Jornada Semanal
Xabier F. Coronado
Mi cultura, forjada a tientas y aun a contracorriente, guardaría mucho tiempo
la marca de los prejuicios, lagunas e insuficiencias de una España asolada y
yerma, sometida a la censura y rigores de un régimen sofocante.
Juan Goytisolo
la marca de los prejuicios, lagunas e insuficiencias de una España asolada y
yerma, sometida a la censura y rigores de un régimen sofocante.
Juan Goytisolo
En la historia de la
literatura es común encontrar escritores que han desarrollado su obra
fuera del país de origen. Las causas del alejamiento suelen ser
ideológicas. La mayoría de esos autores se ven obligados a dejar su
tierra ante la certeza de perder la libertad, incluso la vida. Es lo
que conocemos como exilio político. En el país donde se refugia, el
escritor tiene sensación de desgarro, sentimiento de pérdida, añoranza,
“de todo me arrancaron. Me dejan el destierro.” (Luis Cernuda).
Otras veces la expatriación no es tan traumática;
el escritor toma la decisión de manera voluntaria, se autoexilia. Esa
coyuntura hace que no sea tan fuerte la sensación de añoranza, incluso
hay atracción hacia la cultura que le acoge, muchas veces elegida, no
impuesta por las circunstancias.
En ambos casos el escritor, a pesar de su
infortunio, tiene la oportunidad de conocer otras costumbres, de
desarrollar su trabajo en el marco de otras lenguas, de ver su propio
bagaje a la luz de otra cultura. En definitiva, cuenta con más
posibilidades de ampliar su conocimiento del mundo y de sí mismo, que
los autores que no salen de su lugar de origen.
Juan Goytisolo es uno de esos escritores que opta
por el exilio voluntario; con el tiempo supera el sentimiento de estar
alejado de lo que consideraba propio y nunca regresa a vivir a su país;
“Para mí el exilio, a partir de un determinado momento, no ha sido un
lamento sino que ha sido una fuerza vital cuyo impulso se ha prolongado
después de que desapareció la razón que lo provocó. Yo podría haber
regresado a España después de la muerte de Franco [...] esta muerte
llegó para mí demasiado tarde [...], me encontraba en una situación
donde ya era más familiar para mí vivir en París o enseñar en Estados
Unidos o vivir en Tánger.”
Con el paso de los años, Goytisolo se convierte en
un escritor nómada que trasciende su condición de expatriado y
aprovecha la oportunidad de conocer otras culturas. Pero sobre todo,
tiene la capacidad de procesar la visión de su propia herencia cultural
desde afuera, liberada de apegos y orgullos nacionales: “El exiliado
puede ver su lengua a la luz de otras lenguas, puede advertir enseguida
que la escala de valores consensuada por la tribu es falsa. Me
explico: cuando uno vive sumergido en un determinado medio no tiene
puntos de comparación con respecto a otros idiomas y a otras culturas.”
(Juan Goytisolo, Semana de Autor, ECH, 1991)
Estas circunstancias personales se reflejan en la
obra de Juan Goytisolo y la convierten en una de las más interesantes e
innovadoras de la historia reciente de la literatura española.
Vida y evolución narrativa
Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en
Norteamérica, nesraní en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en
volverme, a consecuencia de mi nomadeo y viajes, en ese raro especimen
de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías.
Juan Goytisolo
Norteamérica, nesraní en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en
volverme, a consecuencia de mi nomadeo y viajes, en ese raro especimen
de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías.
Juan Goytisolo
Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) nace en el seno de
una familia de la burguesía catalana. La Guerra civil marcará de forma
definitiva su infancia, al morir su madre en un bombardeo de la
aviación franquista. Siente afición por la lectura desde niño y comienza
a escribir en la adolescencia. Empieza a estudiar Derecho y Filosofía y
Letras pero pronto abandona la universidad. Su primera novela, Juego de manos
(1954), queda finalista del Premio Planeta y es publicada con algunos
cortes realizados por la censura. En los tres años siguientes escribe Duelo en el paraíso; El circo; Fiestas, y La resaca,
novelas que forman la primera etapa de su obra narrativa. El propio
autor piensa que en ellas hay “un predominio excesivo de las
influencias librescas sobre las literarias”.
