Jornada Semanal
Juan Domingo Argüelles
La aparición del segundo volumen de la Antología general de la poesía mexicana (Océano/Sanborns, 2014), con el cual concluyo la muestra que inicié en 2012 con el primer tomo, y que comenzó como un proyecto de investigación y selección en 2008, me lleva a plantear la pregunta con la que encabezo estas líneas: ¿Quiénes necesitan antologías?
En todo momento, desde que fue un proyecto, hace ocho años, la idea de una Antología general de la poesía mexicana
surgió de la necesidad de que los lectores contaran con un panorama
amplio (tan amplio que fuera general y plural) de nuestra lírica, desde
la época prehispánica hasta nuestros días. Y se denomina “antología
general” (como las hay de la poesía española, de la inglesa, de la
francesa, etcétera) porque existen muchas que, pese a su importancia,
son muestras parciales, es decir fragmentarias: de la poesía
prehispánica, de la poesía virreinal, de la neoclásica, de la poesía
insurgente, de la romántica, de la modernista, del siglo XIX, del siglo XX,
de la generación del cuarenta, de la generación del cincuenta, de los
más jóvenes, etcétera. No hay, por cierto, contradicción alguna entre
los términos “antología” y “general”: existen antologías generales de
las poesías catalana, peruana, nicaragüense, puertorriqueña, etcétera, y
antologías generales de diversas literaturas nacionales.
Necesitábamos la mexicana.
Desde el primer acuerdo con mis editores de
Océano (Rogelio Villarreal Cueva y Guadalupe Ordaz), el planteamiento
fue una antología de la poesía mexicana realmente incluyente: un
panorama general en cuyas páginas los lectores comunes y los interesados
en la poesía pudieran saber y apreciar el pasado y el presente de la
lírica mexicana: desde las obras y los nombres más preclaros hasta las
obras y los nombres de los más jóvenes. El propósito principal al
llevar a cabo esta empresa que absorbió gratamente mi tiempo y mis
afanes fue que la poesía mexicana regresara a los lectores comunes, ya
que en las aulas, es decir en la escuela, se le ha expulsado
groseramente.
¿Quiénes necesitan antologías? Quizá no los poetas o
no tanto los poetas, que tienen los libros de poesía al alcance en sus
libreros, incluso dedicados por sus autores, es decir por sus colegas a
los cuales leen y releen o bien al menos conocen (sea que les gusten,
les disgusten o les apasionen), pero sí los lectores comunes, el lector
en general que no tiene fácil acceso a los libros de poesía que no se
consiguen en el circuito comercial de librerías. Desde hace décadas,
los lectores comunes no tienen un buen acceso a la poesía mexicana. El
Fondo de Cultura Económica, el Conaculta, Era, Almadía, Ediciones sin
Nombre y otras editoriales independientes publican poesía, pero los
sellos editoriales más ubicuos únicamente publican novelas y libros
coyunturales de no ficción.
Por ello, el propósito de la Antología general de la poesía mexicana
fue reencontrar a los lectores perdidos. Recuerdo que en la casa
paterna había antologías de poesía española e hispanoamericana. Ahí leí
mis primeros poemas. Hoy las antologías de poesía prácticamente no
existen en los hogares mexicanos. Desde el punto de vista de la
divulgación y la distribución, fue afortunado que Sanborns participara
en el proyecto y ello, además, contribuyera a disminuir el precio de
venta al público. Muchos lectores estarán, quizá, leyendo por primera
vez poesía contemporánea mexicana.
Lo importante es darle visibilidad a nuestra poesía. Si publicamos es porque queremos público, y el público
que hasta ahora hemos tenido es, especialmente, el de los propios
colegas. Pero el lector en general, el lector común, no debe quedar
marginado del gozo de este género que ha producido obras tan
extraordinarias en la literatura mexicana. Leernos entre nosotros ha
hecho que la poesía perviva independientemente de que los tiempos no
sean buenos para las ediciones de poesía. Pero esto no es suficiente.
Debemos conseguir que la poesía regrese a la gente común y retorne a
las aulas, de donde fue expulsada por la burocracia educativa. Un dato:
el año pasado, de los 270 títulos del programa de adquisición para las
Bibliotecas Escolares y de Aula, únicamente se seleccionaron dieciocho
de poesía, la mayoría de ellos didácticos y no para todos los grados
escolares de primaria y secundaria. Es como si se ignorara que la
poesía es el género por excelencia de la concentración del idioma.
Ante este panorama, que existan dos grandes
tomos de poesía mexicana para el lector común, tal vez permita que
alguien quede atrapado, para siempre, entre sus páginas. ¿Quiénes
necesitan antologías? Tal vez no los poetas, pero sin duda, sí, los
lectores comunes.
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