Laberinto
Catalina Miranda
Escritor, crítico, periodista,
editor, bibliófilo, filántropo y pornontólogo (o pornógrafo),
Huberto Batis es, por antonomasia, El Maestro que durante 55 años
ha dado clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde heredó
las cátedras de Agustín Yánez, María del Carmen Millán y José Luis Martínez.
Además de formar a infinidad de
estudiantes en las aulas universitarias —varios de ellos convertidos en
destacados escritores, representantes de la literatura mexicana contemporánea—,
Batis ha impartido cátedra en las redacciones de las publicaciones en las que,
de una u otra manera, ha participado (ver recuadro).
De esas enseñanzas, entre las prisas de las redacciones,
han dado testimonio poetas, narradores, ensayistas, críticos de literatura, de
cine, de fotografía, de artes plásticas, de música y de teatro, quienes
quedaban boquiabiertos ante la habilidad y precisión con la que Huberto Batis
ponía o quitaba comas, agregaba palabras para completar las ideas —incluso en
varios párrafos al mismo tiempo—, cambiaba acentos o daba vueltas a las
oraciones para favorecer la fluidez en la lectura sin modificar el sentido y
respetando al autor.
Pero el maestro no solo ha enseñado lo relacionado con la
ortografía y la sintaxis y con la historia de la literatura universal, sino que
también, con su ejemplo, ha dado cátedra de libertad de expresión, de amor al
oficio, de constancia, de pasión por la literatura y defensa del verdadero
arte, de apoyo a la creatividad y a la imaginación, de objetividad, de generosidad,
de preocupación por el otro, de pluralidad y defensa de la diversidad
literaria.
Todo ello es palpable desde Cuadernos
del viento hasta el suplemento cultural sábado de unomásuno,
en el que dio a conocer a infinidad de escritores, maduros y en ciernes, que
ninguna otra publicación hubiera incluido, y no por falta de calidad sino por
el elitismo que ha predominado en el ámbito cultural mexicano, y que Huberto
Batis ha luchado por erradicar, por lo que ha recibido fuertes críticas. No
obstante, ha sido fiel a la idea de que “hay que oír y tolerar las ideas
ajenas”.
Sobre todo esto, entrevisté al
maestro entre 1999 y 2000 en la redacción del unomásuno y en la
Facultad de Filosofía y Letras. Con ese material, que por su extensión alcanzó
las características de una memoria, publiqué en 2005 Huberto Batis, 25
años en el suplemento sábado de unomásuno (1977–2002),
con 446 páginas ilustradas con fotografías de los archivos de unomásuno
y del archivo personal de Batis, y con dibujos y fotografías de colaboradores
del suplemento. Ese fue el primer libro de la Editorial Ariadna, en la colección
Laberinto de Papel, título de la sección de contenido bibliográfico que Batis mantuvo
durante 25 años en sábado, y en la que registraba las novedades
que enviaban las editoriales a la redacción o que él mismo conseguía de
diversas maneras.
En la misma colección, en 2006, aparecieron
cuatro libros de Batis: La flecha en el arco, La flecha en
el aire, La flecha en el blanco y La flecha
extraviada, que conformó con recensiones publicadas en sábado,
Punto y aparte y Revista de la UNAM. Son glosas,
textos comentados, crítica literaria, una deleitosa selección bibliográfica de
sus autores preferidos, muchos de ellos convertidos en símbolos, en mitos de
consulta obligada: Homero, Goethe, Jack London, Clarín, Claudel,
Huxley, Graham Green, Dylan Thomas, Saroyan, García Lorca, Borges, Cortázar,
Anaïs Nin, Tolkien, Balzac, Maupassant, Arthur Miller, Virginia Woolf, Hermann
Hess, Charles Dickens, James Joyce... En La flecha extraviada se
incluyen reseñas de la obra de autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Inés
Arredondo, Juan García Ponce, Juan Vicente Melo; los tres últimos, amigos de
Batis desde su juventud y con los que compartió espacio en Casa del Lago y en publicaciones
de la década de 1960.
En Editorial Ariadna apareció también
la edición facsimilar del Estudio preliminar a los Índices de El
Renacimiento. Semanario literario mexicano (1869), que publicó en
1963 (por el cual se ha identificado a Batis como altamiranista)
y que fue la tesis que presentó en la UNAM para recibir el grado de maestro.
Sus sinodales fueron Agustín Yáñez, María del Carmen Millán, Sergio Fernández,
Ernesto Mejía Sánchez y Rubén Bonifaz Nuño, que era el más joven y quien le
pidió a Huberto que ensayaran el examen profesional y establecieran las
preguntas que le haría. Batis aceptó, ya que los dos eran muy tímidos, según
cuenta de manera muy amena en Huberto Batis, 25 años en el suplemento
sábado.
