a diferencia
 del silencio, que es  consustancial al canto y a la música, fuentes 
prístinas donde la voz se funde  en el poema. Elsa Cross también ha 
dicho: “Mi poesía se inscribe en una larga  tradición de poetas ligados 
al ser y al canto.” En efecto, algunos poemas de  Elsa parecen recuperar
 ecos y resonancias muy antiguas. Tal vez algo parecido  experimentaron 
los antiguos fervorosos del dios trémulo en el Eleusis. En el extremo opuesto,  digamos de retorno hacia el este del paraíso, la poeta fluye en la misma sustancia
 donde alguna vez cantaron Krishna y  Arjuna, Buda y los monjes del 
Tíbet, Rilke y Novalis, Heidegger, Basho y  Nietzsche, por supuesto. 
Según se vea, o se escuche, las múltiples  interpretaciones que propicia
 el ser y el canto, el vacío y el silencio, no  pueden ser propiedad de 
nadie, son, eso sí, de quien sabe escuchar para  afinarse.
Jaguar: la matrika  shakti, cantos  y flores
Mesoamérica es otra de las grandes  pasiones de Elsa
 Cross. Tanto su geografía como  diversos aspectos mitológicos y 
estéticos han inspirado ese gran libro, work in progress, llamado Jaguar (1985-1994-¿?), que como un animal vivo sigue creciendo sensual y  poderoso: “Eres sol en lo oscuro.// Eres guerrero.” La matrika shakti
 es un término sánscrito que designa al proceso de la génesis y  
evolución del lenguaje. Gracias a su poder musical, las palabras fluyen 
entre  diques que contienen y regulan el paso de la energía que se 
transformará en  fonema, ideograma, lenguaje pensado o escrito  y en 
verso cantado. Este proceso recuerda al concepto náhuatl, in cuícatl in xóchitl
 –cantos y flores–, binomio  inseparable que designa a la poesía, donde 
la belleza de las flores,  seres de diversidad y gracia infinita, 
representan el aspecto visual de la poesía.  Gracias al poder de la matrika  shakti
 –de los cantos y flores– se establece el  diálogo con la ausencia que 
mencionaba Octavio Paz. “Soy la oscuridad donde  apareces.” dice Elsa en
 Jaguar, metáfora donde la poeta es la sustancia misma para la 
revelación  de algo tan íntimo y sensual como el ritmo del animal 
sagrado. El verso: “De  lejos viene,// de lejos va llegando”, en 
realidad es otra metáfora de algo tan  portentoso y cercano como nuestro
 propio aliento. 
Crisis de lo espiritual en el mundo y poesía
No se requiere una formación  extraordinaria para 
reconocer los ardides de  la mercadotecnia política, cultural y 
religiosa. Durante los últimos  cien años presenciamos el ocaso de 
valores humanos entrañables. Mientras se  extinguían diversas culturas y
 especies con  las que compartíamos el planeta, el resto permaneció 
inconsciente  disipando. Al mismo tiempo que arrasaban bosques enteros 
para imprimir  toneladas de prosa innecesaria, un hedonismo nihilista y 
decadente se  introducía en regiones que no habían sido tan infelices. 
Ya desde el siglo XIX  Rimbaud nos había 
alertado: “Esclavos, no maldigáis la vida, la verdadera vida  está en 
otra parte.” La poesía de Elsa Cross, “savia azulada”; puede ser uno de 
 los hilos que iluminen nuestro paso por el dédalo en llamas.  
Si acaso alguien llegara a la arena central del laberinto y fuera capaz 
de ver  de frente a su propio Minotauro, quizás tendría la verdadera 
vida que Ariadna  –y el médium de Ardennes– soñaron para nosotros, ¿los cautivos?
Sol nocturno de la poesía 
Como en el arte de contemplar que se practicaba en Mesoamérica, una madrugada me encontraba cerca y junto a una de sus visiones: “Desaparece el pozo,//  desapareces tú, desaparezco yo. Sólo queda la noche// en pleno día.” (Visiones del niño Ram) Cuando el sol nocturno iluminó la encrucijada, abrí de  nuevo el libro de libros al azar (Poesía completa). Entonces escuché los mantras de mi  maestra más  querida: “... silenciosos como crecidas  súbitas.// Niño jaguar, // en tus ojos se entrecierra la noche” (Jaguar.)   
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