En 1955 viaja a París y conoce a Monique Lange, que
trabaja en la editorial Gallimard. Ella lo pone en contacto con el
grupo de escritores que son vanguardia en la literatura francesa:
Marguerite Duras, Sartre, Simone de Beauvoir, Camus, etcétera. Entabla
una amistad con Jean Genet que durará dos décadas e influenciará su
obra posterior; “de su mano aprendí esa fecundidad desligada de
nociones de patria, credo, Estado, doctrina o respetabilidad” (En los reinos de taifa). Goytisolo se autoexilia en París, vive con Monique y trabaja como asesor literario para Gallimard.
En esos años se compromete con la lucha
antifranquista y se integra al Partido Comunista. Se convierte en motor
de la resistencia cultural al régimen y organiza actos que buscan la
solidaridad internacional. Regresa varias veces a España sin ser
detenido y recorre zonas deprimidas del sur de la península. Esos
viajes son el tema de sus libros Campos de Níjar (1960) y La Chanca (1962).
En esa época también publica un libro de ensayos, Problemas de la novela, que recopila artículos aparecidos en la revista Destino, que intentaban sentar las bases de una literatura con inquietudes sociales; dos libros de relatos, Para vivir aquí y Fin de fiesta; y la novela La isla.
Con apenas treinta y un años, Goytisolo ya ha publicado una docena de
libros. A partir de 1963, su obra será prohibida en España.
Juan Goytisolo se entusiasma con el movimiento
revolucionario cubano y viaja a la isla en varias ocasiones. Sobre esas
experiencias escribe Pueblo en marcha (1963). Con los años,
se va distanciando de la Revolución cubana y también se aleja del
exilio político español, cansado de sus luchas internas.
En 1964 sufre una intensa crisis existencial
causada por sus decepciones políticas, su estancamiento literario y la
tensión que le producen sus pulsiones homosexuales, una faceta
reprimida de su personalidad que desde entonces decide asumir. Confiesa
sus inclinaciones sexuales a Monique, deja su trabajo en Gallimard y
se trasladan a Saint-Tropez, donde replantean su relación. Goytisolo
comienza un proceso de recapitulación de su vida anterior que produce
un cambio de rumbo radical en su literatura. Desde entonces, al margen
de movimientos políticos y literarios, se centra en la búsqueda de una
identidad propia y se libera de sus fantasmas personales a través de la
escritura.
A partir de 1966 crece su interés por la cultura
árabe, una pasión que ya no le abandonará; viaja por Marruecos, el
Sahara y Oriente Medio (Turquía, Siria, Líbano, Jordania y Egipto). En
esos años produce la parte más interesante de su obra. Tres libros
marcarán su evolución narrativa: Señas de identidad (1966), Reivindicación del conde don Julián (1970) y Juan sin tierra
(1975). Este “tríptico del mal”, punto de inflexión en la literatura
española contemporánea, supone la reorientación definitiva de la obra
de Goytisolo que, a partir de entonces, irá a contracorriente de las
tendencias literarias en boga.
En esta trilogía, el autor lleva a cabo una precisa labor desmitificadora de la historia y la cultura españolas. Señas de identidad arremete contra la familia y la educación religiosas; en Don Julián, Goytisolo elige Tánger como base desde donde consumar su rebelión contra la patria; y en Juan sin Tierra escribe prescindiendo totalmente del esquema narrativo de la novela tradicional, un paradigma que ya no volvería a respetar.
Coto vedado (1985) y En los reinos de taifa
(1986) son libros donde Goytisolo recapitula su vida y se libera de
manera definitiva del pasado. Rememora su infancia y juventud en España,
la etapa parisina, las relaciones con escritores y amigos, los
desencuentros políticos, su crisis existencial y el viaje con Monique a
la Unión Soviética en 1965, que marca el final de una época.
Permanecerán juntos hasta 1996, cuando muere su compañera; ese año
Goytisolo se traslada a Marrakech, donde vive actualmente.
Entre otras novelas del autor, todas ellas
auténticos experimentos narrativos donde el humor empieza a ocupar un
lugar importante en el desarrollo del texto, se pueden citar: Makbara (1980), Paisaje después de la batalla (1986) Las virtudes del pájaro solitario (1988), La cuarentena (1991), La saga de los Marx (1993), Carajicomedia (2000) y Telón de boca, (2003), que según el propio autor será su última novela: “he perpetrado demasiados libros”.
