Laberinto
Las acusaciones contra los artistas contemporáneos —¡charlatanes, farsantes!— se asemejan a la retórica medieval contra los herejes.
Los artistas contemporáneos despiertan el enojo e intolerancia de una sociedad filistea y encabronada incluso contra heterodoxias simbólicas.
Se critica hacer piezas crípticas, “elitistas”. Pero Pound o Heidegger ¿también son criticables por indigeribles?
O se dice que sus piezas son fáciles de hacer. Supongamos que hacer arte contemporáneo es fácil. Entonces, ¿por qué es minoritario?
Dirán: porque son una mafia sin Talento Real y llegan a galerías y museos mediante amistades: es un Gran Engaño.
O se le acusa de vivir de fundaciones y programas públicos, entonces, ¿hay que pedir a los empresarios y gobierno que cancelen apoyos al Mal Arte? ¿Hay que quitarle la capacidad de decidir sobre el arte a los artistas y curadores? ¿Que Pro-Arte Verdadero decida?
Las reprobaciones del arte contemporáneo son moralistas.
Se le acusa de no trabajar —argumento protestante—; no ser accesible —argumento populista— o, al contrario, ¡se le acusa de ser obras de mensaje simple!
Se ve mal que artistas hagan fama y dinero sin ser pintores.
Si el arte contemporáneo no vale nada, ¿no habrá algún mérito en hacer fortuna de la basura?
Otro ataque es que el arte contemporáneo ya no escandaliza. Pero cada vez son más frecuentes en México y USA los escándalos contra el arte contemporáneo.
Otra paradoja es que quienes critican al anti-arte, sin darse cuenta, son anti-anti-arte.
El anti-arte contemporáneo es conservadurismo. Desea un mundo del arte (aún) más reaccionario, “trabajador”, Bello, sublime (religioso), moralmente intachable, menos politizado y donde los artistas sean decentes (sin mercado).
Defender al arte contemporáneo es impopular. Pero si una sociedad fuese capaz de entender arte contemporáneo —discutirlo, hacerlo, venderlo, renovarlo— sería un gran logro educativo. Sería un pueblo, al menos, teorético o astuto.
México sobrevive únicamente por técnicas similares a las del arte contemporáneo: reciclaje, ocurrencia, autopromoción, intervención, improvisación, redes para salir adelante y performance. ¿Entonces por qué muchas personas lo critican como si fuera una traición a la patria?
El anti-arte contemporáneo defiende la pintura. Pero la pintura abrió las puertas del arte contemporáneo.
El anti-arte contemporáneo no quiere superar su espíritu de intolerancia.
El arte contemporáneo es la primera forma de arte que se permite fallar, fracasar. No cumplir-expectativas es lo que menos toleran sus detractores, que exigen infalibilidad(divinidad, Eternidad) a la obra de arte.
Hay quienes sin saberlo retoman alegatos de la Iglesia, el moralismo retro-muralista, Hitler y Reagan, declarados enemigos del arte contemporáneo.
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