A
finales de 2006, en la misma editorial, apareció el primer tomo de Memorias
del sábado perdido, suplemento de unomásuno (1977–2002)
—que se presentó en el Salón de Actos de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM, el 2 de marzo de 2007—. En este volumen, Batis
aborda bastantes cabos respecto al contenido y elaboración del suplemento desde
que fue iniciado por Fernando Benítez. Recuerda, por ejemplo, que debido a que
en unomásuno no había archivos, tenían que recortar de donde podían
las fotografías que necesitaban para ilustrar sábado. Motivo por
el cual, y por otros más, Octavio Paz los llamó “editores piratas”. Además de
“pirata”, Batis también llegó a recibir el epíteto de “narcoperiodista”, y tuvo
que comparecer en Gobernación ante Jorge Carpizo.
En las Memorias… se incluye
“La suástica. Rubén Salazar Mallén dialoga con
Fernando Benítez en sábado; “ ‘Caminemos’, dice Juan
García Ponce. Cuarenta años de Huberto Batis como maestro, escritor y editor”;
“De Tepoztlán a Veracruz, pasando por Radio Universidad. Viajes de iniciación
con Juan Carvajal y Emmanuel Carballo”; “Mis hospitales: desde amígdalas,
apéndice, cataratas, vesícula, hasta hipertensión y leptospirosis”; “Héctor de
la Garza, Eko. Así lo llamaban Stasia, Danuta y Canuta”; “Las
‘Bitácoras’ del amigo Arturo Azuela. En el Fondo de Cultura, en
Filosofía y Letras y en el sábado de unomásuno”; “La
vida vertiginosa de Roberto Vallarino. El periodista cultural estrella del unomásuno
y el escritor más provocador del sábado”, y mucho más.
Huberto
Batis, entre libros es otro de los títulos de la Editorial Ariadna. En la primera parte del
volumen se incluyó un ensayo que envié a sábado, en 1999, cuando al
maestro le otorgaron el Premio Jalisco. En la segunda, se inició el juego consistente
en que el autor invitado colocara en El Librero de Ariadna todas sus obras
publicadas, sacarle la foto realizando esa acción y consignar los volúmenes
integrados al librero, con su portada y contraportada y con la bibliografía.
Hablar
o escribir sobre Huberto Batis es excavar en una veta prolífica y generosa; es
sumergirse en el cofre rebosante de un valiente “pirata”, lo cual me recuerda
las cajas que tenía Huberto en su oficina de unomásuno, siempre
repletas, desparramadas de textos para publicar. Por eso solía decir que el
suplemento era un “semillero”. Pero no solo era eso, era también un vasto
granero, un sembradío que supo cultivar con paciencia y fidelidad ascéticas. No
en balde se ha propalado, como un secreto a voces, que Huberto Batis es el
Patrono de la literatura y la cultura mexicanas.
RECUADRO
Las revista y los suplementos culturales en los que Huberto Batis ha participado como director, jefe de redacción o colaborador, son los siguientes: Cuadernos del viento (que inició con Carlos Valdés en 1960); La capital (con Raymundo Ramos y Beatriz Espejo); La palabra y el hombre (dirigida por Sergio Galindo, en Xalapa); México en la cultura de Novedades (con Fernando Benítez); Metáfora (de Jesús Arellano); Banxico (del Banco de México); la Revista de Bellas Artes (con la que lo “engolosinaron durante seis años Agustín Yáñez y José Luis Martínez”); La cultura en México, de Siempre! (con Fernando Benítez); El semanario cultural de Novedades (con José de la Colina); Revista mexicana de literatura (con Tomás Segovia y Juan García Ponce); la Revista de la UNAM (con Jaime García Terrés); el suplemento cultural de El Heraldo de México (dirigido por Luis Spota); el suplemento cultural de El Nacional (de Juan Rejano); Punto cero (en la Universidad Iberoamericana); el Boletín de la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM; sábado, de unomásuno, dirigido por Fernando Benítez entre 1977 y 1984, y por Huberto Batis entre 1984 y 2000, aunque, en realidad, Batis lo dirigió desde mucho antes, ya que Fernando Benítez le encargaba el suplemento cuando se ausentaba para realizar sus investigaciones sobre los indígenas de México, razón por la cual acostumbraba decir que para hacer un suplemento cultural lo único que se necesitaba era “un Batis”; es decir, un intelectual y magnífico escritor que consiguiera las colaboraciones y que realizara, con vocación y pulcritud, la corrección de los originales, de las galeras y de las pruebas finas.
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