Goytisolo se considera heredero de la tradición
literaria en lengua castellana –“mi nacionalidad es cervantina”–,
seguidor del Arcipreste de Hita, estudioso de la novela picaresca,
admirador de Góngora, de San Juan de la Cruz, de Larra, de Clarín,
“reencarnación” de Blanco White, discípulo de Américo Castro, y adepto a
Luis Cernuda. Su obra, con más de cincuenta libros publicados, supone
un aporte imprescindible para la literatura contemporánea.
Relación con México
México y Marruecos son los dos países en donde me siento más a mis anchas.
Juan Goytisolo
Juan Goytisolo
Juan Goytisolo mantiene una estrecha relación con
México. En los años sesenta, cuando no puede publicar en España,
Joaquín Díez Canedo, en una muestra más de su encomiable labor por la
literatura, le abre las puertas de la editorial Joaquín Mortiz, donde se
va a publicar la primera edición de dos libros esenciales de su obra, Señas de identidad y Reivindicación del conde don Julián, así como una interesante recopilación de estudios sobre el autor: Juan Goytisolo: la destrucción creadora (Joaquín Mortiz, 1976). “Editorialmente fui mexicano en la época de Franco. Señas de identidad y Don Julián
se publicaron por primera vez en México, país que no sólo ayudó a los
republicanos, sino a los españoles que no podíamos publicar en España.
Esto es una deuda que nunca olvidaré.” (La Jornada, 2006).
Sus viajes a México le mantienen al tanto de la realidad del país. Goytisolo publica ensayos en revistas mexicanas como Letras Libres,
el primero en 1979, “Cuba, veinte años de revolución”, y el último en
mayo del pasado año, dedicado a la memoria de Octavio Paz, donde
resalta que les unía “su apertura intelectual a otros espacios
culturales”.
Goytisolo ve multitud de similitudes de carácter
político, social y cultural entre México y Marruecos. “Son dos países
de frontera. Ustedes tienen el sueño americano, en Marruecos el de la
Unión Europea. Sus Tijuana y Ciudad Juárez son acá Ceuta y Melilla. El
río Grande, el estrecho de Gibraltar. En el norte de México se agolpan
los candidatos de todo Centroamérica a dar el salto al paraíso soñado;
aquí, los del África subsahariana. A sus wet backs se les
llama acá jarragas. El primer país receptor de remesas de sus
emigrantes es México; el tercero, Marruecos. La diversidad étnica,
lingüística y cultural son las mismas. Sus tradiciones religiosas y
artesanales tienen un extraordinario parecido. La incompetencia y
corrupción administrativas son idénticas. Lo que ustedes llaman
mordida, aquí le dicen bakchich o rechuá.” (“México DF en vivo”, El País, 14/XII/08)
Ensayo y actualidad
Para mí este es el gran poder de la literatura: deshacer certezas e introducir al
lector en el fértil territorio de las cuestiones que buscan respuestas.
Juan Goytisolo
lector en el fértil territorio de las cuestiones que buscan respuestas.
Juan Goytisolo
En la obra de Juan Goytisolo el ensayo ocupa un
lugar importante; son numerosos los textos donde el autor desarrolla
ideas sobre temas literarios, culturales y políticos. Ejerce de
pensador independiente, dispuesto a analizar, exponer y debatir. Desde
1977 hasta la actualidad, mantiene abierto un espacio de comunicación
con los lectores en el diario El País, al margen de la línea
editorial del periódico. Sus análisis sobre conflictos internacionales,
relacionados con el mundo árabe, tienen un enfoque diferente al de la
mayoría de los analistas.
Goytisolo se convierte en corresponsal de guerra
durante los conflictos bosnio y checheno, condenando la hipocresía de
los gobiernos occidentales que por defender sus intereses trasgreden el
derecho internacional y no atienden cuestiones humanitarias. Ha
publicado decenas de libros y centenares de artículos sobre cuestiones
históricas y de actualidad. Su visión es lúcida, diferente, porque a lo
largo de su vida aprendió a dudar del discurso oficial, que casi
siempre está manipulado para disfrazar la verdad.
Goytisolo nada a contracorriente en el cauce de las
ideas globales y totalizadoras. Se solidariza con los grupos
marginados y excluidos, les da voz a través de la literatura. Apuesta
por la riqueza de la diversidad frente a la uniformidad depredadora de
identidades. Juan Goytisolo encarna el compromiso que el escritor debe
asumir ante la historia, implicarse en la transformación de la realidad
desatinada en vez de colaborar para perpetuarla.
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