sábado, 22 de diciembre de 2012

NATIVOS CUESTIONAN ACADEMICOS

22/Diciembre/2012
Laberinto
Heriberto Yépez

Los académicos para conseguir un trabajo, como en cualquier otra profesión, deben ofrecer algo nuevo. Eso es positivo. Excepto cuando la relación con algo “nuevo” tiene el único fin de conseguir un puesto o visibilidad.

Hace dos décadas nuevos académicos se colgaron de la aparición de más de una literatura del norte. Nos entrevistaban o te pedían tus libros porque les resultaban inconseguibles. Generalmente, nunca más sabías de ellos.

Al norte nunca se le había dado importancia literaria. Escribir de ese norte en un momento en que no paraba de publicar libros interesantes, se hizo lo que ellos mismos llaman una “industria”. Convenía ponenciar sobre esos salvajes.

Los 90’s y 2000’s, docenas de congresos, artículos MLA en Indiana Jones-Journals y, claro, las Memorias (ed.)

Los escritores del norte pocas veces recibían siquiera un ejemplar o aviso. Las comunidades, mucho menos.

En el 99% de los casos, no éramos sino objeto de estudio, tema nuevo para acrecentar su currículum. Al norte, en nada le beneficiaba ese “descubrimiento”.

A partir, más o menos, del 2004 se dio un giro. Ahora los nuevos académicos necesitaban ofrecer algo distinto, y como ya se había ofrecido que la literatura del norte de México estaba en apogeo y era interesante, los nuevos académicos necesitaban decir lo contrario.

Rastrearon libros, maquillaron sus intervenciones con un teórico norteamericano o europeo que explica lo que hace el nativo, saquearon ideas del norte, titularon su statement cool y, de nuevo, nos enteramos cuando la tendencia se hizo apabullante.

En la última década, la nueva ley dicta que hay que atacar la literatura del norte para tener invitaciones, puestos y notoriedad.

Hoy se nos acusa de todo. Desde ser parte del crimen organizado hasta tener lectores que pagan por nuestros libros.

Estimados académicos y académicas a las que les quede el saco, por favor, dejen de usarnos.

Nuestro ego no los necesita ni nuestra cultura se beneficia en nada.

Llevan ya muchos años colgándose del trabajo literario del norte.

Si ustedes creen que el nativo norteño es tan torpe que los necesita para definirse, “validarse” o “progresar”, o que no se entera o no dirá nada, s*u*e*ñ*a*n.

Yo no soy amable. Pero casi todos mis colegas sí, y ustedes se han aprovechado de su amabilidad.

Antes éramos los “chichimecas”, los “provincianos”, los “bárbaros”, los exotic-posmos; hoy somos los “narcoliteratos”. Y a estos chichimecas, provincianos, bárbaros, exotic-posmos y narcoliteratos no nos gusta que se metan con lo que más amamos: el norte, la tierra en que nacimos y donde vamos a morir peleando.

Y sí, somos lo “regresivo”, lo “mal hecho”, lo “violento”, lo “efímero”, lo que necesita dejar de ser así. Somos la basura costumbrista, la pior de las carnes asadas.

Somos todos tus prejuicios, bibliografía incluida.

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